Estudios revelan que los jóvenes ya no quieren boda; adultos son conservadores
Las personas mayores les preocupaba que los jóvenes fueran demasiado promiscuos; ahora tal vez nosotros, los vejestorios, deberíamos preocuparnos por el celibato juveniles
Las mujeres consideran si preferirían encontrarse con un oso en el bosque o con un hombre. Muchas se deciden por el oso.
Por Nicholas Kristof/ The New York Times
Escribí recientemente una columna lamentando la disminución en las tasas de matrimonio, señalando que una cifra récord de la mitad de los adultos estadounidenses ahora están solteros. Como romántico casado desde hace mucho tiempo, empapado de estadísticas que sugieren que el matrimonio se correlaciona con la felicidad, eso me pareció triste.
Mis lectores, no tanto.
Muchas lectoras, en particular, desestimaron el matrimonio heterosexual como una institución obsoleta que mima a los hombres y convierte a las mujeres en sirvientas no remuneradas.
“El matrimonio es generalmente EXCELENTE para los hombres”, declaró una lectora de Carolina del Norte cuyo comentario en la columna fue el que más gustó, con más de 2 mil personas recomendándolo. En las esposas recae brindar los cuidados, añadió, y “el sexo que recibe los cuidados será más feliz que el sexo que no recibe los cuidados”.
El segundo comentario más recomendado por los lectores provino de una mujer que dijo que cuando ella y sus amigas se juntan, “todas decimos: ‘Nunca más’. Los hombres requieren mucho cuidado. Pueden ser verdaderos bebés”.
Creo que estas escépticas plantean algunos puntos válidos —¡los hombres sí necesitamos ponernos las pilas!— aun cuando sigo siendo un firme creyente en el matrimonio tanto para parejas heterosexuales como homosexuales. Pero dejemos de lado por un momento las cuestiones sobre el matrimonio. La avalancha de enfado entre algunas lectoras me intrigó porque, si bien es anecdótica, se alinea con una considerable evidencia de las encuestas de una creciente división política, cultural y social entre hombres y mujeres en todo el mundo industrializado.
Una encuesta realizada en 20 países por el grupo de investigación Glocalities encontró “una creciente división entre hombres y mujeres jóvenes” en las perspectivas políticas y sociales, mientras que The Economist examinó encuestas en países ricos y también encontró que las mujeres jóvenes se están volviendo significativamente más liberales al tiempo que los hombres jóvenes se están volviendo relativamente más conservadores.
Un estudio realizado por Pew encontró que, en comparación con las mujeres que nunca se casaron, los hombres que nunca se casaron en Estados Unidos tienen 50 por ciento mayores probabilidades de alinearse con los republicanos.
Un indicador de la tendencia a la derecha de los hombres jóvenes: en el 2014, los hombres de entre 55 y 65 años eran el grupo más conservador, arrojan datos de Glocalities, mientras que ahora los hombres jóvenes son más conservadores que los mayores.
El telón de fondo es que los jóvenes y los hombres están rezagados en educación y tienen muchas menos probabilidades que las mujeres de obtener títulos universitarios. Muchos de estos hombres con menos educación batallan en el mercado laboral y, cada vez más, algunos parecen culpar de sus problemas al feminismo. Los hombres jóvenes son más propensos que los hombres mayores a decir a los encuestadores que “la promoción de los derechos de las mujeres y las niñas ha ido demasiado lejos”; las mujeres de todas las edades discrepan.
Un notable 45 por ciento de los hombres jóvenes entre 18 y 29 años dice que hoy los hombres enfrentan discriminación en EU. Los hombres mayores tienen menos probabilidades de sentirse así. El resultado, sugieren las encuestas, es que los hombres se están volviendo más gruñones y resentidos por el éxito de las mujeres, y más atraídos por los populistas autoritarios conservadores, desde Donald Trump hasta personalidades misóginas en Internet como Andrew Tate.
La encuesta de Glocalities concluyó que en todo el mundo la “derecha radical encuentra cada vez más un terreno fértil entre los hombres jóvenes, que ya está impactando las elecciones”.
Uno de las brechas entre sexos más comentadas se encuentra en Corea del Sur, donde casi el 80 por ciento de los hombres jóvenes dice que los hombres son discriminados, y donde el Presidente Yoon Suk Yeol fue electo en el 2022 en parte sobre una plataforma antifeminista. Las mujeres tienen sus propias quejas, incluyendo la poca ayuda que tienen de sus maridos en casa. Algunas feministas coreanas han creado el movimiento 4B, que promueve el no matrimonio, no bebés, no citas y no sexo. La tasa total de fertilidad de Corea del Sur se ha desplomado a una de las más bajas del mundo: la mujer promedio tiene ahora sólo 0.7 hijos.
Brad Wilcox, sociólogo en la Universidad de Virginia, sugiere en un libro reciente sobre el matrimonio que la división de género en Corea del Sur y otros países asiáticos puede ofrecer una idea de lo que se avecina en EU. Calcula que quizás un tercio de los jóvenes estadounidenses de hoy nunca se casarán, y que las parejas que viven juntas no reemplazan a los matrimonios. Más personas, dice, simplemente están desapegadas y solas.
Una ventana a las tensiones de género es un meme viral en TikTok en el que las mujeres consideran si preferirían encontrarse con un oso en el bosque o con un hombre. Muchas se deciden por el oso.
Los jóvenes no sólo se casan menos y tienen menos parejas; también están teniendo menos relaciones sexuales. Tradicionalmente, a las personas mayores les preocupaba que los jóvenes fueran demasiado promiscuos; ahora tal vez nosotros, los vejestorios, deberíamos preocuparnos por el celibato juvenil.
Quizás esta brecha de género se revierta y se solucione por sí sola. O tal vez, como sugirieron algunas de esas mujeres que comentaron, no es un problema, o es un problema sólo para los hombres.
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