El increíble testimonio de un nepalí que escapó del ejército ruso
Krishna Bahadur Shahi fue una de las víctimas de traficantes de personas que comercializan a nepalís para que se unan a las filas de combate de Rusia
Desesperado por encontrar trabajo, Krishna Bahadur Shahi se unió al Ejército ruso, creyendo que no vería acción. (Uma Bista para The New York Times)
Por Bhadra Sharma y Jeffrey Gettleman/The New York Times}
KATMANDÚ, Nepal — No tenía ningún documento. Ni dinero. Ni siquiera un teléfono.
Estaba envuelto en vendas y a 4 mil kilómetros de su pueblo en el Himalaya.
Pero mientras yacía en un hospital militar ruso, herido en batalla, Krishna Bahadur Shahi, un ingeniero desempleado de Nepal que se había unido al Ejército de Moscú, hizo una promesa.
De algún modo, se dijo, llegaré a casa.
“Tenía que salir”, dijo en una entrevista reciente. “Hasta estaba pensando en suicidarme. Sabía que si no salía de ese hospital me enviarían de regreso al frente, y bueno, no habría posibilidad de regresar con vida”.
Shahi había quedado enmarañado en el sombrío y depredador submundo de los traficantes de personas de Nepal que suministran combatientes extranjeros al Ejército ruso para su guerra en Ucrania. El Gobierno nepalí ha estado intentando cerrar este conducto. Pero el Ejército ruso sigue dependiendo de extranjeros jóvenes y pobres.
Shahi, de 24 años, es un ingeniero civil de una aldea en el área de Dailekh en el oeste de Nepal. Graduado universitario, enfrentaba sombrías perspectivas laborales. Nepal es uno de los países más pobres de Asia y sus padres, que son agricultores de mijo, tienen poco dinero.
Se unió al Ejército ruso, dijo, sólo “por el dinero”.
Los traficantes de personas, dijo, hicieron arreglos para que volara a Moscú. Les pagaría 5 mil 600 dólares. En Rusia ganaría 2 mil 200 dólares mensuales trabajando como guardia en una base, le dijeron, no en la línea del frente.
Shahi estaba entrando en una red de intermediarios y traficantes que lleva a miles de nepalíes cada año a países más ricos para trabajar. “Es una red enorme”, dijo Kritu Bhandari, un activista contra la trata en Katmandú, la capital de Nepal.
Reportes noticiosos y entrevistas indican que Nepal es una de las principales fuentes del Ejército ruso.
Shahi llegó a una base del Ejército ruso al este de Moscú en octubre, dijo. Después de dos semanas de entrenamiento básico, lo enviaron a una posición en la línea del frente cerca de Donetsk, Ucrania.
Después de que un bombardeo de artillería mató a tres amigos en diciembre, decidió huir. Su esposa, Alisha, en Katmandú, habló con un nepalés que vivía en Moscú y que conectó a Shahi con traficantes en Rusia. Pagaría 4 mil euros y los traficantes harían arreglos para trasladarlo en auto de Donetsk a Mariupol y luego a Moscú.
Shahi y un grupo de otros nepalíes llegaron a un apartamento medio destruido en Mariupol. Pero los traficantes, afirmó, no tenían un buen plan de salida.
Unos días más tarde, a las 4:00 horas, aparecieron agentes de policía y arrestaron a todos. Los traficantes, dijo Shahi, habían compartido la ubicación de su escondite.
Soldados rusos los llevaron de vuelta a una posición en la línea del frente en Donetsk, un búnker lleno de nieve. Días después, dijo Shahi, los comandantes rusos les ordenaron atacar una línea de trincheras ucranianas. Shahi recibió seis disparos en el brazo izquierdo y en la pierna derecha.
Se arrastró hasta un puesto de primeros auxilios y lo trasladaron en avión a un hospital en Rostov-on-Don, Rusia. Los cirujanos lo curaron. Pero pensó en suicidarse. Shahi logró llamar a su esposa. Ella pidió 8 mil dólares prestados para pagar a otro grupo de traficantes. El 23 de enero él tomó un taxi a la Embajada de Nepal en Moscú.
El Gobierno nepalí dice que al menos 32 hombres nepalíes han muerto peleando por Rusia.
En marzo, Nepal solicitó oficialmente que Rusia repatriara a todos los nepalíes que se habían unido al Ejército ruso. Pero Rusia aún no ha hecho nada, dijo el Ministerio de Asuntos Exteriores de Nepal.
Al inicio de la guerra, el Presidente Vladimir V. Putin de Rusia dio la bienvenida a los combatientes extranjeros a su Ejército, diciendo que venían “de forma voluntaria, especialmente no por dinero”.
Prakash Mani Paudel, director del Departamento de Servicios Consulares de Nepal, dijo que la Embajada ha ayudado a escapar a 110 nepalíes.
Shahi llegó cojeando al aeropuerto Domodedovo de Moscú el 24 de enero. En el mostrador de inmigración, cuatro agentes de la policía fronteriza rusa lo llevaron a otra habitación y le ordenaron que se desnudara hasta quedar en ropa interior.
“Estaba pensando que no lo lograría”, dijo Shahi.
Al final lo dejaron ir.
Shahi recorrió dificultosamente la pasarela, dijo, y se sentó. Finalmente se sintió seguro.
“Salvé mi propia vida”, dijo.
Cuando el avión despegó, las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas.
“Gente me miraba”, dijo. “Pero no me importó”.
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