Alice Milliat, la pionera de los Juegos Olímpicos femeninos en 1922

Milliat, pionera del deporte femenino, organizó los primeros Juegos Olímpicos femeninos, desafiando la exclusión de las mujeres en el deporte olímpico

Alice Milliat lideró la lucha por igualdad de género en las Olimpiadas. Es tema de nuevos libros y películas.

lun 22 de julio de 2024 a las 18:33

Por John Branch/The New York Times

PARÍS — Era 1922, dos años antes de la última vez que se celebraron los Juegos Olímpicos en París. En un cálido día de agosto, unas 20 mil personas acudieron al Estadio Pershing para ver a 77 atletas en atletismo. Hubo un desfile de naciones. Hubo récords mundiales. Hubo cobertura noticiosa global.

Y en su apertura, una mujer de 38 años llamada Alice Milliat dio la bienvenida al mundo a París. Fue la fundadora de la Federación Internacional de Deportes Femeninos, conocida en su Francia natal como Fédération Sportive Féminine Internationale. Todos los competidores ese día eran mujeres. “Declaro abiertos los primeros Juegos Olímpicos femeninos”, dijo Milliat.

Ella estaba haciendo una declaración que resuena hoy. El mundo dominado por los hombres de los Juegos Olímpicos principales, ocupado en preparativos para 1924, hizo caso omiso del evento de 1922, salvo para quejarse del uso no autorizado de “Juegos Olímpicos”. Desecharon la creciente idea de que las mujeres deberían competir.

Las Olimpiadas de París de 1924 contaron con un puñado de atletas femeninas —135 mujeres entre 3 mil 89 competidores— pero los Juegos Olímpicos difícilmente acogieron su participación más allá de unos cuantos eventos, como natación y tenis.

Pierre de Coubertin, fundador y líder de los Juegos Olímpicos modernos, dejó clara su actitud. Tener mujeres en los Juegos Olímpicos, dijo en 1912, “es poco práctico, poco interesante, desgarbado y, no dudo en añadir, impropio”.

Murió en 1937 y se le ha aclamado como un visionario del deporte. Pero al final, Milliat ganó la lucha de género.

Cien años después de los últimos Juegos Olímpicos de París, Milliat finalmente está recibiendo reconocimiento. Se están publicando biografías. Un nuevo documental se ha proyectado en cines y televisión. El Museo Nacional del Deporte de Francia, en Niza, tiene una exposición que destaca a Milliat. Una plaza afuera de un nuevo estadio olímpico lleva su nombre. (Los planes para que el estadio llevara su nombre se vinieron abajo cuando se vendió a Adidas los derechos del nombre).

“El que las mujeres puedan participar en deportes se debe en gran medida a ella; que haya mujeres en las Olimpiadas es gracias a ella”, dijo Sophie Danger, autora de un nuevo libro, “Alice Milliat: La Mujer Olímpica”, disponible, por ahora, sólo en francés. “Cada vez que me pongo los tenis pienso en esta mujer”.

Pero es razonable sospechar que, entre las más de 5 mil mujeres que se anticipa compitan en los próximos Juegos Olímpicos, sólo unas cuantas han oído hablar de Alice Milliat. “Simbólicamente, ella permanece en los márgenes del movimiento olímpico”, dijo Danger. “Lo que significa que la batalla continúa”.

Por supuesto, la batalla no es sólo en los Juegos Olímpicos.

“Algunas personas quieren controlar el cuerpo de las mujeres”, dijo Anne-Cécile Genre, la cineasta detrás del documental “Alice Milliat: Les Incorrectes”. “Alice Milliat luchó por el control sobre sus propios cuerpos, para que las mujeres pudieran ser libres y tener control sobre la forma en que se movían y vestían. Eso es algo universal. Eso es algo por lo que las mujeres del planeta aún luchan”.

Lucha pesada

Milliat, nacida y criada en Francia, se mudó a Londres a los 18 años y se casó. Trabajó como niñera y taquígrafa y empezó a remar y a practicar otros deportes —actividades que veía a pocas mujeres realizar en Francia. Su marido murió inesperadamente, dejándola viuda sin hijos, y se mudó a París durante la Guerra Mundial. Era el albor de un nuevo movimiento feminista.

En toda Europa, poco a poco, las mujeres fueron obteniendo el derecho al voto. Los hombres partieron a la guerra. Las mujeres fueron a trabajar —y se reunían, cada vez más, en las canchas de deporte.

En 1915, Milliat se convirtió en presidenta de un club deportivo femenino local. Cofundó una federación nacional en 1917. “El deporte femenil tiene su lugar en la vida social del mismo modo que el deporte varonil”, dijo.

Los Juegos Olímpicos tardaron en reaccionar. Coubertin a menudo citaba varias razones para mantener fuera a las mujeres: tener el doble de participantes y eventos sería una dificultad organizacional; no era apropiado ver a mujeres compitiendo en público; las Olimpiadas eran un escaparate para los mejores atletas y las mujeres no estaban entre ellos.

