Se alistan mujeres para pelear en Ucrania
Las mujeres están peleando ahora en el sureste de Ucrania. El Ejército abolió las restricciones que impedían a las mujeres desempeñar funciones como ametralladora, comandante de tanque y francotiradora.
Mujeres participando en un curso de armas de fuego y combate urbano en un bosque cerca de Kiev.
Por Andrew E. Kramer y Maria Varenikova / The New York Times
Kiev, Ucrania. Halyna Vynokur, empleada de una ferretería, estaba usando un arma de fuego por primera vez. Iryna Sychova, gerente de compras de una tienda departamental, desarmó y volvió a armar las varillas y los resortes de un rifle Kalashnikov.
Estaban entre dos docenas de mujeres que acudieron a un bosque cerca de Kiev un fin de semana reciente para un curso de combate urbano, un entrenamiento que incluyó disparar rifles, detectar trampas explosivas y lanzar granadas de mano. Dijeron que estaban motivadas por un sentido del deber.
“Nadie quiere pelear en las trincheras”, dijo Olha Bakhmatova, de 46 años, una psicóloga que asistió al entrenamiento. Pero sentía que era “inevitable” que más mujeres terminaran peleando y quería estar preparada. “Entiendo: si no yo, ¿quién?”, dijo.
Después de 21 meses de guerra a gran escala, los combates en Ucrania se han estancado en batallas de desgaste a lo largo de una línea de frente en zigzag en el sureste. Un suministro constante de armas y personal es crucial, y si bien Ucrania tiene armamento donado por Occidente, depende de su propia población para reponer fuerzas —y la de Rusia es aproximadamente tres veces mayor.
Con tanto dependiendo de rellenar las filas, se están realizando esfuerzos para atraer a más mujeres ucranianas. Alrededor de 43 mil mujeres sirven ahora en el Ejército ucraniano, de acuerdo con el Ministerio de Defensa, un aumento de alrededor del 40 por ciento desde el 2021, el año anterior a la invasión a gran escala de Rusia. La fuerza de combate masculina se ha más que triplicado durante el mismo periodo.
Las mujeres están peleando ahora en el sureste de Ucrania. En varias medidas desde la invasión, el Ejército abolió las restricciones que impedían a las mujeres desempeñar funciones como ametralladora, comandante de tanque y francotiradora, y retiró las normas que prohibían a las mujeres conducir camiones. Elevó el límite de edad para las reclutas femeninas, anteriormente de 40 años, a 60 años, al igual que para los hombres. Antes, las mujeres habían asumido roles de combate en grupos paramilitares o eludiendo las reglas.
Mujeres se suman a la guerra
El acercamiento del Ejército ucraniano a las mujeres es un paso hacia la igualdad, pero también refleja el precio que ha cobrado la guerra. Los cientos de miles de hombres que querían ofrecerse como voluntarios al inicio de la guerra ya se han unido; muchos están muertos o heridos. Las sesiones exclusivamente para mujeres tienen como objetivo proporcionar un entorno de aprendizaje donde las mujeres no se sientan menos informadas que los hombres y donde sus esfuerzos no se comparen con la fuerza física masculina.
“Las mujeres pueden pelear a la par con los hombres y al mismo tiempo seguir siendo femeninas”, dijo Darya Trebukh, fundadora del grupo no gubernamental Ucrania Valkiriya, que dirige las sesiones. “El género de un guerrero no hace ninguna diferencia”.
“Todo el mundo entiende que la guerra no terminará en un mes. No quiero, nunca quise, pero entiendo que debo estar preparada para hacerlo”, dijo Vynokur, de 26 años, sobre ser miembro del Ejército. Éste no recluta a mujeres, aunque recientemente ha requerido que las mujeres con formación médica se registren para el reclutamiento.
El grupo Valkiriya ha entrenado a unas 200 mujeres en habilidades de combate. Las mujeres que desean unirse al Ejército se inscriben en las oficinas de reclutamiento; aproximadamente una de cada cinco realizando el entrenamiento lo ha hecho, dijo Trebukh.
En el bosque, pocas horas después de iniciado el entrenamiento, un grupo de media docena de mujeres, incluyendo a Sychova, practicaron tomar por asalto un edificio. Subieron escaleras, cruzaron pasillos, doblaron esquinas, cubriéndose unas a otras y manteniendo sus armas apuntadas a posibles amenazas. En un piso superior aguardaba un hombre que hacía de enemigo. Cuando el grupo líder llegó hasta él, una mujer gritó: “¡Contacto!”. Las alumnas fingieron disparar. “Es todo, chicas”, gritó Sychova por una escalera. “Lo matamos”.
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