Minería podría dañar vida marina
Ambientalistas advierten que la vida marina podría estar en riesgo a causa de la minería, por sus procesos y los sedimentos que serían arrojados al mar
Medusas casco fueron escogidas por su resiliencia para un estudio sobre los efectos del sedimento en criaturas marinas.
Por Kate Golembiewski/The New York Times
Un tesoro de metales está oculto en el fondo del mar. Nódulos de hierro y manganeso del tamaño de papas están esparcidos por el lecho marino, y costras ricas en metales cubren montañas y chimeneas submarinas a lo largo de fuentes hidrotermales.
Compañías mineras de aguas profundas ponen en la mira estos minerales, buscando utilizarlos en baterías y productos electrónicos.
No obstante, ambientalistas advierten que el proceso minero y las columnas de sedimento que arrojarían de vuelta al mar dañarían la vida marina.
Experimentos a bordo de embarcaciones con medusas en los fiordos noruegos, publicados el mes pasado en la revista Nature Communications, ofrecen una perspectiva de esas advertencias.
Los científicos calcularon los efectos de la minería al bombear sedimento a los tanques de las medusas, en esencia preguntando cómo lidiarían estos animales con el agua lodosa. ¿La respuesta? Mal.
Los investigadores escogieron medusas casco como sujetos de estudio debido a la omnipresencia y la resiliencia de estas criaturas del tamaño de un plato. La idea era optar por un organismo que el equipo pudiera capturar fácilmente “y luego exponerlo a las condiciones que esperamos en aguas intermedias a mar abierto”, dijo Helena Hauss, ecologista marina en el Centro de Investigación Noruego, quien realizó el estudio mientras trabajaba en el Centro GEOMAR Helmholtz de Investigación Oceánica, en Kiel, Alemania.
Las medusas, halladas por todo el mundo en aguas de 450 a 600 metros de profundidad, fungen como representantes del sinfín de animales de cuerpo blando que viven a mar abierto y que podrían ser afectados por la minería.
Los científicos capturaron las medusas y las llevaron bajo cubierta en su barco de investigación para estudiarlas en cuartos oscuros iluminados con luz roja.
“Realmente están adaptadas para vivir en una eterna oscuridad”, dijo Vanessa Stenvers, coautora del estudio y candidata doctoral en GEOMAR. “Siempre teníamos que usar la luz roja para no molestarlas”.
Los científicos expusieron las medusas a columnas de sedimento comparables a las que podrían experimentar cerca de sitios mineros en aguas profundas. Las medusas intentaron deshacerse del sedimento produciendo un exceso de mucosidad, en la forma de cuerdas blancas que Stenvers comparó con glaseado.
Otras reacciones al estrés ocurrieron a nivel molecular, con varios genes asociados con la reparación de tejidos y la activación del sistema inmune.
“Algo que me preocupa es que todo lo que hacen estos animales para librarse del sedimento o combatir patógenos requiere energía”, apuntó Hauss.
En las profundidades donde viven las medusas, escasea la comida y hacer frente a los efectos del agua turbia podría requerir más energía de la que las medusas obtienen de su dieta. “Podría llevar a la inanición”, advirtió Hauss.
El hallazgo sugiere que la minería en aguas profundas podría afectar negativamente no sólo a la vida marina, sino también a la vida humana. Animales de aguas intermedias, como las medusas casco, contribuyen a un ciclo que mantiene el carbono en las profundidades y no en la atmósfera. Y algunos peces de los que los humanos dependen para comer, como el atún, se alimentan de estas comunidades en aguas intermedias.
El bien que el mar abierto hace a nuestro planeta “podría perderse si no lo protegemos”, dijo Stenvers.
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