Astrónomos intentan mirar más allá de los satélites

Ya hay más de 9 mil satélites orbitando la Tierra. A ellos se unirán miles más. Cuantos más haya, mayor será la interferencia con la capacidad de la astronomía terrestre para responder preguntas sobre el cosmos

(Anuj Shrestha)

mié 24 de enero de 2024 a las 14:2

Por Lyndie Chiou | The New York Times

En diciembre del 2020, los astrónomos documentaron un estallido altamente enérgico de luz en una de las galaxias más distantes jamás observadas. Pero menos de un año después, otros científicos dijeron que simplemente se había tratado de un satélite que pasaba.

“Me entristeció un poco que el estallido de rayos gamma resultara ser sólo un satélite artificial”, dijo Krzysztof Kaminski, astrónomo en el Instituto de Observatorio Astronómico en Polonia, quien dijo que había cotejado su posición, tiempo y brillo con los de una nave espacial en órbita.

Linhua Jiang, astrónomo en la Universidad de Pekín, en Beijing, quien dirigió el hallazgo original, dijo que su equipo se mantenía firme al respecto y que la probabilidad de que un satélite pase directamente frente a la galaxia en ese preciso momento era minúscula.

Esta probablemente no será la última vez que los científicos discrepan sobre si el paso de un satélite se está confundiendo con un descubrimiento astronómico. Ya hay más de 9 mil satélites orbitando la Tierra. A ellos se unirán miles más. Cuantos más haya, mayor será la interferencia con la capacidad de la astronomía terrestre para responder preguntas sobre el cosmos —y el lugar de la humanidad en él.

Los astrónomos dijeron que no están dispuestos a ceder los cielos nocturnos a los satélites. Están combinando tecnologías nuevas y antiguas con ingenio para lidiar con los crecientes obstáculos a sus observaciones. También están trabajando con la industria para hallar soluciones para oscurecer los satélites. Y están tratando de persuadir a los reguladores para que presten más atención a los satélites.

Durante más de un siglo, los operadores de telescopios capturaron imágenes en placas de vidrio para fotografiar el cielo nocturno. Eso empezó a cambiar con la aparición de los detectores de dispositivos de cargas acopladas (CCDs). Inventados en 1969, los CCDs son digitales y toman imágenes unas 100 veces más rápido que las cámaras con película. Algunos de los primeros telescopios con “ojos” electrónicos CCD surgieron en la década de 1980. Los telescopios de todo el mundo aún utilizan esta tecnología.

El potente telescopio del Observatorio Vera C. Rubin en Chile, que iniciará operaciones en el 2025, depende de un detector CCD que tiene aproximadamente el tamaño de un auto. Es la cámara digital astronómica más grande jamás construida. Al capturar un amplio campo del cielo, presuntamente escudriñará los misterios de objetos 20 millones de veces más débiles de lo que el ojo humano puede ver. Pero a medida que los satélites llenan los cielos, los astrónomos están preocupados.

“El objetivo del Rubin es abrir esta nueva ventana al universo para encontrar cosas que ni siquiera sabíamos que podíamos buscar”, dijo Meredith Rawls, científica en el Observatorio Rubin. “Si en cambio vamos a mirar a través del equivalente a un parabrisas lleno de bichos, no sabes lo que no vas a ver”.

La amplia visión del telescopio Rubin plantea problemas singulares. Un estudio mostró que, durante ciertos momentos de la noche, casi todas las imágenes tomadas estarían estropeadas por al menos uno, si no es que muchos, satélites, dejando un rastro de cientos de pixeles de ancho.

Rawls expuso dos estrategias para lidiar con ello: esquivar y corregir. Si los astrónomos conocen de antemano las trayectorias de los satélites, pueden “esquivarlos” reorientando temporalmente el telescopio. Rawls dijo que eso debería eliminar aproximadamente la mitad de las rayas. Para la estrategia de corrección, dijo que los científicos están desarrollando algoritmos para eliminar a los satélites de los datos, una tarea más retadora, pero que trastoca menos las observaciones.

Pero algunos expertos han sugerido que los fabricantes de telescopios cambien su hardware.

Darren DePoy, astrónomo en la Universidad Texas A&M, trabajó con algunos de los primeros telescopios que utilizaron CCD. En el 2018, comenzó a probar y, finalmente, a utilizar un detector diferente: CMOS —semiconductor complementario de óxido metálico— del tipo probablemente encontrado en la cámara de su teléfono inteligente. Dijo que mientras un CCD moderno podría requerir unos 10 segundos para fotografiar una galaxia muy alejada, el detector CMOS equivalente tardaría 10 milisegundos. Al realizar numerosas exposiciones rápidas, los astrónomos pueden eliminar los fotogramas con rastros de satélites y luego promediar el resto para crear una imagen final impecable.

Sin embargo, comprar e integrar detectores CMOS de gran tamaño sigue siendo caro. Rawls señaló a ese problema al preguntársele si el telescopio Rubin podía usar la tecnología CMOS.

“Es como si estuvieras construyendo una casa y a punto de poner las ventanas y alguien dijera: ‘Oye, ¿deberíamos usar cimientos diferentes?’”.

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