Masoud Pezeshkian, el presidente de Irán que promete un cambio
Pezeshkian busca frenar el uso obligatorio del hiyab para las mujeres, levantar las restricciones a internet y colaborar con Estados Unidos en un intento por levantar las sanciones
Masoud Pezeshkian quiere llevar a Irán a ser más abierto socialmente. En un mitin de campaña en Teherán. (Arash Khamooshi para The New York Times)
Por: Farnaz Fassihi/ The New York Times
El Presidente electo de Irán, Masoud Pezeshkian, caminó por un frondoso cementerio y se sentó junto a una lápida que llevaba el nombre de su esposa. Momentos después iba en un auto, llorando.
Las escenas fueron capturadas en un video de campaña dirigido a su esposa, Fatemeh. “Te extraño más que nunca”, dice el narrador, hablando en nombre de Pezeshkian, “desearía que estuvieras aquí conmigo en estos días en los que hice esta difícil promesa”.
La declaración pública de amor es una anomalía entre políticos iraníes. Sin embargo, Pezeshkian, un cirujano cardíaco de 69 años quien ganó las elecciones como un reformista, luce y suena poco convencional.
Se ha pintado a sí mismo como un líder moderno para una nueva era en Irán, un hombre religioso que consideraba a su esposa una compañera equitativa cuando ella aún vivía —e, igual que él, practicaba la medicina— y que era un viudo devoto luego de su muerte en un accidente automovilístico. Crió a tres hijos y nunca se volvió a casar.
“Él prometió que, así como apoyó a su familia en ausencia de su madre, apoyaría al pueblo iraní”, dijo Ali Vaez, director iraní del International Crisis Group.
Pezeshkian ha dicho que quiere llevar a Irán a ser más próspero, más abierto socialmente y más involucrado con Occidente. En una reciente columna de opinión publicada en The Tehran Times, describió su política exterior como “impulsada por las oportunidades”, fortaleciendo vínculos con sus aliados Rusia y China, pero abierta a cooperar con la Unión Europea. Dijo que Irán no “respondería a la presión” de Estados Unidos.
Queda por ver si Pezeshkian podrá lograrlo. Pero tiene una oportunidad, porque el líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Jamenei, lo respaldó e instruyó a sus subordinados a trabajar con el nuevo Presidente.
Pezeshkian ha tratado de parecer no un disruptor sino un solucionador más pragmático, asegurando en debates que obedecería a Jamenei.
Analistas señalaron que tendrá que negociar con Jamenei si quiere cumplir sus promesas, como frenar el uso obligatorio del hiyab para las mujeres, levantar las restricciones a internet y colaborar con EU en un intento por levantar las sanciones.
Hace apenas unos meses, la posibilidad de un Gobierno reformista en Irán parecía fantástica. Luego, en mayo, Ebrahim Raisi, el clérigo conservador que era Presidente, murió en un accidente de helicóptero.
Y he aquí a Pezeshkian, médico, profesor, ex Ministro de Salud y legislador que ha presidido una importante universidad médica y centro de investigación. Habla persa, turco, kurdo, árabe e inglés, y se formó en liderazgo sanitario en la Universidad de Harvard, lo que, a decir de sus amigos, había suavizado su visión de EU.
Si bien Pezeshkian no es miembro de ningún partido político, su ascenso ha llegado junto con el del partido reformista.
Colegas y amigos lo describieron como franco, honesto y motivado por la justicia social. Dijeron que siempre ha sido leal a la teocracia de la República Islámica a pesar de que ha criticado su corrupción y sus políticas que han debilitado los niveles de vida de Irán.
Ali-Akbar Mousavi Khoeini, un ex legislador reformista que ahora vive exiliado en EU, comentó que era conocido por preferir la mediación sobre la confrontación. Pero Khoeini predijo que, como Presidente, “los choques comenzarán cuando trate de implementar sus ideas”.
Algunos críticos del Gobierno dijeron que Pezeshkian no es un reformista.
“No tengo muchas esperanzas. Los reformistas, incluso en el apogeo de su poder, no fueron capaces de implementar ningún cambio profundo y duradero en relación con los derechos de las mujeres, y mucho menos ahora en este clima de opresión”, externó Aliyeh Motallebzadeh, una activista por los derechos de las mujeres que ha sido encarcelada.
Pezeshkian ha tenido sus propios roces con el sistema. En el 2003, el Parlamento intentó destituirlo como Ministro de Salud por los honorarios de servicios médicos y el opaco mercado farmacéutico.
En dos ocasiones, el Consejo de Guardianes, un organismo de clérigos y juristas que examina a los candidatos, lo descalificó para la Presidencia y el Parlamento. Jamenei intervino el invierno del año pasado y resucitó su candidatura, indicó Abbas Abdi, un analista político que formó parte del comité asesor electoral de Pezeshkian.
“El sistema llegó a un callejón sin salida y se dio cuenta de que necesitaba cambiar de rumbo para no implosionar”, dijo Abdi.
Leily Nikounazar contribuyó con reportes a este artículo.
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