Musulmanes en India luchan contra el aislamiento impuesto por Modi
En medio de la India hindú, Ziya Us Salam enfrenta la soledad y el vilipendio por ser musulmán. Amigos se alejan, vecinos evitan gestos de buena vecindad
Ziya Us Salam cree que su hija Mariam, estudiante de posgrado, debería vivir en el extranjero.
Por Mujib Mashal y Hari Kumar / The New York Times
NOIDA, India — Da un sentimiento de soledad saber que los líderes de tu País no te quieren. Ser vilipendiado por ser musulmán en lo que hoy es una India mayoritariamente hindú.
Colorea todo. Los amigos cambian. Los vecinos se abstienen de hacer gestos de buena vecindad.
“Es una vida sin vida”, dijo Ziya Us Salam, un escritor que vive en las afueras de Delhi con su esposa y sus cuatro hijas.
Cuando era crítico de cine para un periódico, Salam, de 53 años, ocupaba su tiempo con arte. Los días laborales terminaban yendo en la parte trasera de la motocicleta de un amigo a un puesto de comida para largas pláticas.
Ahora, los pensamientos de Salam están ocupados por preocupaciones más serias. El constante perfilamiento étnico porque es “visiblemente musulmán” —por parte del cajero del banco, por parte de otros pasajeros del tren— es agotador, dijo. Las conversaciones familiares son más oscuras, con ambos padres centrados en criar a sus hijas en un País que cada vez más cuestiona o incluso intenta borrar los marcadores de la identidad musulmana— cómo se visten, qué comen e incluso su carácter indio.
Una de las hijas, una impresionante estudiante-atleta, batalló tanto que necesitó terapia y faltó meses a la escuela. La familia a menudo debate si debe quedarse en su barrio mixto hindú-musulmán en Noida. Mariam, la mayor, que es estudiante de posgrado, quiere mudarse. Cualquier lugar que no sea una zona musulmana puede resultar difícil. Los agentes inmobiliarios suelen preguntar abiertamente si las familias son musulmanas; los propietarios se muestran reacios a rentarles. “He empezado a tomarlo como un hecho”, dijo Mariam.
“Me niego a hacerlo”, respondió Salam. Él recuerda cuando la coexistencia era en gran medida la norma en una India diversa, y no quiere contribuir a la creciente segregación del País.
Pero también es pragmático. Quisiera que Mariam se mudara al extranjero mientras India esté así. Salam se aferra a la esperanza de que ésta sea una fase pasajera.
Sin embargo, el Primer Ministro Narendra Modi está jugando a largo plazo. Desde su ascenso al poder nacional en el 2014 ha socavado el marco secular y la democracia sólida que durante mucho tiempo habían mantenido unida a India a pesar de sus divisiones religiosas y de castas.
Los grupos de derecha provocaron enfrentamientos sectarios mientras el Gobierno se hacía de la vista gorda, con funcionarios presentándose más tarde para demoler hogares musulmanes y arrestar a hombres musulmanes.
En las redes sociales, la intolerancia fluyó sin control. Si bien Modi y los funcionarios de su partido rechazan las acusaciones de discriminación al señalar programas de asistencia social que cubren a los indios por igual, el propio Modi ahora está repitiendo tropos antimusulmanes en las elecciones que terminan el próximo mes. Ha apuntado más directamente que nunca a los 200 millones de musulmanes de India, llamándolos “infiltrados” e insinuando que tienen demasiados hijos.
Esta islamofobia progresiva es ahora el tema dominante de los escritos de Salam. En un libro, hizo una crónica de los linchamientos de hombres musulmanes. En otro tomo reciente, describió cómo los musulmanes de India se sienten “huérfanos” en su tierra natal.
Cuando era niño, Salam vivía en una calle mixta de hindúes, sijs y musulmanes en Delhi. Cuando los niños jugaban en el patio de un templo hindú, el sacerdote venía con agua para todos. “Para él yo era como cualquier otro niño”, recuerda Salam.
Esos recuerdos son una de las razones por las que Salam mantiene un terco optimismo de que India pueda restaurar su tejido secular. Otra es que el nacionalismo hindú de Modi, aunque se extiende por grandes zonas del País, ha encontrado resistencia en varios Estados del sur más próspero.
En el Estado de Tamil Nadu, los partidos políticos están unidos en proteger el secularismo.
La familia de Salam vive en un lugar donde los prejuicios se han vuelto tan rutinarios que incluso una amistad de 26 años puede romperse.
Cuando Salam viajaba en la motocicleta de un ex editor, “yo iba a orar todos los días y él iba al templo”, dijo Salam.
El fin llegó en el 2022, cuando Yogi Adityanath, un protegido de Modi, fue reelecto líder de su Estado, Uttar Pradesh. Durante el recuento de votos, el amigo lo llamaba, regocijándose por la ventaja de Adityanath.
“¿Qué ganas?”, recordó Salam que le preguntó.
“Yogi puso fin al namaz”, respondió el amigo, refiriéndose a la oración musulmana de los viernes.
“Ese día me despedí”, dijo Salam.
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