Chips surgen como clave en suministro de Malasia
Malasia tiene desde la década de 1970 de estar cortejando enérgicamente a algunas de las superestrellas eléctricas y electrónicas del mundo, como Intel y Litronix
La europea Osram fue de las primeras en instalarse en Penang, una isla de Malasia con una zona de libre comercio. (Jes Aznar para The New York Times)
Por Patricia Cohen/ The New York Times
— Grúas de construcción aún rodean la planta en el parque industrial de Kulim en Malasia. Pero en el interior, legiones de trabajadores contratados por el gigante tecnológico austriaco AT&S ya se están preparando para producir a plena capacidad para fin de año.
Vestidos en overoles, con lentes de seguridad y cascos, están codificados por colores según su función: azul para mantenimiento. Verde para vendedores. Rosa para intendentes. Blanco para operadores.
AT&S es sólo una entre una avalancha de empresas europeas y estadounidenses que han decidido trasladarse o ampliar sus operaciones en la meca de fabricación de productos electrónicos de Malasia.
El gigante estadounidense de chips Intel y la empresa alemana Infineon están invirtiendo 7 mil millones de dólares cada uno. Nvidia, el fabricante mundial número uno de chips que impulsan la inteligencia artificial, se está asociando con el conglomerado de servicios públicos del País para desarrollar un centro de supercomputadoras y nube de inteligencia artificial valuado en 4.3 mil millones de dólares. Texas Instruments, Ericsson, Bosch y Lam Research se están expandiendo en Malasia.
El auge es evidencia del grado al que la fricción y la competencia geopolíticas están remodelando el panorama económico mundial e impulsando decisiones de inversión multimillonarias. A medida que se fermentan las rivalidades entre Estados Unidos y China en materia de tecnología y crecen las restricciones comerciales, las empresas —particularmente las de sectores cruciales como los semiconductores y los vehículos eléctricos— buscan fortalecer sus cadenas de suministro y capacidades de producción.
“Después de 20 años de inversión en China, estaba claro que necesitábamos diversificar nuestra huella”, dijo Andreas Gerstenmayer, director ejecutivo de AT&S. La empresa fabrica sustratos y circuitos impresos de alta gama, que sirven como base para componentes electrónicos avanzados que impulsan la inteligencia artificial y las supercomputadoras. Exploró 30 países en tres continentes antes de decidirse por Malasia.
Países como Tailandia y Vietnam, la segunda opción de AT&S, también están cortejando a las empresas de semiconductores, ofreciéndoles incentivos fiscales y otros atractivos.
Pero Malasia tiene desde la década de 1970 de estar cortejando enérgicamente a algunas de las superestrellas eléctricas y electrónicas del mundo, como Intel y Litronix (ahora ams Osram, con sede en Austria y Alemania). Creó una zona de libre comercio en la isla de Penang, ofreció exenciones fiscales y construyó parques industriales, bodegas y carreteras.
El historial de Malasia en el proceso de fabricación de semiconductores fue uno de los principales atractivos, dijo Gerstenmayer. “Están muy conscientes de cuáles son las necesidades de la industria de los semiconductores”, afirmó.
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