Hospitales de Haití cerrados y sin suministros por violencia pandillas
Los suministros de sangre se están agotando, el combustible para hacer funcionar los generadores escasea y, debido a la violencia callejeras
Pacientes esperaban ser atendidos en el Hospital Universitario Estatal de Haití. El hospital ya cerró.
Por David C. Adams y Frances Robles /The New York Times
Taïna Cenatus, una estudiante culinaria de 29 años en Haití, perdió el equilibrio en la escuela un día de este mes y cayó. Ya en el suelo, se dio cuenta de que una bala perdida la había alcanzado en la cara.
Dejó un pequeño orificio en su mejilla, milagrosamente sin tocar su mandíbula y dientes.
A diferencia de muchos haitianos heridos en una salvaje toma de la Capital, Puerto Príncipe, por una pandilla, Cenatus pudo llegar a una clínica. Pero aún padece dolor, su herida se inflama y no puede obtener ningún alivio, con cada vez más clínicas y hospitales abandonados por el personal o saqueados por las pandillas.
“Me duelen los dientes”, dijo. “Puedo sentir que algo anda mal”.
La toma del poder por parte de las pandillas ha dejado en ruinas un sistema de atención médica ya débil. Más de la mitad de las instalaciones médicas en Puerto Príncipe y una gran región rural, Artibonite, están cerradas o no funcionan a plena capacidad, dijeron los expertos, porque es demasiado peligroso llegar a ellas o porque les han robado sus medicamentos y otros suministros.
En un País donde las Naciones Unidas estiman que hasta un millón de personas enfrentan la amenaza de la hambruna, el desmoronamiento de la infraestructura médica amenaza con poner en riesgo miles de vidas más.
El Hospital Universitario del Estado, el hospital público más grande del País, está cerrado. Los suministros de sangre se están agotando, el combustible para hacer funcionar los generadores escasea y, debido a la violencia callejera, las clínicas no pueden trasladar a los pacientes que necesitan un tratamiento más sofisticado. Los médicos también predicen un fuerte aumento en las muertes maternas e infantiles, ya que miles de mujeres se verán obligadas a dar a luz en casa en las próximas semanas.
Jean Marc Jean, un periodista independiente de 37 años, estaba cubriendo protestas antigubernamentales el mes pasado cuando un bote de gas lacrimógeno de la policía lo impactó en el ojo izquierdo. Tuvo tres cirugías para extirparle el ojo y repararle la órbita antes de que cerraran el hospital donde lo atendían porque estaba detrás del Palacio Nacional, que había sido atacado por pandillas. Su herida se infectó, por lo que su médico desafió las calles para realizar una visita a domicilio.
Jean dijo que necesitaba otra operación para implantarle una prótesis de ojo. Su hermano pasó un día entero buscando analgésicos y antibióticos porque la mayoría de las farmacias estaban cerradas. Jean dijo que podría intentar que le atendieran la infección en otro hospital, pero las pandillas podrían hacer imposible viajar.
“A menudo decimos en Haití que en Puerto Príncipe es como si estuviéramos en un barco”, dijo Batsch Jean Jumeau, presidente de la Sociedad Haitiana de Obstetricia y Ginecología. “No hay capitán ni dirección, y la gente estamos adentro y no sabemos a dónde vamos ni qué se puede hacer para salvarnos”.
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