Milliat quería los mismos eventos para mujeres que para hombres, incluyendo futbol y rugby. Comenzó su campaña con el atletismo, ya que era un evento glamoroso que evocaba los antiguos Juegos Olímpicos. El comité olímpico formado exclusivamente por hombres de Coubertin rechazó la sugerencia para los Juegos de 1920 en Bélgica.

En 1921, Sigfrid Edström, el primer presidente del organismo rector mundial del atletismo y miembro del Comité Olímpico Internacional, celebró una justa internacional femenil en Montecarlo. Milliat sintió que era una oportunidad para fotos, no una competencia seria. Creía que poner los deportes femeninos bajo el liderazgo de los hombres era una forma para que los hombres mantuvieran el control.

Milliat pronto fundó la Federación Internacional de Deportes Femeninos, que aportó estándares técnicos a los eventos deportivos y consolidó el mantenimiento de registros. Ella entendió el poder de la publicidad. Los periódicos, especialmente en Francia, cubrían regularmente al deporte femenil y a ella. En 1920, organizó un partido de futbol femenino en Manchester, Inglaterra, que atrajo a 25 mil espectadores.

Milliat puso su mirada en las Olimpiadas. Y ella usaría esa palabra para su evento. “Dijo que si no acceden a nuestra solicitud de unirnos a los Juegos Olímpicos, continuaremos organizando los nuestros”, dijo Danger.

Avance gradual

Milliat acordó dejar de utilizar “Olimpiadas” si las Olimpiadas permitían a las mujeres competir en atletismo. Se llegó a un acuerdo y, en 1928 los Juegos Olímpicos de Verano en Amsterdam contaron con atletismo femenil por primera vez. Milliat quería 10 eventos; a las mujeres se les concedieron 5. Milliat fue seleccionada como juez, el único rostro femenino en un mar de hombres.

No estuvo exento de controversia. En la carrera de 800 metros, la distancia más larga que se les permitía correr a las mujeres, las tres primeras finalistas batieron el récord mundial. Varias mujeres se tiraron al suelo tras la línea de meta. Los periodistas deportivos escribieron que el esfuerzo era demasiado para una mujer. Las Olimpiadas no volvieron a celebrar una carrera de 800 metros femenil hasta 1960.

“No era un escándalo que los hombres hicieran lo mismo”, dijo Danger sobre un corredor que se desploma al final de una carrera. “Pero era un escándalo en las mujeres”.

Milliat persistió. Hubo juegos exclusivamente femeninos en 1926 (en Gotemburgo, Suecia), 1930 (Praga) y 1934 (Londres). Oficialmente se llamaron los Juegos Mundiales Femeniles, aunque algunos en los medios (incluyendo a The New York Times, al menos una vez, en 1930) se referían a ellos como los Juegos Olímpicos Femeniles. Pero la ola de feminismo se desaceleró en la década de 1930, en medio de una depresión global y la antesala de la Segunda Guerra Mundial, que canceló los Juegos Olímpicos en 1940 y 1944.

En los Juegos Olímpicos de Roma en 1960, apenas 1 de cada 10 atletas era mujer. En los Juegos de Los Ángeles de 1984, era menos de 1 de cada 4. En Beijing, en el 2008, eran poco más del 40 por ciento. El COI ha convertido la equidad en una misión en los últimos años, pero las mujeres aún compiten en el heptatlón de 7 pruebas, no en el decatlón de 10.

$!Uno de los objetivos de Alice Milliat, además de la igualdad, era establecer reglas y libros de récords para mujeres.

Modelo a seguir

Milliat renunció a su cargo y la Federación Internacional de Deportes Femeninos desapareció. Murió en 1957. Incluso sus vecinos desconocían su papel en el deporte.

Pero los historiadores continúan investigando sus contribuciones. La Fundación Alice Milliat, dedicada al deporte femenil, nació en Francia en el 2016.

En los últimos años, gimnasios y calles llevan su nombre. Y este año, por primera vez, los Juegos Olímpicos podrían tener tantas atletas mujeres como hombres.

“Lo oigo en todas partes y la gente se felicita”, dijo Genre. “Siento ser negativa —son buenas noticias y Alice Milliat probablemente estaría orgullosa— pero si miras a las personas que rodean a los atletas, los entrenadores, los jueces, las federaciones, aún son en su mayoría hombres”.

Las mujeres en todos los deportes, en todo el mundo, aún luchan por acceso, pago e incluso la forma en que pueden vestir.

“Nosotros, particularmente las mujeres, tenemos que conocerla y celebrarla”, dijo Danger sobre Milliat. “Ella es un modelo a seguir. Y aún hay una lucha”.

© 2024 The New York Times Company

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