Crisis inmobiliaria: Demuelen aldeas para revivir economía china
Actualmente China está sumida en una crisis inmobiliaria. Por ende, los formuladores de políticas apuntan a la renovación de los barrios envejecidos
Un barrio donde un plan de reurbanización se ha estancado por los problemas financieros de China Evergrande.
Por Daisuke Wakabayashi, Claire Fu y Keith Bradsher / The New York Times
En Shenzhen, la aldea Paibang es un recordatorio del pasado modesto de la metrópoli y los retos futuros para reactivar el sector inmobiliario de China.
Paibang es lo que China llama una aldea urbana, un laberinto de bajos edificios de departamentos y pequeñas tiendas conectadas por un laberinto de callejones y calles estrechas. Hay cientos de ellas en Shenzhen, una ciudad de 18 millones de habitantes, y miles de aldeas similares en toda China.
Ahora que China está sumida en una crisis inmobiliaria, los formuladores de políticas quieren renovar barrios urbanos envejecidos como Paibang para impulsar la construcción y estimular las economías locales. Pero no será una solución rápida ni fácil.
Hace 7 años, los funcionarios de la Ciudad eligieron Paibang para una “renovación urbana”. En el 2019, China Evergrande, una de las firmas inmobiliarias más grandes del País, tomó control del proyecto. La empresa pagó a los propietarios de los edificios por el derecho a demoler departamentos y despejar terrenos para rascacielos. Antes de que pudieran iniciar las obras, Evergrande se vino abajo.
Evergrande entregó el proyecto a Shenzhen Metro, una paraestatal y principal accionista de China Vanke, otro gigante constructor de viviendas. Ahora Vanke enfrenta problemas de liquidez. El mes pasado, Shenzhen Metro —y, por extensión, el Gobierno de Shenzhen— intentó calmar a los inversionistas prometiendo respaldar a Vanke.
Mientras tanto, la construcción está detenida.
El Gobierno ha intentado reducir las tasas de interés y relajar los requisitos para la compra de vivienda, pero no ha logrado avances. Los reguladores financieros están explorando formas de apoyar a los desarrolladores, pero recelan de inducir a las empresas inmobiliarias a volver a adoptar el comportamiento arriesgado que provocó la crisis.
Por eso los líderes chinos están mirando a las aldeas urbanas, enclaves de propiedad comunitaria dentro de las ciudades más grandes. En abril, el Politburó, el órgano ejecutivo de formulación de políticas del Partido Comunista Chino, dijo que “avanzaría activa y sostenidamente la transformación de las aldeas urbanas” en las 21 ciudades más grandes del País.
Renovar aldeas urbanas requiere mucho tiempo. Los gobiernos locales deben negociar acuerdos con cooperativas propietarias de tierras, así como con propietarios de edificios individuales, muchos de los cuales se han mudado a otros lugares. Los funcionarios de Guangzhou, la tercera ciudad más grande de China, con 127 renovaciones en marcha este año, dijeron que el tiempo promedio de terminación se había extendido de 5.5 años a más de 7, de acuerdo con medios locales.
Mientras más tiempo toma una rehabilitación, más cuesta. La correduría china CITIC Securities estimó que China podría invertir casi 140 mil millones de dólares al año durante toda una década, arroja un reporte de agosto.
En Paibang y tres pueblos vecinos, la gran mayoría de los 59 mil residentes son inmigrantes de otras partes de China que se han mudado a Shenzhen por trabajo.
Jackle Zhuang, de 44 años, es propietario de un edificio de departamentos de cinco pisos en Paibang. Pero ya no vive allí. Este año se mudó con su esposa y su hijo a Chengdu, una ciudad a más de mil 600 kilómetros de distancia. En Paibang, dijo, no había parques cerca y no era seguro para los niños porque los edificios estaban muy cerca de la carretera.
“Probablemente no haya nada más bueno, aparte de la renta barata”, dijo Zhuang. “No es un ambiente de vida ideal”.
No está seguro de si el acuerdo que firmó con Evergrande en el 2020 para vender su edificio sigue siendo válido o si tendrá que volver a negociar con el nuevo desarrollador. Espera cambiar sus departamentos actuales por unidades en un edificio nuevo.
Gao Jia opera una tienda de muebles y electrónica de segunda en Paibang desde hace ocho años. El año pasado, sus renteros le pidieron que se marchara después de que acordaron entregar el edificio que alberga su tienda a Evergrande. Estuvo encantado de no tener que hacerlo después de que los problemas de Evergrande paralizaron el proyecto e impidieron a sus renteros completar la venta.
“Renovar los pueblos antiguos no nos sirve de nada”, afirmó Gao. “No podremos pagar la renta y ya no podremos hacer negocios”.
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