Con venta de empanadas, Corina y Elys Hernández se convirtieron en heroínas políticas
Las hermanas Hernández operan su restaurante, Pancho Grill, en el pequeño pueblo de Corozo Pando, a cinco horas en auto al sur de Caracas
Corina Hernández (izq.) tuvo que cerrar brevemente su restaurante en Corozo Pando, Venezuela, tras atender a una líder de la Oposición. (Adriana Loureiro Fernandez para The New York Times)
Por Isayen Herrera, Julie Turkewitz y Sheyla Urdaneta/ The New York Times
GUÁRICO, Venezuela — Un automóvil se detuvo recientemente frente a un modesto restaurante en la extensa sabana de Venezuela. El conductor gritó: “¿Son ustedes a quienes el Gobierno les cerró el negocio?”. Bajándose del auto, el hombre se acercó a Corina Hernández, de 44 años, una de las dueñas. Se tomó una selfie. “Todos estamos indignados”, le dijo.
Corina y su hermana Elys Hernández se han convertido en populares heroínas políticas de cara a las elecciones más competitivas de Venezuela en años. Después de vender desayunos y empanadas a la principal figura de la Oposición del País, una orden del Gobierno las obligó a cerrar temporalmente, convirtiéndolas en símbolos de desafío para los venezolanos cansados de los líderes autoritarios.
Su negocio es sólo uno de varios que han sido blanco después de ofrecer servicios a María Corina Machado. la principal oponente política del Presidente Nicolás Maduro.
Machado, ex legisladora, ni siquiera está postulada, pero está capitalizando su popularidad para hacer campaña en nombre del principal candidato presidencial de la Oposición. Y a dondequiera que va, las personas que la ayudan son acosadas. En las últimas semanas, entre ellos se han contado operadores del equipo de sonido en un mitin y hombres con canoas que proporcionaron transporte en un empobrecido puesto de avanzada. Algunos han estado detenidos durante horas. A otros les han confiscado equipo.
La votación, programada para el 28 de julio, plantea el mayor desafío electoral a los 11 años de Maduro en el poder. Por primera vez en años, la Oposición está unida en torno a una sola figura —Machado. Cuando el Gobierno de Maduro le impidió postularse, su coalición puso a un sustituto en la boleta: Edmundo González, un ex diplomático.
Las encuestas muestran que una mayoría de venezolanos planea votar por González, frustrados por el hambre generalizada, la pobreza y la creciente migración.
Las hermanas Hernández operan su restaurante, Pancho Grill, en el pequeño pueblo de Corozo Pando, a cinco horas en auto al sur de Caracas. Aquí, las personas que alguna vez tuvieron trabajos decentes ahora buscan basura para vender y las madres cazan roedores para alimentar a sus hijos.
La familia Hernández tiene 20 años de operar el Pancho Grill. Óxido cubre la cocina, los refrigeradores están descompuestos y los cortes de energía las obligan a trabajar a menudo en la oscuridad.
A fines de mayo, Machado pasó por el restaurante con su equipo. Apenas se había ido cuando las hermanas recibieron nuevos visitantes: dos reguladores fiscales y un elemento de la Guardia Nacional.
Las hermanas no habían llevado bien su contabilidad ni declarado sus ingresos, entre otras cuestiones, les dijeron los funcionarios. No disputaron las acusaciones. Pero nunca habían recibido la visita de la agencia tributaria. Se dijo a la familia que el restaurante sería cerrado 15 días. La agencia tributaria no respondió a un correo electrónico solicitando comentarios.
Las hermanas filmaron la interacción y se la enviaron a una de sus hijas, quien la compartió. El video se difundió en línea y pronto, seguidores indignados empezaron a visitar el restaurante. Llegó dinero de Colombia, Brasil, México e incluso Alemania. Mucha gente envió pedidos de empanadas, con instrucciones de distribuirlas entre los lugareños necesitados. La represalia del Gobierno se había convertido en una bendición. “Nuestras vidas cambiaron después de que llegó María Corina a comprar nuestras empanadas”, dijo Corina Hernández.
A cinco horas en auto al sur, en el Estado de Apure, un bote confiscado por las autoridades está junto a un puesto de la Guardia Nacional. Días antes, Machado llegó a Puerto Páez para dirigirse a los electores.
Al día siguiente, cuatro lancheros acordaron transportar a su equipo a su siguiente parada. Sus embarcaciones fueron confiscadas poco después y la Guardia Nacional visitó una de sus casas. Dos elementos dijeron a la esposa del hombre que habían venido con “órdenes de los patrones en Caracas” de arrestar a su marido. Él se había escondido.
La esposa, que pidió no ser identificada, dijo que transportar a Machado era lo correcto.
“Tengo fe en Dios en que ella va a ganar y que todo va a cambiar”, dijo.
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