JALISCO, MÉXICO.- Tenía la esperanza de que su hijo se convirtiera en ingeniero muy pronto, pero un hecho atroz le arrebató la posibilidad de verlo brillar en esta y otras áreas. Todavía no tiene un cuerpo qué sepultar, pero el padre de Roberto Olmeda sabe que no volverá a ver a su hijo con vida.
“El viernes pasado entregamos a Dios el alma de los muchachos y decidimos ya descansar nosotros también. Gracias por sus oraciones y acompañamiento, grandes de Lagos”, escribió en las últimas horas Armando Olmeda, un humilde albañil y padre de Roberto, quien desapareció el 11 de agosto de 2023 junto a cuatro de sus amigos.
La resignación ha inundado a quienes conocieron a los cinco jóvenes y ahora solo esperan que los restos hallados recientemente correspondan a ellos, para poder darles sepultura y vivir su duelo teniendo la certeza de que descansan en paz tras sus horrendas muertes.
Una reunión convertida en desgracia
Roberto, de 20 años, era un joven alegre, con una enorme sonrisa y barba poblada, que disfrutaba del boxeo cuando no estaba desarrollando sus tareas de la carrera que cursaba en la Universidad de Guadalajara.
Ese fatídifico viernes, decidió encontrarse con sus amigos en el Mirador de San Miguel, una popular estructura del municipio de Lagos de Moreno, en Jalisco, México, pues el pueblo se encontraba de feria y como el resto de pobladores querían disfrutar de las actividades.
Él y sus amigos: Diego Alberto Lara Santoyo y Jaime Adolfo Martínez Miranda, ambos de 20 años; además de Uriel Galván González (19) y Dante Cedillo Hernández (22) desaparecieron sobre la madrugada del sábado, cuando supuestamente regresaban a sus casas.
Se supo que viajaban en dos vehículos de su propiedad y que uno de los automotores fue hallado la mañana del sábado 12 de agosto, abandonado y con las puertas cerradas, pero aunque no había rastro de los chicos, el carro no presentaba signos de violencia. En ese momento sus familiares supieron que las cosas no estaban bien y comenzaron a pedir ayuda para encontrarlos.
Una denuncia ante la Policía, anuncios de búsqueda en redes sociales y hasta peticiones a sus posibles captores en entrevistas con medios de comunicación fueron parte de las acciones de los desesperados parientes de los cinco jóvenes, que eran amigos desde la infancia, aunque cada uno tomó rumbos diferentes.
Diego, trabajaba como herrero en el taller de su padre, Dante era ciclista profesional y empleado de un restaurante, Jaime era albañil y Uriel se dedicaba a practicar boxeo con Roberto.
Las horas pasaron y el domingo se comenzaron a desvanecer las esperanzas de sus amigos y familiares cuando una imagen de los cinco jóvenes, con las manos atadas hacia atrás y con la boca tapada con cinta comenzó a circular en redes sociales. En ella se observa que sus rostros están inflamados después de recibir varios golpes y se ven sometidos, ya que fueron arrodillados en un piso de tierra.
Esto hizo creer que estaban secuestrados, pero lo extraño del caso era que nadie llamaba para pedir recompensa a cambio de su libertad y posteriormente un video caló en la sensibilidad de todo un país y de la comunidad internacional: Jaime, uno de los jóvenes desaparecidos, aparecía matando a golpes a uno de sus amigos, para después cortarle el cuello con un arma blanca. Detrás de él yacían muertos los que serían el resto de sus amigos, sobre una gran cantidad de sangre que emanaba de cada cuerpo.
Sus allegados se negaron a creer que se trataba de ellos, pero tras comparar sus ropas y algunos rasgos particulares de sus rostros los reconocieron.
Se cree que los cinco jóvenes fueron obligados a quitarse la vida entre sí, siendo Jaime el último que quedó al momento de la brutal masacre, por lo que en su caso, de haber sido asesinado, sus captores serían quienes le habrían quitado la vida.
Incertidumbre
Los familiares de los jóvenes intensificaron las protestas tras la divulgación del contenido violento, esta vez, con su corazón devastado, pidiendo al menos que los secuestradores les devolvieran sus cuerpos.
“¡Por favor, tóquense el corazón, tírenlos ahí, donde sea, ya!” dijo entre lágrimas y con su voz entrecortada una hermana de una de las víctimas.
Mientras la desesperación les consumía, las autoridades seguían buscando rastros del paradero de los desaparecidos y el martes 15 de agosto se les notificó que un vehículo con las características del otro carro donde se conducían los amigos había tomado fuego. En la cajuela se encontró un cuerpo carbonizado sin vida y se creía que correspondía al de uno de ellos.
Un día más tarde se ubicó la propiedad donde se llevó a cabo el espantoso ritual observado en la fotografía y el video. El inmueble, visiblemente abandonado, está situado en la colonia Orilla de Agua, en Lagos de Moreno y en él se encontraron manchas de sangre que aparentemente intentaron ser lavadas, algunas prendas y varios grafitis entre ellos uno con la leyenda “Bienvenidos”, otro con las iniciales “MZ”, que se cree son alusivas al narcotraficante “Mayo Zambada” y otra en inglés: “A slaugthering is the best medicine”, que en español significa: “Una matanza es la mejor medicina”.
En otra propiedad en el sector de La Troje se hallaron restos óseos que se cree corresponderían a los jóvenes de Lagos de Moreno, pero las autoridades continúan realizando estudios forenses. Es por eso que los parientes solicitan mayor celeridad, aunque en el fondo creen que sí se trata de ellos y afirman que solo quieren darles un último adiós como es debido.
“Esperamos que termine su trabajo la Fiscalía, nosotros ya queremos descansar, la pérdida de nuestros hijos ya la hemos aceptado. Volveremos a nuestra vida y los amaremos como ángeles, millones de gracias, forever love”, dijo Armando Olmeda, quien se consuela colocando imágenes de su vástago en sus redes sociales y difundiendo afiches de búsqueda de otros jóvenes desaparecidos, con el fin de ayudar para que ningún padre sufra la incertidumbre que él ha sentido en carne propia.