KIEV, UCRANIA.- El ejército ucraniano recuperó en septiembre “2,000 kilómetros de territorio” que habían caído en manos rusas, afirmó el sábado el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, agregando que la fuga fue “la mejor opción” para las tropas ante la contraofensiva lanzada en el noreste y el sur del país.
“Hasta ahora, desde inicios de septiembre, unos 2.000 km de territorio fueron liberados”, declaró el mandatario, que actualiza así la cifra anunciada el jueves, cuando el comandante en jefe del ejército se refirió a 1,000 km2 reconquistados desde inicios de mes.
Zelenski no precisó si se trataban de km2.
“Estos últimos días, el ejército ruso nos ha mostrado lo mejor que tiene: su espalda. Después de todo, hizo lo que debía: huir”, sentenció.
“No hay lugar en Ucrania para los ocupantes y nunca lo habrá”, añadió.
A inicios de septiembre, el ejército ucraniano anunció una contraofensiva en el sur. Pero esta semana también realizó avances en la región de Járkov, en el noreste.
Zelenski afirmó el viernes que ya se recuperaron unas 30 localidades en la zona. Este sábado, el ejército ucraniano afirmó además haber entrado en Kupiansk, una ciudad clave para el abastecimiento de las tropas rusas en esa parte del territorio.
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Pueblo de Grakové, territorio recuperado por Ucrania
Luego de varios meses de guerra, Ucrania reconquistó el pueblo de Grakové, en donde las tropas ucranianas expulsaron a los soldados rusos que se encontraban en esa localidad.
Torres y cables de electricidad tirados en el suelo, casas destrozadas y cráteres en el camino. Dos días después de la reconquista ucraniana del pueblo de Grakové, las heridas de los combates son todavía bien visibles.
“Fue aterrador, hubo bombardeos y explosiones por todas partes”, explica Anatoly Vasiliev, un vecino de 61 años, sobre los combates que terminaron el miércoles con la expulsión de los soldados rusos de esta localidad del noreste.
Ante la iglesia cuyo campanario quedó atravesado por un proyectil, el hombre, con su bicicleta al lado, explica la ocupación rusa a los periodistas llegados de Járkov bajo escolta policial.
Los soldados rusos “pasaron por el pueblo, algunos saludaban”, recuerda. “Tomaron los teléfonos móviles, pero yo pude conservar el mío escondiéndolo para poder comunicarme con mi familia”.
Preguntado por los malos tratos de los que se acusa a las fuerzas ocupantes, Anatoly responde no haber visto nada.
Entre escombros y las pocas casas que siguen en pie, perros y gatos errantes buscan restos de comida.
Quedan una treintena de habitantes en Grakové, que tenía 800 antes de la guerra.
En el andén de la carretera que llega al pueblo desde Járkov yacen vehículos destrozados por las explosiones o aplastados por tanques.
Minas desactivadas esperan a ser retiradas al lado del asfalto y una grúa remolca un vehículo militar tomado a los rusos hacia la retaguardia de las líneas ucranianas.
En dirección opuesta circulan vehículos blindados que transportan a grupos de soldados hacia el frente. A lo lejos siguen resonando los disparos de artillería.
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