Emigrados crean una China alternativa, llena de esperanza
En el último año ha surgido un nuevo tipo de vida pública china -fuera de las fronteras de China-, en lugares como Japón. Están abriendo librerías chinas
Anne Jieping Zhang, propietaria de librerías en Taipei, Taiwán, y en Chiang Mai, Tailandia.
Por Li Yuan / The New York Times
TOKIO — En una lluviosa tarde de sábado en Tokio, unos 50 chinos se apiñaron en una oficina sin chiste que también funciona como librería. Acudieron a un seminario sobre Qiu Jin, una poeta feminista china que fue decapitada hace más de un siglo por conspirar para derrocar a la dinastía Qing.
Al igual que ellos, Qiu había vivido como inmigrante en Japón. El título de la conferencia, “Reconstruyendo China en Tokio”, decía tanto sobre las aspiraciones de las personas en la sala como sobre la vida de Qiu.
Conversaciones públicas como ésta solían ser comunes en las grandes ciudades de China, pero bajo el Presidente Xi Jinping se han visto cada vez más sofocadas en la última década. Se disuade al público chino de organizar y participar en actividades cívicas.
En el último año ha surgido un nuevo tipo de vida pública china —fuera de las fronteras de China, en lugares como Japón.
“Con tantos chinos mudándose a Japón se necesita un lugar donde la gente pueda desahogarse, compartir sus quejas y luego pensar qué hacer a continuación”, dijo Li Jinxing, un abogado de derechos humanos que organizó el evento en enero. El mismo Li se mudó a Tokio de Beijing el año pasado por motivos de seguridad. “La gente como nosotros tiene la misión de impulsar la transformación de China”, afirmó.
Desde Tokio y Chiang Mai, Tailandia, hasta Amsterdam y Nueva York, los miembros de la diáspora china están construyendo vidas públicas que están prohibidas en China y entrenándose a ser ciudadanos con mentalidad cívica. Están abriendo librerías chinas, celebrando seminarios y organizando grupos cívicos.
Estos emigrados están creando una China alternativa, una sociedad más esperanzadora. En el proceso, están redefiniendo lo que significa ser chino.
Cuatro librerías chinas abrieron en Tokio el año pasado. Un programa mensual de comedia feminista con micrófono abierto que inició en Nueva York en el 2022 fue tan exitoso que feministas en al menos otras cuatro ciudades de Estados Unidos, además de Londres, Amsterdam y Vancouver, Columbia Británica, están presentando programas similares. Inmigrantes chinos en Europa establecieron docenas de organizaciones sin fines de lucro centradas en derechos LGBTQ, manifestaciones y otros temas.
La mayoría de estos eventos y organizaciones no son abiertamente políticos ni tienen como objetivo intentar derrocar al Gobierno chino, aunque algunos participantes tienen la esperanza de algún día regresar a una China democrática. Pero los inmigrantes que los organizan dicen que creen que es importante aprender a vivir sin miedo, a confiar unos en otros y a buscar una vida con propósito.
Anne Jieping Zhang, una periodista nacida en el continente que trabajó en Hong Kong durante dos décadas antes de mudarse a Taiwán durante la pandemia, abrió una librería llamada Nowhere en Taipei en el 2022. Abrió una sucursal en Chiang Mai, Tailandia, en diciembre.
Zhang dijo que quería llegar a cualquier persona china que tuviera curiosidad sobre el mundo.
“Lo que importa no es a qué te opones, sino qué tipo de vida deseas”, dijo. “Si los chinos o la diáspora china no pueden reconstruir una sociedad en lugares sin restricciones de arriba hacia abajo, incluso si experimentamos un cambio de régimen, definitivamente no podremos llevar una vida mejor”.
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