Por Vanessa Friedman / The New York Times
Desde el momento en que el mundo vio el rostro sonriente y sin cubrebocas del joven en el hostal en Nueva York, empezaron a circular memes sobre su aspecto. En los días que transcurrieron desde entonces, luego de que Luigi Mangione fue identificado y acusado del homicidio de Brian Thompson, el director general de UnitedHealthcare, ha sido imposible eludir su fotografía, o fotografías. Están proliferando.
Aparecen en televisión, en periódicos y por todas las redes sociales. No solo imágenes de Mangione cuando fue fichado en una estación de Policía en Altoona, Pennsylvania, o sus fichas policiacas con uniforme naranja de reo, sino instantáneas suyas de épocas pasadas, con un saco azul marino, impecable camisa blanca y corbata. También imágenes suyas de excursión y sin camisa en las colinas. En todas, aparece rasurado, con el cabello rizado y a menudo luce una sonrisa reluciente. Incluso su perfil de Tinder se ha hecho público. Un comentarista comparó el flujo de imágenes con “una sesión fotográfica interminable”.
Y con ellas han llegado los comentarios, el embelesamiento y los videos de los fans.
“Si el sujeto está en forma, deben absolverlo”, decía una publicación en X.
“Es incluso más sexy, con cubrebocas y sin camisa”, expresó otra.
En efecto, Mangione no tardó en ser popularmente bautizado como “el asesino sexy”.
Incluso antes de que se hubiera nombrado a un sospechoso, se escribió mucho sobre la elevación del asesino al estatus de héroe popular. Se le asignó el papel de lo que el historiador Eric Hobsbawm llamó el “bandido social” —un hombre que parece pronunciarse contra un sistema injusto. Entonces, una vez que Mangione fue acusado de asesinar a Thompson a tiros, entró en acción lo que psicólogos forenses llaman el “efecto halo”.
Un término oficial para la tendencia del público de equiparar inocencia con atractivo físico, el efecto halo, cuando se combina con el fenómeno del bandido social, crea un arquetipo explosivo de la cultura pop —amado por creadores de mitos y Hollywood y profundamente arraigado en la psique general.
Así tenemos a Robin Hood, interpretado por Russell Crowe. A Jesse James, encarnado por Brad Pitt (sin mencionar a Colin Farrell, Rob Lowe y Tyrone Power.) A Butch y Sundance, la versión de Paul Newman y Robert Redford. Se obtiene la versión lasciva y romantizada sobre el criminal y el revolucionario sangriento.
Mangione ya es comparado con el Che Guevara. Simplemente, parece encajar a la perfección en una narrativa existente, pulida y suavizada por la fábrica de sueños, con todas las ideas preconcebidas (y el perdón) que eso implica. Tiene el aspecto adecuado.
Hay un largo historial de romantizar a los bellos y los encarcelados (con un privilegio específico otorgado a hombres blancos); vea, por ejemplo, a Charles Manson, y el número de mujeres que se convirtieron en sus amigas por correspondencia en prisión. También hay un largo historial de investigación que muestran que “el atractivo se relaciona con una disminución en los arrestos y la duración del encarcelamiento” —sobre todo cuando se añade un buen cuidado personal, dijo Michael TenEyck, profesor asistente de criminología en la Universidad de Texas, en Arlington.
Esto ha sido exacerbado por las redes sociales, donde las fotos son un medio de comunicación donde todos pueden emitir su juicio, incluso antes de que se conozca algún hecho.
Antes de este caso, por ejemplo, estuvo el de Jeremy Meeks, también conocido como el “delincuente sexy”, un ex miembro de la pandilla de los Crips quien fue encarcelado por robo mayor, cuya ficha policiaca se volvió un meme y quién se convirtió en modelo cuando fue liberado —y ahora tiene un millón de seguidores en Instagram.
El problema es que, al tiempo que cada historia nueva es añadida a la tradición, pierde algunos de sus horrores reales y adquiere más brillo. No es de sorprender que las propuestas ya hayan empezado a darle a la historia de Mangione un trato de celebridad. Al poco tiempo que empezaron a aparecer sus fotos, Jameela Jamil, la actriz y conductora de televisión británica, decretó, “ha nacido una estrella”.
Jonathan Van Ness, uno de los astros del programa “Queer Eye”, sugirió que la siguiente temporada “debería estar exclusivamente dedicada a Luigi Mangione”.
Ezra Sosa, de “Dancing With the Stars”, hizo un TikTok al ritmo de “Lips Like Sugar”, en el que insinúa que Mangione “va a ser mi pareja de baile en la temporada 34”.
Se han hecho llamados en línea para que Ryan Murphy, productor ejecutivo de la serie de antología “American Crime Story” de la cadena FX, cuya reciente temporada sobre los hermanos Menendez inspiró su propio club de fans, aborde el drama Mangione. (Netflix también es mencionado).
En el juego de selección del reparto de fantasía, Dave Franco es uno de los favoritos para estelarizar. Incluso Kim Kardashian ha sido etiquetada para incitarla a aceptar el caso como parte de su proyecto de reforma carcelaria.
Sin embargo, entre toda la conmoción sobre el atractivo —y potencialmente, la forma en que dichas historias a menudo son reescritas y recreadas por la historia— lo que se omite es la violencia, así como las víctimas.
Vanessa Friedman es directora de moda y crítica de moda principal para The New York Times desde el 2014.
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