Sarah Thomas, de 37 años, llegó por la mañana a Dover, en la costa sur de Inglaterra, bajo los aplausos de un grupo de admiradores.
'Me siento un poco mal', reconoció en un vídeo de su llegada divulgado en Facebook.
La nadadora, que hace un año se recuperó de un cáncer de seno, había dedicado su aventura 'a todos los supervivientes' en un mensaje publicado el sábado.
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'Esto es para aquellos de nosotros que hemos rezado por nuestras vidas, que nos hemos interrogado con desesperación sobre lo que vendría después y que hemos luchado contra el dolor y el miedo para vencer', escribió.
Thomas efectuó dos idas y vueltas entre Dover y Cap Gris-Nez, localidad situada en el norte de Francia.
La estadounidense reconoció a la BBC que lo más difícil de las travesías fue el agua salada, que le irritó la boca y la garganta. También le picó una medusa en la cara.
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El nadador de resistencia Lewis Pugh alabó en Twitter su proeza, calificándola de 'extraordinaria, asombrosa, sobrehumana'.
'Justo cuando pensamos que hemos llegado al límite de la resistencia humana, alguien rompe los récords', escribió.