La Luna podría transformarse para siempre
Los funcionarios de la NASA han intentado desde el 2020 forjar un camino más cooperativo para la Luna vía los Acuerdos Artemisa de la agencia
La NASA ya ha otorgado miles de millones de dólares en total en contratos a empresas privadas.
Por Rebecca Boyle / The New York Times
La Luna se yergue sola: es un páramo desolado que alberga poco salvo lo que le aportamos, ya sea con nuestras mentes o con nuestras naves espaciales. Pero eso está a punto de cambiar.
En las próximas semanas, una nave espacial llamada Nova-C se dirigirá hacia el polo sur de la Luna. Si todo marcha como está previsto, Nova-C, construida por la empresa privada Intuitive Machines en el marco del programa Servicios Comerciales de Carga Útil Lunar de la NASA, alunizará unos siete días después, portando instrumentos científicos. También llevará una colección de narrativas almacenadas en discos de microfichas, varias cámaras y pequeñas esculturas realizadas por el artista Jeff Koons que estarán encerradas en un cubo y permanecerán en la Luna a perpetuidad.
El lanzamiento esperado de este mes se dará rápidamente después del intento fallido de alunizaje de otra compañía. Peregrine, construida por Astrobotic Technology bajo otro contrato de Servicios Comerciales de Carga Útil Lunar, voló exitosamente al espacio el 8 de enero, pero su misión se vio interrumpida debido a una fuga de combustible. No logró ser la primera misión privada en alunizar, pero Nova-C podría tener éxito —al igual que la siguiente y muchas más. Presagia un futuro desalentador en el que la Luna se convertirá en un hervidero de iniciativa privada humana sin regulación que la transformarán irreversiblemente.
Este mes, por primera vez, la Luna estará ocupada por capital privado —incluyendo pequeñas startups cuyos objetivos trascienden la ciencia y la exploración— lanzando módulos de aterrizaje y cápsulas. Estas misiones aún están fuertemente subsidiadas por la NASA y otras agencias espaciales que buscan regresar definitivamente a la Luna, principalmente vía el programa Artemisa de la NASA. El programa Servicios Comerciales de Carga Útil Lunar, como parte de Artemisa, exhorta a empresas privadas a construir módulos de aterrizaje e incluso vehículos móviles que la NASA pueda pagar por usar, a diferencia del enfoque tradicional de equipo construido por la NASA. Eso significa que incluso si portan experimentos científicos patrocinados por el Gobierno, los nuevos módulos de aterrizaje construidos de forma privada y comercialmente financiados pueden optar por agregar otras cargas útiles no científicas compradas por otros clientes.
Es probable que esta nueva era de misiones lunares cambie la relación de la humanidad con la Luna. Antes de que esto suceda, nos debemos a nosotros mismos y a la propia Luna una consideración más profunda de lo que representa el único satélite natural de nuestro planeta. Todo lo que le hagamos durará eternamente. Tenemos una enorme responsabilidad con el futuro de la Luna.
La Luna protege a nuestro planeta del caos climático al moderar el eje de la Tierra. Fomentó la evolución de la vida compleja. A través de su marea, la Luna atrajo a animales con columna vertebral a la tierra. Los primeros humanos la utilizaron para marcar el tiempo, crear calendarios y forjar las primeras civilizaciones; más tarde, la utilizamos para consolidar el poder, desarrollar la religión e inventar la filosofía y la ciencia. Ha desempeñado un papel fundamental en nuestra evolución y es un elemento principal de todo, desde las trincheras de la guerra hasta nuestros máximos sueños.
Antes de que termine esta década, es posible que puedas ver evidencia de construcción humana o incluso de habitación en la Luna si tienes un telescopio lo suficientemente potente. En mayo del 2023, la firma de contabilidad PwC estimó que la industria espacial mundial tenía un valor de 469 mil millones de dólares y alcanzará el millón de millones de dólares en el 2030, al tiempo que los países y las empresas cada vez más utilizan satélites para manufactura, generación de energía y datos. La NASA ya ha otorgado miles de millones de dólares en total en contratos a empresas privadas, incluyendo gigantes establecidos como Lockheed Martin, empresas más nuevas respaldadas por multimillonarios como SpaceX y Blue Origin, startups como los fabricantes de módulos de aterrizaje Astrobotic e Intuitive Machines, y la firma de investigación de energía nuclear Zeno Power. “Nos encontramos en un punto de inflexión, donde las ideas que antes estaban confinadas a las páginas de la ciencia ficción representan inversiones atractivas”, dice el reporte de PwC.
La Luna es de todos, lo que significa que no es de nadie; el uso de la Luna por parte de cualquiera exige la consideración de todos. Entre los alunizajes programados para el 2024 y 2025 bajo el programa Servicios Comerciales de Carga Útil Lunar figuran un robot buscador de agua, un sistema de navegación que funciona como un dispositivo GPS, instrumentos para sondear el interior de la Luna y contenedores de muestras que recolectarán suelo lunar. Estos módulos de aterrizaje privados se unirán a los vehículos exploradores, módulos de aterrizaje e instrumentos científicos lanzados por los gobiernos de Estados Unidos, China, Rusia e India. El 19 de enero, después de repetidos intentos fallidos, Japón se convirtió en el quinto país del mundo en alunizar de forma segura una nave espacial.
Los funcionarios de la NASA han intentado desde el 2020 forjar un camino más cooperativo para la Luna vía los Acuerdos Artemisa de la agencia, un marco no vinculante respecto a estándares para equipo, la ayuda mutua en emergencias, compartir datos científicos y proteger los lugares de aterrizaje del Apolo. Pero los acuerdos también dejan mucho espacio para la extracción y el uso de “recursos” minados, que podrían incluir polvo lunar, agua, elementos de tierras raras u otros materiales.
La Luna no estará sola por mucho tiempo. Pero es y será por siempre silencio. No experimenta tormentas eléctricas, olas que rompen, cantos de pájaros ni himnos. Debemos ser su voz. Pronto cambiaremos su superficie y nuestra relación con ella para siempre. Como mínimo, le debemos a la Luna una discusión considerada sobre por qué y cómo lo haremos.
Rebecca Boyle es una periodista que vive en Colorado Springs. Envíe sus comentarios a intelligence@nytimes.com.
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