Diabetes castiga a varones latinos ¿La razón?
Las comunidades latinas en Estados Unidos se han visto particularmente afectadas por la diabetes, posiblemente debido a los estigmas culturales que impiden a muchos hombres latinos cuidar de su salud
Michael Sobolevsky, podólogo de San Antonio, advierte a los pacientes que tomen en serio las llagas más leves en los pies.
Por Edgar Sandoval / The New York Times
SAN ANTONIO, Texas — En un centro médico en el lado oeste de San Antonio, un tipo de paciente se presenta con inquietante regularidad —hombres, en su mayoría. Tienen llagas en los pies que no desaparecen. Y se van con una noticia devastadora: su diabetes ha progresado al grado en que se les debe amputar una pierna para salvar sus vidas.
La diabetes ha aumentado a nivel mundial y las comunidades latinas en Estados Unidos se han visto particularmente afectadas. Una combinación letal de genética, acceso deficiente a la atención médica, dietas ricas en alimentos procesados y estilos de vida sedentarios ha creado una crisis en lugares como San Antonio —una ciudad mayoritariamente méxico-estadounidense— que le está costando a un creciente número de hombres sus pies, sus piernas y, a algunos, sus vidas.
Texas tiene una de las tasas más altas de Estados Unidos de personas sometidas a amputaciones relacionadas con la diabetes, alrededor de 52 por cada 100 mil ingresos hospitalarios. El problema en San Antonio es incluso peor que en el resto de Texas, especialmente para los hombres, quienes tienen aproximadamente tres veces más probabilidades de perder un pie o una pierna a causa de la diabetes que las mujeres —posiblemente debido a los estigmas culturales que impiden a muchos hombres latinos cuidar de su salud.
“Continuamente estamos amputando”, dijo Michael Sobolevsky, podólogo del Instituto de Diabetes de Texas, dirigido por University Health en los barrios predominantemente latinos del oeste de San Antonio.
La enfermedad también está matando a un ritmo alarmante. La tasa de mortalidad por diabetes en el condado de Bexar, al que pertenece San Antonio, supera la del resto de Texas y de todo Estados Unidos, arrojan datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos.
La diabetes tipo 2, el tipo más común, ocurre cuando el cuerpo se vuelve incapaz de mantener el azúcar en la sangre a niveles normales. Afecta a muchas partes del cuerpo, pero a menudo a los pies, que pueden tener que ser amputados cuando el suministro de sangre no llega a las extremidades inferiores durante periodos prolongados, provocando infecciones graves que derivan en gangrena. Sobolevsky advierte a sus pacientes que tomen en serio incluso las llagas más leves en los pies.
Los latinos tienen genes que predisponen al páncreas a producir insuficiente insulina y otros genes que hacen que los tejidos la resistan. Y la cocina Tex-Mex de San Antonio —que a menudo tiene un alto contenido de aceites grasos y carnes rojas, e incluye cosas como tortillas de harina y dulces con alto contenido de carbohidratos procesados— puede causar estragos en el cuerpo.
Un reporte reciente de la Ciudad señaló que más del 76 por ciento de la población adulta en el área de San Antonio, o más de un millón de adultos, es considerado obeso o con sobrepeso.
“Si realmente se le hiciera la prueba a todas las personas en San Antonio, descubrirías que probablemente una de cada dos personas mayores de 40 años tiene diabetes”, dijo Ralph DeFronzo, un médico de San Antonio que desempeñó un papel clave en el desarrollo de metformina, el medicamento de primera línea para la diabetes.
En 1999, el Instituto de Diabetes de Texas abrió sus puertas en el West Side, un barrio históricamente méxico-estadounidense que ha tenido menos instalaciones médicas que las zonas más ricas de la Ciudad, de acuerdo con un análisis del San Antonio Express-News.
También es un área donde el costo de la atención médica puede ser un problema. Un estudio reciente realizado por Texas 2036, un grupo de expertos, encontró que más del 16 por ciento de la población del Estado, o 5 millones de personas, no tiene seguro médico.
El instituto de diabetes atiende a unos 80 mil pacientes al año y ofrece investigación, diagnóstico y tratamiento, educación dietética, fisioterapia —y amputaciones.
El instituto se ha centrado en los efectos desproporcionados de la enfermedad en los hombres y, cada vez más, en los niños. En un periodo de un año, jovencitos menores de 18 años vieron un aumento del 36 por ciento en las hospitalizaciones relacionadas con la diabetes, el doble de la tasa del aumento entre las niñas.
Julius Hunter, del programa de Prevención y Control de la Diabetes de San Antonio, dijo que muchos hombres latinos son programados desde temprana edad a “aguantarse” y tienden a ignorar cortaduras y lesiones, incluso cuando saben que tienen diabetes. A los seminarios locales sobre diabetes asisten casi exclusivamente mujeres.
“’¿Eres un hombre o vas a llorar como niñito?’”, dijo Hunter. “Esos mensajes llegan hasta la edad adulta”.
El departamento de salud de la Ciudad entonces inició The Diabetes Garage —talleres que utilizan metáforas del mantenimiento de autos donde los hombres pueden hacer preguntas y aprender cómo mantener adecuadamente sus cuerpos.
Hace cuatro años, a Robert Perez, de 39 años, músico e ingeniero de grabación ganador de un Grammy, le diagnosticaron diabetes tipo 2. La piel del dedo chiquito derecho se le abrió hace un año y rápidamente se infectó. A la mañana siguiente, gran parte de su pie se había puesto morado, señal de que se estaba produciendo gangrena. Los médicos le dieron la noticia: renuncie a su pie o morirá.
“Hagan lo que tengan que hacer”, les dijo.
Perez, conocido como Anthony Perez en la industria de la música, llegó al instituto hace poco para probar una nueva prótesis de pierna. Sujetándolo a su muslo derecho, se levantó lentamente de su silla de ruedas. Su cuerpo tembló. Tenía más de un año de no pararse en dos piernas.
Se vio erguido en un espejo y sonrió tímidamente. “Estoy aprendiendo a caminar por primera vez desde que era bebé”, dijo.
En Año Nuevo, Perez subió al escenario y tocó el bajo. “Pude pararme y tocar por primera vez en mucho tiempo”, dijo. Pero también estaba consciente: “Tengo muchos pasos por delante”.
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