Cambio climático y pesticidas aumentan insuficiencia renal en Sri Lanka
En Sri Lanka, jóvenes agricultores y pescadores padecen insuficiencia renal severa; la causa sería la deshidratación y la exposición a pesticidas
La sala de espera de un hospital del Gobierno en Kalpitiya, un pueblo pesquero donde el “agua dura” es un problema.
Por Apoorva Mandavilli/The New York Times
Algo extraño les ha estado sucediendo a los jóvenes en las bochornosas comunidades agrícolas y pesqueras de Sri Lanka.
Desde la década de 1990, hombres de entre 30 y 40 años han llegado a hospitales con insuficiencia renal en etapa avanzada, necesitando diálisis o trasplantes. En algunas comunidades, hasta uno de cada cinco hombres jóvenes se ve afectado.
Su condición no tiene una causa clara. Pero los expertos dicen que la enfermedad probablemente es resultado de la exposición al calor extremo, exacerbado por el cambio climático, y la consiguiente deshidratación, así como del uso excesivo de pesticidas tóxicos que se han filtrado al agua subterránea.
Algunas mujeres también parecen tener la enfermedad. Y niños de tan sólo 10 años ya muestran señales tempranas de problemas renales.
“Sri Lanka presenta el caso perfecto de cómo el cambio climático está afectando a las personas en tiempo real”, dijo Nishad Jayasundara, experto en salud ambiental global en la Universidad de Duke, en Carolina del Norte.
Hombres jóvenes de comunidades agrícolas en Nicaragua y El Salvador también padecen la enfermedad, y es posible que esté surgiendo un patrón similar en África Oriental. Pero el cuidado a la salud básica en Sri Lanka es gratuito y disponible en todas partes, por lo que allí se presta más atención al problema que en otros países de bajos ingresos.
La enfermedad renal suele ser consecuencia de la obesidad, la hipertensión arterial y la diabetes. Por lo general, afecta a personas de entre 50 y 60 años, progresa lentamente y puede controlarse con cierto monitoreo.
Lo que están experimentando los pescadores y agricultores de Sri Lanka es mucho más insidioso. A veces pasan de mostrar signos tempranos de daño a necesitar diálisis o un trasplante en tan sólo uno a cuatro años, dijo Jayasundara.
El cambio climático puede provocar días más calurosos y cada vez más de ellos, pero pocos pueden darse el lujo de dejar su trabajo para hidratarse o buscar sombra.
Las plagas y las malas hierbas son más resistentes, obligando a los agricultores a utilizar más pesticidas. La escorrentía de los campos se filtra a los pozos cercanos. Las inundaciones frecuentes también aceleran la absorción de sustancias químicas en las aguas subterráneas.
El problema no son sólo los productos químicos. En Kalpitiya, un pueblo pesquero, el agua es “dura”, al contener hasta 700 miligramos de depósitos de carbonato de magnesio y calcio por litro, comparado con menos de 40 en el agua embotellada.
Aproximadamente una de cada cinco personas en Kalpitiya tiene acceso a agua filtrada. Incluso quienes beben agua filtrada pueden cocinar con agua de pozo.
Los habitantes de Sri Lanka a menudo tienen demasiadas preocupaciones urgentes como para pensar en un problema de salud distante, dijo Thanusanth Santhalingam, biólogo pesquero de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo de Recursos Acuáticos del País. “Prefieren comprar alimentos que agua potable, sin darse cuenta del impacto de su decisión”, dijo Santhalingam.
En la playa de Pasikuda, los hombres salen a pescar calamar a las 5:00 horas, con sólo 5 litros para alcanzar hasta su regreso a media tarde.
“A veces pescar es una actividad ocupada —no bebemos agua ni comemos”, dijo Christy Navil, de 58 años.
Muchos recurren al alcohol para evitar el mareo, lo que intensifica su deshidratación.
La contaminación por pesticidas es una amenaza particularmente en las zonas agrícolas. Se cree que los niveles elevados de glifosato, un herbicida ampliamente utilizado, dañan el hígado y los riñones.
Ajith Pushpakumara, que cultiva arroz en la aldea de Ambagaswewa, en el centro de Sri Lanka, descubrió que tenía problemas renales hace unos 15 años, en una clínica patrocinada por el Gobierno.
Le aconsejaron beber agua limpia y cuidar su salud, pero carecía de medios para hacerlo. Se supone que los medicamentos son gratuitos, pero Pushpakumara se perdió muchos por el desabasto. Como único sostén de la familia, no podía dejar de trabajar en el campo.
Hace unos cinco años, su familia empezó a beber agua filtrada, pero siguió usando agua de pozo para cocinar. Hace dos años, cuando empezó a sentirse débil y con náuseas, los médicos le dijeron que sus riñones estaban fallando.
Ahora de 40 años, Pushpakumara va al hospital cada cuatro días para recibir diálisis. Su única esperanza de recuperación es un trasplante.
“La gente sigue escribiendo sobre ello”, dijo con amargura. “Pero, ¿por qué no pasa nada?”.
Kang-Chun Cheng contribuyó con reportes a este artículo.
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