Pareja colecciona más de 80 mil rompecabezas en su castillo
La colección Miller asciende a más de 80 mil rompecabezas, donde incluye unos 5 mil cubos Rubik y más de 7 mil rompecabezas de madera, como las creaciones poliédricas entrelazadas
George y Roxanne Miller compraron un castillo de 52 habitaciones en Italia para albergar sus 80 mil rompecabezas.
Por Sionhan Roberts/ The New York Times
George y Roxanne Miller son los propietarios de la colección más grande del mundo de rompecabezas mecánicos: objetos físicos que una persona sostiene y manipula mientras busca una solución. La colección Miller asciende a más de 80 mil rompecabezas. Incluye unos 5 mil cubos Rubik y más de 7 mil rompecabezas de madera, como las creaciones poliédricas entrelazadas de Stewart Coffin, un fabricante de rompecabezas de Massachusetts. Roxanne Miller tiene un gusto particular por sus 140 esculturas rompecabezas de latón, bronce y oro del artista español Miguel Berrocal; Goliat, un torso masculino de 79 piezas, es “un rompecabezas anhelado por todos los amantes de los rompecabezas”, dijo.
Hasta hace poco, la colección Miller residía en Puzzle Palace en Boca Ratón, Florida, ocupando su mansión y un museo (una casa más pequeña) al lado. Luego, en 2022, los Miller compraron impulsivamente un castillo de 52 habitaciones del siglo 15 en Panicale, una aldea en el centro de Italia. Empacaron su colección de rompecabezas en cinco contenedores de transporte de 12 metros y, para su propio traslado, reservaron un crucero de Miami a Roma.
El mundo de los rompecabezas está poblado por fanáticos autoproclamados. Por ejemplo, Bret Rothstein, historiador de las “culturas visuales y materiales lúdicas” en la Universidad de Indiana, en Bloomington, es autor de un libro sobre rompecabezas, “The Shape of Difficulty: A Fan Letter to Unruly Objects”. En él, Rothstein observa que Thomas Kuhn, historiador y filósofo de la ciencia, alineó el hacer rompecabezas con la investigación científica. Los rompecabezas nos obligan a acoger el error, señala Rothstein, agregando que quizás su característica más hermosa es su “continua erosión de la certeza”.
“Nos topamos con problemas, los resolvemos, de eso se tratan los rompecabezas”, dijo Miller. Cuando reabra su colección —alrededor de enero del 2025— será bajo el nombre de World Puzzle Center, reflejando su sueño más grande: no sólo un museo, sino un lugar para fiestas y conferencias, concursos e investigación; un espacio para diseñar, hacer y jugar con rompecabezas.
Los Miller se conocieron en el International Puzzle Party en el 2010, se casaron en el 2018 (después de divorcios paralelos) y fusionaron sus colecciones. Ella aportó unos 20 mil rompecabezas al casarse; él tenía un par de miles.
Roxanne Miller, de 56 años, recibió su primer rompecabezas a los 6 años —”Nunca dejé de jugar con ellos”, dijo. En 1993, estudiar historia y lingüística aplicada, aterrizó en Hong Kong y trabajó como maestra.
George Miller, de 78 años, comenzó a hacer rompecabezas más tarde en su vida. Después de un tiempo en el circo (malabarismo, trapecio), estudió inteligencia artificial y luego hizo carrera en el Bank of America, diseñando sistemas de divisas. Cuando se jubiló en 1997, a los 52 años, su entusiasmo por los rompecabezas dio un giro serio: se convirtió en el primer productor dedicado de prototipos de rompecabezas. Compró una cortadora láser y más tarde una impresora 3D e hizo una oferta: cualquiera podía enviar un diseño y él produciría un prototipo gratis; a cambio, se quedaría con una copia.
“George fue fundamental”, dijo Oskar van Deventer, un prolífico diseñador de rompecabezas holandés; la oferta de producir prototipos desencadenó una transformación en la creación de rompecabezas. “George ayudó a personas, como yo, a crear un primer prototipo funcional que pude presentar a productores como Hanayama”, dijo Van Deventer. “Hasta la oferta gratuita de George, la creación de prototipos tenía que ser realizada por el inventor”.
Miller vio un cambio de un entorno competitivo, en el que los diseñadores protegían sus inventos, a un espíritu más cooperativo. Después de dar a Van Deventer una computadora portátil con software CAD (diseño asistido por computadora) instalado, comenzó a llegar una avalancha de diseños vía correo electrónico. Miller arrancaba la impresora, la dejaba funcionar toda la noche y se despertaba a un rompecabezas nuevo, “como si fuera Navidad”, dijo Miller; bautizó a esta máquina como Santa Clós.
Luego está el rompecabezas de desenredo de la colección Miller: Los Amantes, una réplica de tamaño real de la pareja, desnuda, fundida en bronce, con un lazo de cuerda enredado alrededor de su abrazo topológicamente desconcertante.
“Quería un rompecabezas de nosotros”, dijo Roxanne Miller. “Ese es nuestro rompecabezas favorito y nadie más lo tiene”, dijo George Miller.
“Nadie más lo querría, ¿verdad?”, dijo ella.
“Es único en su tipo”, dijo él.
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