Kazreti: de oasis comunista a ciudad en ruinas tras colapso de la Unión Soviética
Kazreti, una vez próspera bajo los soviéticos, enfrenta desempleo y decadencia tras el colapso de la URSS, con servicios cerrados y minas abandonadas
Una planta de manganeso frente a un edificio decrepito en Chiatura, alguna vez considerado un paraíso obrero. (Natela Grigalashvili para The New York Times)
Por Ivan Nechepurenko/The New York Times
KAZRETI, Georgia — La ciudad de Kazreti, arropada en las pintorescas montañas cerca de la frontera con Armenia, alguna vez contó con un cine, un banco, fuentes, dos escuelas y un jardín de infantes. Ensambles de danza y equipos de voleibol de toda la Unión Soviética venían a competir, y la calefacción central y la energía eléctrica eran gratuitas.
“Era un verdadero oasis comunista”, señaló Davit Jakeli, de 52 años, quien trabajaba como carpintero en una escuela en la ciudad de unos 5 mil 500 habitantes, unos 80 kilómetros al suroeste de Tbilisi, la Capital georgiana.
No obstante, tras el colapso soviético en los 90, todo se vino abajo en Kazreti, recordó. Al ya no contar con el apoyo de la economía del mando soviético, las minas de oro y cobre locales, que no eran rentables, cerraron, dejando a cientos de personas sin trabajo.
Ahora sólo hay una escuela, y el cine y el banco han cerrado.
“Es una gran injusticia lo que pasó aquí”, dijo Jakeli, quien ahora revende chatarra desde casa.
En el curso de las últimas tres décadas, Georgia, un País de 3.6 millones de habitantes, ha sido uno de los estados ex soviéticos más pro-Occidente. Encuestas aún muestran que más del 60 por ciento está a favor de unirse a la Unión Europea y la OTAN.
Sin embargo, persisten tensiones entre quienes ven el futuro de Georgia en Occidente y quienes añoran un pasado soviético que les brindó infraestructura e ingresos estables.
A inicios de este año, miles de activistas en Tbilisi protestaron contra una ley impulsada por el Gobierno para frenar la influencia de organizaciones financiadas por Occidente.
Esas tensiones se han agravado por la guerra en Ucrania. Aunque la invasión rusa galvanizó a la oposición pro-occidental, que vio la postura neutral del Gobierno respecto a las sanciones como una prueba de que estaba del lado de Moscú, otros georgianos han sido cautelosos en cuanto a provocar a Rusia, temiendo que lo que sucedió en Ucrania también pudiera pasar en Georgia.
En Kazreti y otras ciudades georgianas por toda la región industrial, las demandas de manifestantes —y su temor a Rusia— suenan huecas.
Mientras que muchos residentes urbanos ven el período soviético como una época de ocupación, para mucha gente en las zonas rurales fue una era de abundancia. Fuera de la Capital, el desempleo es generalizado y el abuso de drogas y alcohol es rampante.
Una ciudad, Chiatura, alguna vez fue un paraíso de obreros soviéticos, conocida por los teleféricos que trasladaban a trabajadores a minas de manganeso.
Realzando la desesperación en lugares como Chiatura está la degradación ambiental, con minas a cielo abierto excavadas en bosques y montones de desechos mineros residuales. Parte de esa devastación data de la época soviética, pero los residentes dicen que gobiernos sucesivos desde entonces no han hecho nada al respecto.
Para mucha gente, hay poca diferencia entre el Gobierno pro-occidental de la década del 2000 y el actual, que adopta una postura más neutral hacia Rusia.
Kote Abdushelishvili, un cineasta de 35 años, ha intentado convencer a la gente de que Georgia debería ser parte de Occidente.