Japón veta nombres “vistosos” para niños
Los niños japoneses con nombres poco convencionales enfrentan retos sociales y prácticos exclusivos de su País y su lengua escrita
El antiguo nombre de Yuuki Matsumoto era Yuni, representado por los caracteres del lado izquierdo.
Por Hikari Hida / The New York Times
Cuando era niño, lo único que Yuni Matsumoto quería era encajar, pero su nombre lo hacía difícil. Era poco común en Japón y esencialmente ilegible como estaba escrito. Los compañeros de secundaria lo ridiculizaban. El acoso empeoró tanto que finalmente abandonó la escuela.
Matsumoto, de 24 años, tenía lo que se conoce como un nombre kira-kira —que significa “vistoso” o “brilloso”. Un número cada vez mayor de padres japoneses eligen estos nombres poco convencionales para que sus hijos destaquen.
Los padres de Matsumoto fueron impulsados por ese mismo deseo de originalidad, pero para él, su nombre era un grillete. Esta primavera, fue al tribunal y lo cambió por uno común, Yuuki, escrito de una manera que cualquiera pudiera leer. “Sentí que finalmente había sido liberado”, dijo.
Los niños japoneses con nombres poco convencionales enfrentan retos sociales y prácticos exclusivos de su País y su lengua escrita. Citando esas dificultades, el Gobierno ahora está tomando medidas para frenar esta práctica, al tiempo que insiste en que no está cerrando el espacio para que los padres sean creativos.
En el curso de dos años entrarán en vigor cambios en la ley que rige los certificados de registro familiar que todo ciudadano japonés debe poseer. Los cambios prohibirán a los padres dar a sus hijos nombres no convencionales y, por primera vez en los 150 años de historia moderna de los registros, requerirán anotaciones que garanticen que todos los nombres puedan leerse según lo previsto.
En Japón, la mayoría de los nombres tradicionales tienen caracteres, conocidos como kanji, cuyos significados representan lo que los padres esperan que su hijo llegue a ser de adulto. Cada caracter —los padres pueden elegir entre 2 mil 999 de ellos, según la ley— tiene una pronunciación asociada, y esos sonidos juntos forman la lectura del nombre.
Pero la mayoría de los kanji tienen más pronunciaciones posibles, una peculiaridad relacionada con la adopción del sistema de escritura chino por parte de Japón hace más de mil 500 años. Eso les da a los padres la oportunidad de derivar una pronunciación inusual a partir de la secuencia de caracteres que componen un nombre, con una lectura prevista que nadie podría saber con sólo mirar los caracteres —el problema con el nombre de Matsumoto.
No a todas las personas con un nombre poco convencional les desagrada. Urara Takaseki, fundadora de varias startups, dijo que un nombre singular —el suyo significa “belleza primaveral”— la ayudó a destacar en entornos empresariales y sociales. “Es un excelente modo de iniciar una conversación”, dijo Takaseki, de 25 años, y “facilita que los demás te recuerden”.
Por su parte, Matsumoto dijo que le gustaría que los padres lo pensaran dos veces antes de imponer un nombre a sus hijos.
“Un nombre puede cambiar la trayectoria de una vida”, afirmó.
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