Papa Francisco pide a los países más ricos ayudar a las naciones más pobres
Según un reporte de Naciones Unidas, 15 de los países más pobres tienen que destinar más fondos en pagar intereses que para invertirlos en educación
En una reunión, el Papa Francisco dijo que los países pobres del mundo están siendo aplastados por la deuda. (Fabio Frustaci/EPA, vÍa Shutterstock)
Por Patricia Cohen/The New York Times
LONDRES — En la reunión del Vaticano este mes sobre la crisis de deuda global, el Papa Francisco dijo a banqueros y economistas que los países más pobres del mundo estaban siendo aplastados por una deuda inmanejable y que las naciones más ricas necesitaban hacer más para ayudar.
Las naciones emergentes lidian con una impresionante deuda pública de 29 billones de dólares. Quince países están gastando más en pagos de intereses que en educación, revela un reporte de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo; y 46 gastan más en pagos de deuda que en atención médica. En general, la deuda pública mundial es cuatro veces mayor que en el 2000. El gasto excesivo o la mala administración gubernamental es una de las causas, pero los acontecimientos globales han exacerbado los problemas de deuda de algunas naciones.
La pandemia redujo drásticamente las ganancias de las empresas y los ingresos de los trabajadores al mismo tiempo que aumentaban los costos de cuidado de la salud y ayuda. Los conflictos violentos en Ucrania y otros lugares contribuyeron al aumento a los precios de la energía y los alimentos. Los bancos centrales elevaron las tasas de interés para combatir la creciente inflación. El crecimiento mundial se desaceleró. El Papa Francisco, que fue nombrado cardenal en Argentina en el 2001, en el punto álgido del colapso financiero del País, vio de primera mano la miseria y los disturbios violentos que una crisis de deuda podía causar. Ha pedido una transformación del sistema financiero global además de la condonación de préstamos.
“Pensemos en una nueva arquitectura financiera internacional que sea audaz y creativa”, dijo en la reunión.
En años anteriores, la deuda pública mundial estaba en gran medida en manos de un puñado de grandes bancos de países occidentales y de organizaciones internacionales de desarrollo con décadas de antigüedad. Hoy, además de esas entidades establecidas, los países deben lidiar con miles de prestamistas privados y acreedores adicionales como China, así como con una variedad de acuerdos de préstamo, a veces secretos, regidos por diferentes regulaciones nacionales.
Las crecientes fricciones entre China y Estados Unidos han dificultado resolver las crisis de deuda. Y no existe un árbitro internacional con autoridad sobre todos los prestamistas para resolver disputas. El financiamiento de instituciones como el Fondo Monetario Internacional tampoco ha seguido el ritmo al creciente tamaño de la economía global o de la carga de la deuda.
Martín Guzmán, ex Ministro de Finanzas de Argentina, estuvo en la reunión del Vaticano. En su opinión, la ayuda del FMI a veces es contraproducente, ofreciendo préstamos de rescate, ahora con altas tasas de interés, que terminan aumentando la ya onerosa deuda de un país.
También ha criticado los recargos que impone el Fondo a deudores de alto riesgo en dificultades. Los cinco mayores prestatarios —Ucrania, Egipto, Argentina, Ecuador y Pakistán— pagaron 2 mil millones de dólares sólo en recargos el año pasado, reporta el Centro de Investigación Económica y Política. En promedio, los recargos elevaron el costo de los préstamos para todos los países afectados en casi un 50 por ciento.
Los cambios en el endeudamiento “requieren un nuevo marco de reestructuración de la deuda que aún no tenemos implementado”, dijo Indermit Gill, economista titular del Banco Mundial.
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