Campesinos de Suiza en jaque por calentamiento

El aumento de las temperaturas, la pérdida de glaciares, menos nieve y un deshielo más temprano están obligando a los campesinos de toda Suiza a adaptarse

Lonas usadas en el glaciar del Ródano. El deshielo revela contaminación, volviendo negro al glaciar, atrayendo calor

vie 26 de enero de 2024 a las 15:26

Por Chaterine Porter/The New York Times

Durante siglos, los campesinos suizos han enviado su ganado, cabras y ovejas a las montañas a pastar en los meses más cálidos, bajándolos en otoño. Ideada en la Edad Media para conservar la preciosa hierba de los valles para el invierno, la tradición de “veranear” ha transformado tanto el campo en un mosaico de bosques y pastos que mantener su apariencia fue consagrado en la Constitución suiza como una función esencial de la agricultura.

También ha tejido hilos esenciales de la identidad moderna del país: quesos alpinos, rutas de senderismo que atraviesan los pastos de verano, cencerros que resuenan en las laderas de las montañas. En diciembre, la UNESCO añadió la tradición suiza a su exaltada lista de “patrimonio cultural inmaterial”.

Pero el aumento de las temperaturas, la pérdida de glaciares, menos nieve y un deshielo más temprano están obligando a los campesinos de toda Suiza a adaptarse. No todos sienten los cambios de la misma manera en un País donde los Alpes crean muchos microclimas. Algunos disfrutan de mayores rendimientos en los pastos de verano, que les permite extender sus temporadas alpinas. Otros se ven obligados por las sequías a descender antes con sus rebaños.

$!Los corrales de piedra Färricha en Belalp, Suiza, datan de la época medieval. Se utilizan para dividir las ovejas por dueño.

Cuanto más evidente es el efecto en los suizos, más problemas significa para toda Europa. Suiza tiene mucho tiempo de ser considerada la torre de agua de Europa, el lugar donde la nieve invernal se acumulaba y derretía durante los meses más cálidos, incrementando la escorrentía de los glaciares que ayudaban a mantener muchos de los ríos de Europa y sus formas de vida durante siglos.

Hoy los Alpes se están calentando aproximadamente el doble de rápido que el promedio mundial, reporta el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático. Tan sólo en los últimos dos años, los glaciares suizos han perdido el 10 por ciento de su volumen de agua —la misma cantidad que se derritió en los 30 años de 1960 a 1990.

Desde que comenzó a estudiar el glaciar del Ródano, en el 2007, Daniel Farinotti, un científico especializado en glaciares, lo ha observado retroceder aproximadamente medio kilómetro. También ha visto el glaciar —que se extiende unos nueve kilómetros por los Alpes— volverse negro a medida que la nieve protectora del invierno se derrite para revelar años anteriores de contaminación. “Mientras más oscura es la superficie, más luz solar absorbe y más derretimiento se genera”, dijo Farinotti.

$!Un glaciar antes llenaba un cañón cerca de Belalp, Suiza. Después de que se derritió, tallaron este camino en la pared.

Por ahora, las tradiciones, aunque tensas, continúan. Después de tres días de sortear laderas rocosas y escalones de piedra en zigzag, las primeras ovejas de un rebaño gigante de casi 700 aparecieron a la vista al final de su “verano” el otoño pasado, a los vítores de los espectadores. Las ovejas habían estado viviendo en libertad durante más de tres meses, vagando en un vasto campo abierto encerrado por glaciares.

Un grupo de pastores —conocidos como “sanner”— llegaron en helicóptero para llevarlas de regreso a sus dueños. El trabajo es duro y se paga modestamente, pero es considerado un honor. “Ser un sanner te da raíces”, dijo Charly Jossen, de 45 años, mientras disfrutaba de una cerveza con muchos de los espectadores tras completar su undécima temporada en el otoño. Históricamente, los sanner llevaban a las ovejas a través de la lengua del glaciar Oberaletsch. Pero el retraimiento del glaciar hizo que esa ruta fuera demasiado inestable. En 1972, un camino en una pared rocosa fue abierto para ofrecer un camino alternativo a casa.

