Astrónomos ponen en la crisis climática de la Tierra
El mes pasado, un grupo de astrónomos publicó “Cambio climático para astrónomos: causas, consecuencias y comunicación”, una colección de artículos que detallan el impacto del cambio climático
Un incendio forestal en el 2003 destruyó todos menos uno de los ocho telescopios del Observatorio Monte Stromlo, cerca de Canberra, Australia.
Por Katrina Miller y Delger Erdenesanaa / The New York Times
El 18 de enero del 2003, Penny Sackett, entonces directora del Observatorio Monte Stromlo de la Universidad Nacional Australiana, en las afueras de Canberra, recibió un correo electrónico preocupante de un estudiante en las instalaciones. Los incendios forestales que habían estado en el horizonte el día anterior se acercaban rápidamente. Los astrónomos en el lugar estaban considerando la posibilidad de evacuar.
Desde su casa a algunos kilómetros de distancia, Sackett observó cómo caían brasas de un cielo lleno de humo y se preocupó. Más tarde se enteró de que sus colegas habían escapado justo a tiempo: mientras el fuego subía por la montaña, bajaron por el otro lado llevando discos llenos de datos de investigación.
Todos menos uno de los ocho telescopios del Monte Stromlo fueron destruidos, junto con millones de dólares en equipo que los ingenieros habían estado construyendo para observatorios en todo el mundo. Los incendios destruyeron 500 viviendas en el área conurbada de Canberra y mataron a cuatro personas.
El incidente fue una alerta temprana para la astronomía: los incendios forestales, agravados por el cambio climático, se estaban convirtiendo en un problema. Los telescopios deben construirse en lugares altos, secos y alejados de la contaminación lumínica, y a menudo han terminado en lugares propensos a incendios, como cimas de montañas y bosques. Desde entonces, varios otros observatorios han resultado dañados o amenazados por incendios y condiciones climáticas extremas.
Mientras tanto, las condiciones atmosféricas cambiantes han hecho que la investigación astronómica terrestre sea más desafiante.
Ahora, un creciente número de astrónomos se están uniendo para luchar contra el cambio climático. En el 2019, profesionales y estudiantes fundaron una organización global, Astrónomos para el Planeta Tierra. El mes pasado, un grupo de astrónomos publicó “Cambio climático para astrónomos: causas, consecuencias y comunicación”, una colección de artículos que detallan el impacto del cambio climático en su labor y cómo podrían utilizar su autoridad científica para marcar la diferencia.
Otros astrónomos están creando conciencia en las aulas, incorporando el clima de la Tierra en su investigación o dejando la ciencia y convirtiéndose en activistas de tiempo completo.
Sackett más tarde se desempeñó como científica titular de Australia del 2008 al 2011, e hizo del cambio climático un tema importante. Hoy tiene una empresa de consultoría y asesora a gobiernos, empresas y grupos sin fines de lucro sobre cuestiones climáticas.
Travis Rector, astrónomo de la Universidad de Alaska, en Anchorage, y un fundador de Astrónomos para el Planeta Tierra, dijo que “la gente a menudo se sorprende al saber que los astrónomos participan en labor relacionada con el cambio climático”. Pero, añadió, “entendemos, más que nadie, que la Tierra es nuestro único hogar”.
Una encuesta que se dará a conocer por la Sociedad Astronómica Estadounidense encontró que el 98 por ciento de los encuestados estaba preocupado por el cambio climático, dijo Rector, quien ayudó a realizarla. Casi la misma cantidad de encuestados sintió que necesitaban hacer algo al respecto.
Para ayudar a preservar su capacidad para estudiar las estrellas, los astrónomos están trabajando para reducir la huella de carbono de su campo. Un estudio realizado en el 2022 estimó que los observatorios, satélites y demás infraestructura física de las que depende la astronomía liberan anualmente 1.2 millones de toneladas métricas de gases de efecto invernadero equivalentes a carbono, aproximadamente lo que se liberaría con el uso de electricidad por 230 mil hogares estadounidenses en un año.
En Chile, el Laboratorio Nacional de Investigación de Astronomía Óptica-Infrarroja de la Fundación Nacional de Ciencias, o NOIRLab, planea instalar baterías solares que se cargarían durante el día y alimentarían la totalidad del telescopio Gemini Sur, y alrededor del 60 por ciento del Observatorio Rubin, durante la noche.
Hace una década, Bernadette Rodgers, ex directora de operaciones científicas en Gemini Sur, de NOIRLab, renunció a su cargo y se mudó a Oregon, donde dirige un grupo juvenil de activismo climático llamado SustainUS.
Ella admitió que algunos científicos consideran irresponsable involucrarse en asuntos políticos, pero argumentó que el cambio climático no es político.
“El mundo físico no escucha a los políticos”, dijo. “Sigue sus propias leyes”.
© 2024 The New York Times Company