Las librerías de París obtienen indulto olímpico
Durante siglos, los puestos de libros han sido un elemento infaltable de París, por lo que cuando la policía de la Ciudad ordenó retirarlos para los Juegos Olímpicos de este verano, alegando preocupaciones de seguridad, se produjo un alboroto
Los bouquinistes del Sena son “un patrimonio vivo de la capital”, dijo el Presidente Emmanuel Macron de Francia.
Por Catherine Porter | The New York Times
PARÍS — Libros con hojas de oro con grabados, libros encuadernados en cuero de hace 200 años, muchos de ellos tan preciados que son envueltos en celofán antes de ser colocados en antiguas cajas de madera colocadas en el acotamiento pedregoso del Sena para ser hojeados por estudiantes, intelectuales y turistas.
Durante siglos, los puestos de libros han sido un elemento infaltable de París, por lo que cuando la policía de la Ciudad ordenó retirarlos para los Juegos Olímpicos de este verano, alegando preocupaciones de seguridad, se produjo un alboroto. Ahora ha intervenido el Presidente Emmanuel Macron, calificando a los libreros como “un patrimonio vivo de la capital” y diciendo que podían quedarse.
El alivio fue evidente, y no sólo entre los libreros o bouquinistes, sino también entre los parisinos cultos, románticos e intelectuales, algunos de los cuales firmaron una columna de opinión defendiendo a los libreros en Le Monde en agosto. Comenzaba con una cita de Albert Camus: “Todo lo que degrada la cultura acorta los caminos que conducen a la servidumbre”.
“Pensar que los bouquinistes son simples libreros es no entender nada. Hablan de la identidad misma de París y sus profundos vínculos con la literatura. París es una Ciudad nacida de los sueños de los escritores”, dijo Alexandre Jardin, un escritor francés que firmó la columna.
Vendedores ambulantes han vendido libros de segunda mano a lo largo del río desde por lo menos el siglo 17. En 1859, Napoleón III autorizó los puestos, que corrían peligro de ser retirados a pesar de su popularidad, volviéndolos permanentes. Desde entonces, unos 230 vendedores han creado lo que se considera el mercado de libros al aire libre más grande de Europa, llenando con sus ofertas más de 930 cajas a lo largo de 3 kilómetros del Sena.
Los puestos color verde oscuro se han convertido en un símbolo de dos pasatiempos favoritos de los parisinos: “flâner”, o pasear sin ningún objetivo en particular, y la lectura.
“Los bouquinistes sólo han existido en París —al aire libre, abiertos todos los días de la semana, del 1 de enero al 31 de diciembre— desde hace 450 años”, dijo Jérôme Callais, presidente de la Asociación Cultural de Bouquinistes, que cuenta entre sus antiguos clientes a Steven Spielberg; Fernando Henrique Cardoso, ex Presidente brasileño; y Presidentes franceses, incluyendo a Jacques Chirac y François Hollande.
La policía notificó el verano pasado a los bouquinistes que habría que retirar unas 570 cajas con motivo de la ceremonia de apertura de los Juegos, que se desarrollará a lo largo del Sena en una flotilla de barcos. Fueron consideradas un riesgo de seguridad.
Los bouquinistes reunieron a sus tropas y a sus abogados, jurando luchar en los tribunales y en las calles. Durante meses, se reunieron con representantes de la policía y del Ayuntamiento, pero no aceptaron ninguna concesión: mover las cajas centenarias significaría su destrucción, dijeron.
En octubre, Sylvie Mathias estaba junto al puesto que ha atendido durante más de 20 años cuando vio pasar a Macron, seguido de agentes de seguridad. Alcanzó al Presidente y le preguntó directamente: ¿Quitaría sus cajas?
“No, no te quitaremos tus cajas”, respondió.
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