Esta temporada, los pastores pretenden retrasar su regreso dos semanas, dijo su líder, André Summermatter, de 36 años. “Con el cambio climático, nuestro periodo de vegetación es más largo, así que las ovejas puedan quedarse más tiempo”.

La tradición del pastoreo alpino se extiende por todos los Alpes. Casi la mitad de las granjas ganaderas de Suiza envían sus cabras, ovejas y vacas a los pastos de verano, arroja el estudio exhaustivo más reciente realizado por científicos del Gobierno, en el 2014.

Más del 80 por ciento de los ingresos de las granjas alpinas proviene de subvenciones gubernamentales, muchas de ellas para mantener los pastos libres de árboles invasores.

“Todo sería arbustos y bosques si no estuviéramos aquí”, dijo Andrea Herger, pastoreando vacas hasta un establo de ordeña a media montaña cerca de Isenthal. Su marido, Josef Herger, es la tercera generación de su familia que opera su granja de verano alpina. Crían siete vacas de su propia finca y 33 de vecinos, quienes les pagan con leche que la pareja utiliza para hacer queso.

Más al oeste, cerca de L’Etivaz, la familia Mottier conduce a 45 vacas por un “tren de montaña”, siguiendo la hierba recién brotada hasta una cima de 2 mil 30 metros y luego baja para mordisquear el segundo crecimiento. A partir de mayo realizan cinco viajes, deteniéndose en tres niveles.

Benoît Mottier, de 24 años, subió a una saliente de piedra caliza decorada con las iniciales de pastores y los años en que las tallaron. El más antiguo que halla fue dejado en el siglo 18 por alguien con sus iniciales: B.M. Él representa la quinta generación de su familia en llevar vacas allí.

Los Mottier son una de las 70 familias que elaboran un queso tradicional suizo llamado L’Etivaz. Siguen reglas estrictas, calentando lentamente leche fresca en un caldero de cobre gigante sobre un fuego de madera de abeto. Una vez prensado el queso, lo llevan a una cooperativa local, donde se añeja y se vende. Sólo se puede confeccionar en las laderas de las montañas locales durante seis meses al año.

Las sequías han obligado a la familia a adaptarse. “Una vaca bebe entre 80 y 100 litros de agua al día”, afirma Isabelle Mottier, la madre de Benoît. “Tenemos más de 40 vacas”.

En el 2015, se secó su manantial. Tres años después, llegó otra sequía. Y otra en el 2022. Durante las sequías, el Ejército suizo transportó agua a los campos alpinos en helicóptero.

Sin embargo, los Mottier no tenían tanques para almacenarla. Así que instalaron una bomba alimentada por energía solar para extraer agua de un manantial inferior y compraron una gran vejiga de agua para almacenar nieve derretida a principios de la temporada.

Se anticipa que empeore la situación. Se prevé que los glaciares más grandes del País, incluyendo el Aletsch y el Ródano, se contraerán al menos 68 por ciento para fines de siglo.

Anticipándose a ello, el Gobierno suizo ha cuadriplicado el financiamiento para proyectos de aguas alpinas. Cerca del pueblo de Jaun, una cuadrilla de construcción estaba tendiendo tubería para llevar electricidad y agua desde una cisterna nueva a seis granjas locales.

En otras regiones, las temperaturas más cálidas están haciendo que los campos sean más productivos, dijo Manuel Schneider, científico en Agroscope, un instituto de investigación del Gobierno suizo.

En los Alpes italianos, cerca de Sankt Ulrich, la familia de Thomas Comploi se ganó la lotería del cambio climático. Como muchos agricultores alpinos, utiliza parte de su tierra para producir únicamente heno; es demasiado empinado para que el ganado pueda pastar. Hoy sus campos producen el doble de hierba que hace unos 15 años.

“Todo esto desaparecería sin los campesinos —estaría cubierto de bosque”, dijo Comploi, de 48 años. “Mantenemos la tradición —la pasión y la forma de vida”.

Paula Haase, Elise Boehm y Leah Süss contribuyeron con reportes a este artículo.

© 2024 The New York Times Company

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