La Cuenca Badwater, el lago que da vida al Valle de la Muerte
El Valle de la Muerte es el parque nacional más grande de la zona continental de EU, al abarcar 1.3 millones de hectáreas. Sus pintorescas dunas de arena y formaciones rocosas sirvieron como el paisaje de Tatooine en la cinta original de “Star Wars”
“Estoy aquí por el agua”, dijo Lata Kini, una turista en el nuevo lago del Parque Nacional del Valle de la Muerte.
Por: Jill Cowan/ The New York Times
Furnace Creek y Stovepipe Wells se cuentan entre los puestos de avanzada a la orilla del camino dentro del Parque Nacional del Valle de la Muerte, mientras que Dante’s View atrae turistas al ponerse el Sol y Hell’s Gate recibe a visitantes que llegan del este.
En el verano, hace tanto calor aquí, a lo largo de la columna sureste de California, que el parque ha soportado algunas de las temperaturas más altas jamás registradas en la Tierra. Un enorme termómetro extraoficial ha rebasado los 54 grados centígrados en años recientes.
Sin embargo, el calor no fue lo que incitó a Lata Kini, de 59 años, y a su marido, Ramanand, de 61, a hacer las maletas y manejar siete horas por impulso el mes pasado.
“Estoy aquí por el agua”, dijo Kini, en Zabriskie Point, mientras observaba cómo la salida del Sol pintaba los ondulantes picos de piedra en tonos rosa y morado.
A lo lejos, brillaban las salinas blancas de la Cuenca Badwater, el lugar más bajo de Norteamérica, a 85.5 metros bajo el nivel del mar. Fue ahí, en medio de tierra cubierta de sal, donde apareció un gran lago casi de la noche a la mañana, al resaltar cómo el cambio climático está alterando la vida en uno de los paisajes más remotos de EU.
El 20 de agosto, el sur de California se preparó para un diluvio provocado por la tormenta tropical Hilary, cuya llegada a tierra en California fue un suceso excepcional. Muchas regiones la libraron con pocos daños, pero no así el Valle de la Muerte.
El agua que descendía de las montañas había dañado todos los caminos, dejando muchos de ellos intransitables. En un solo día, el parque registró casi 6 centímetros de lluvia —más que en todo un año.
El Valle de la Muerte es el parque nacional más grande de la zona continental de EU, al abarcar 1.3 millones de hectáreas. Sus pintorescas dunas de arena y formaciones rocosas sirvieron como el paisaje de Tatooine en la cinta original de “Star Wars”. En total, el parque atrae más de un millón de visitantes al año, muchos de los cuales hacen una parada rumbo a Las Vegas o de regreso.
Sin embargo, tras la tormenta, el parque cerró durante casi dos meses y volvió a abrir en octubre. Los funcionarios del parque dijeron que el cierre subraya la necesidad de adaptarse en el futuro.
“Todos los modelos de cambio climático dicen que se anticipa que esta zona del País tenga tormentas grandes y más frecuentes”, comentó Abby Wines, una guardabosques quien administra seguridad y asuntos públicos.
La Cuenca Badwater por lo normal consta de tierra compactada cubierta de sal, dejada atrás por el agua que descendió de las montañas y laderas contiguas con el paso de miles de años y se evaporó entre el calor sofocante.
Pero cuando el Valle de la Muerte reabrió sus puertas, los visitantes fueron recibidos por un cuerpo de agua liso como un espejo.
Era la primera vez que se formaba un lago aquí en casi 20 años, y éste es considerablemente más grande que el anterior.
En el malecón de la Cuenca Badwater, donde por lo común llegan autobuses repletos de turistas para ver las salinas, ahora metieron los pies en el agua salada.
El lago fue una vista agradable para Mandi Campbell, la funcionaria de preservación histórica para la tribu Timbisha Shoshone, que ha hecho del valle su hogar durante siglos. El lago apuntaba a un respiro para la tierra, reseca por largos períodos sin lluvia.
No obstante, también fue un recordatorio de lo que su comunidad ha perdido.
Estaba afuera de la pequeña casa de adobe desocupada donde vivió con su abuela hace décadas. Las casas de adobe fueron construidas en 1930, cuando miembros de la tribu fueron obligados a mudarse a un par de kilómetros del terreno que hoy alberga el Centro de Visitantes de Furnace Creek en el parque nacional.
Cuando Campbell, de 49 años, era niña, los mezquites de miel que salpicaban el desierto absorbían cualquier lluvia esporádica, produciendo una abundancia de frijoles.
Ahora, cuando llegan las lluvias, abruman la tierra reseca. Los tamariscos sedientos e invasores, sembrados por el Gobierno federal, están verdes, mientras que los mezquites de miel se han vuelto espinosos y han dejado de dar frutos.
Campbell dijo que, aunque hoy tiene una buena relación con los funcionarios del parque, el cierre del parque sirvió como una ventana al pasado del valle.
“Creo que la Madre Naturaleza necesitaba un respiro”, afirmó.