Por Richard Fausset / The New York Times
MORLAIX, Francia — Durante siglos, en Morlaix, una ciudad de creperías en la costa bretona de Francia, los distribuidores más conocidos comerciaron lino durante el Renacimiento y construyeron una serie de casas singulares con entramado de madera en el Centro de la Ciudad.
Los nuevos distribuidores son otra historia. Francia, durante mucho tiempo un importante mercado europeo de drogas ilegales, padece una nueva preocupación por su tráfico interno de drogas y la violencia que conlleva. En los últimos años, el narcotráfico se ha vuelto más notorio en ciudades pequeñas y medianas de Francia, al traer inseguridad a lugares que antes parecían ser tranquilos y seguros, dicen expertos. Morlaix, con 15 mil habitantes, figura entre ellos.
“Enfrentamos una oleada de cocaína —algo nuevo”, dijo Jean-Paul Vermot, el Alcalde. Una mañana reciente, Vermot hizo un recorrido por Morlaix, al señalar con orgullo su pintoresco puerto de embarcaciones recreativas, el balcón del Ayuntamiento donde el General Charles de Gaulle dio un discurso en julio de 1945 y la fábrica de tabaco del siglo 18 convertida en centro cultural.
También mostró una banca de parque donde un grupo de jóvenes traficantes lo amenazó de muerte hace tres años. Mostró un complejo de viviendas públicas donde se vendía droga al aire libre antes de una reciente ofensiva policiaca. Mostró la puerta de una residencia rociada de agujeros de bala.
Al enfrentar lo que se ha llamado la “explosión simultánea” de oferta y demanda de drogas ilegales, funcionarios franceses adoptan propuestas para aplicar mano dura a los traficantes. Políticos conservadores han culpado a los consumidores ocasionales, como los fumadores de marihuana, de apoyar una industria letal en un momento en que algunos gobiernos han legalizado el cannabis.
Aún está por verse si todo esto equivale a una nueva guerra francesa contra las drogas. El Gobierno nacional de centroderecha de Francia se colapsó el mes pasado tras desacuerdos sobre el presupuesto del 2025. Un nuevo Gobierno, con una inclinación política similar, fue anunciado justo antes del 25 de diciembre. Su Ministro del Interior, Bruno Retailleau, es un remanente del Gobierno anterior y uno de los arquitectos del plan antidrogas propuesto.
En mayo, un reporte del Senado francés halló que “la intensificación del narcotráfico en áreas rurales y ciudades de tamaño moderado venía acompañada de un brote de violencia”.
Retailleau ha afirmado que el narcotráfico ha llevado a Francia al borde de la “mexicanización”, lo que implica una pérdida de control gubernamental sobre la seguridad pública.
Vermot dijo que las drogas más duras se habían vuelto más predominantes en Morlaix. Vigilancia policiaca reciente en un punto de venta identificó una variedad de usuarios.
© 2025 The New York Times Company