La lesión que guio a Jon Fosse hacia una el premio Nobel de Literatura
Jon Fosse, ganador del Premio Nobel de Literatura en 2023, están profundamente marcadas por una lesión que sufrió a los siete años en una granja en Noruega
Jon Fosse, con un póster suyo de una tienda de regalos de Oslo, ganó el Premio Nobel de Literatura 2023.
Por Alex Marshall | The New York Times
OSLO — Una lesión sufrida a los siete años ha dado forma a la vida como escritor de Jon Fosse. En la pequeña granja de su familia en Strandebarm, una aldea en medio de los fiordos occidentales de Noruega, el joven Fosse llevaba una botella de jugo cuando resbaló en el hielo. La botella se rompió y un fragmento de vidrio le cortó una arteria en la muñeca.
Mientras era llevado de urgencia al médico, recordó Fosse, tuvo una experiencia extracorporal. “Me vi desde afuera”, dijo. Supuso que estaba a punto de morir, pero estaba consciente de una “especie de luz brillante”, dijo.
“Todo tenía mucha paz”, dijo Fosse: no sintió “ninguna tristeza”, sino más bien la sensación de que había “una belleza, una belleza en todo”.
Fosse dijo que el roce con la muerte había influido toda su obra: ficción, obras de teatro y poesía, por la que recibió el Premio Nobel de Literatura 2023. “A menudo digo que hay dos idiomas: las palabras que escribí —las palabras que puedes entender— y detrás de eso hay un lenguaje silencioso”, dijo Fosse, donde puede yacer el verdadero significado.
En una conferencia en Estocolmo, Fosse ahondó en la idea de un lenguaje silencioso. “Sólo en el silencio se puede escuchar la voz de Dios”, dijo. “Tal vez”.
Para sus fans, la espiritualidad es parte importante del atractivo. Anders Olsson, presidente del comité del Nobel, dijo que la obra de Fosse inducía sentimientos e interrogantes “que en última instancia existen más allá del lenguaje”. El “profundo sentido de lo inexpresable” en la obra de Fosse lleva a los lectores “a una experiencia cada vez más profunda de lo divino”, dijo Olsson.
Fosse saltó recientemente a la fama en el mundo de habla inglesa con libros que incluyen “Septología”, de siete partes. Pero en Europa continental, Fosse, de 64 años, tiene décadas de ser una estrella, menos por sus novelas que por sus obras de teatro, que a menudo tratan temas macabros.
Sus primeros libros estaban “llenos de dolor”, dijo Fosse, presentando a menudo personajes atrapados en momentos de indecisión.
En el momento en que escribió esos primeros libros, cuando tenía veintitantos años, Fosse era ateo. Era maestro en una academia de composición escrita en la ciudad de Bergen, en Noruega, donde su círculo incluía a “intelectuales, estudiantes y artistas jóvenes” que eran comunistas y pensaban que el arte y la literatura debían ser políticos. Pero Fosse discrepaba. “La literatura debería ocuparse de sí misma”, dijo, en lugar de tratar de lograr un objetivo político, social o incluso religioso.
A medida que escribía más, dijo Fosse, el proceso en sí lo llevó a comenzar a cuestionar su ateísmo. Nunca planeó una historia o un poema de antemano, pero cuando las palabras brotaban, comenzó a preguntarse de dónde venía todo. Comenzó a explorar la religión y “una especie de reconciliación o paz” apareció en su escritura, dijo.
Fosse dijo que bebía para lidiar con las exigencias de una vida teatral trotamundos. En un momento del 2012, dijo, estaba bebiendo una botella de vodka al día y apenas comía. Se desplomó por intoxicación alcohólica y tuvo que pasar varias semanas en un hospital.
Fosse se dijo a sí mismo: “Basta, Jon”, y nunca volvió a beber. Poco después se convirtió al catolicismo. Asistir a misa, dijo Fosse, “puede sacarte de ti mismo y llevarte a otro lugar”. La sensación era similar a la de escribir —o beber, añadió.
En “Septología”, que el comité del Nobel llamó la “obra maestra” de Fosse, Asle, un pintor, recuerda experiencias similares a la vida de Fosse. Asle recuerda un accidente infantil en el que se resbala en un corral de granja y se corta una arteria, encontrándose rodeado por un “polvo amarillo transparente, brillante y reluciente y no tiene miedo, sintiendo algo así como felicidad”.
Pero luego deja de imaginarse la escena. Ya no puede pensar en ese momento, dice Asle. “Es mejor ponerlo en mis pinturas lo mejor que pueda”.
“Hay dos idiomas: las palabras que escribí —las palabras que puedes entender— y detrás
de eso hay un lenguaje silencioso”.
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