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Tegucigalpa, Honduras.- La Navidad, la época del año en la que los recuerdos se hacen más cálidos y las tradiciones que se han pasado de generación en generación se vuelven a revivir. ¿Recuerdas alguna tradición que marcó tu infancia?
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Las costumbres navideñas más antiguas nos invitan a volver a nuestra niñez, esa sensación de emoción en los días previos a la gran noche, donde las luces brillando en las calles y el aroma a comida casera que llena el hogar.
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Una de las tradiciones más antiguas y entrañables es la decoración del árbol de Navidad. Quien haya tenido la oportunidad de ayudar a adornar el árbol con sus seres queridos, sabe que es mucho más que colocar unas simples esferas y luces.
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Esto, es un acto cargado de recuerdos, de risas, de discusiones sobre el mejor lugar para poner la estrella, o sobre quién decora mejor su árbol; esa sensación indescriptible de estar creando algo especial.
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¿Quién no recuerda esas tardes de diciembre, cuando en el vecindario todos se reúnen a darse un abrazo al punto de las 12:00? Ese cálido gesto que se recibe para recibir la Nochebuena o Año Nuevo.
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También no pueden faltar las canciones navideñas, con sus letras sencillas pero llenas de significado, nos hablaban del nacimiento de Jesús, pero también de la unión y la esperanza.
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En los hogares, la cena de Navidad era otro momento lleno de magia y calor. Las mesas llenas de platillos especiales, el aroma del pavo, nacatamales y el dulce aroma a torrejas. El compartir con la familia, contar historias, reír a carcajadas y esperar la medianoche para abrir los regalos, era una tradición que creaba recuerdos imborrables. Aquel primer bocado de una comida festiva, rodeado de seres queridos, era el símbolo de que la Navidad había llegado al corazón del hogar.
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Pero sin lugar a dudas, una de las tradiciones más entrañables es el intercambio de regalos. Recibir un regalo, por pequeño que fuera, traía consigo sonrisas y gratitud. El momento de abrir los regalos junto a la familia, rodeados de abrazos y de buenos deseos, nos hacía sentir que la Navidad era un momento único para compartir amor y alegría.
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Finalmente, no podemos olvidar las historias alrededor del pesebre. ¿Quién no ha jugado alguna vez con las figuritas del pesebre, colocando cada una de ellas en su lugar? Esas pequeñas figuritas que representaban a María, José, los pastores, los animales, y por supuesto, al niño Jesús, creaban una escena de paz y esperanza que parecía dar vida a la Navidad.