Putin utiliza amenazas de guerra nuclear para disuadir a naciones occidentales
Putin llevó a algunos analistas a sugerir que estaba considerando entregar armas a los hutíes, los militantes chiítas respaldados por Irán en Yemen
Vladimir V. Putin y Kim Jong-un revivieron un pacto de defensa de la Guerra Fría entre Rusia y Corea del Norte.
Por Paul Sonne/The New York Times
BERLÍN — Cuando Estados Unidos y sus aliados occidentales declararon que Ucrania podía atacar territorio ruso con sus armas, el Presidente Vladimir V. Putin comenzó a intensificar las amenazas.
Organizó simulacros para practicar el uso de armas nucleares tácticas. Dijo que Moscú consideraría cambiar la doctrina que delinea cuándo utilizaría su arsenal nuclear. Recordó a los países de la OTAN en Europa de sus pequeños territorios y sus densas poblaciones.
Y ahora el líder ruso ha revivido un pacto de defensa mutua de la época de la Guerra Fría con Corea del Norte, advirtiendo que podría armar a Kim Jong-un.
“Los occidentales suministran armas a Ucrania y dicen que ‘aquí no controlamos nada en absoluto’”, dijo, sin reconocer los límites que Occidente ha impuesto a Ucrania. “También podemos decir que le entregamos algo a alguien y luego no tenemos control sobre nada”.
Sus ominosas advertencias, al finalizar un viaje a Corea del Norte y Vietnam, colocaron a Rusia y Occidente en una nueva ronda de escalada sobre Ucrania.
“Me temo que estamos en una mala espiral, que los elaboradores de políticas tienen una ilusión de control”, dijo Alexander Gabuev, director del Centro Carnegie Rusia Eurasia.
En vista de que los funcionarios occidentales están más habituados a las amenazas de Putin que durante los primeros días de la guerra, el líder ruso ha subido el volumen, preguntando retóricamente en un momento por qué Moscú no debería “llegar al extremo” si Occidente está buscando su “derrota estratégica”.
Desde el principio, Putin ha utilizado la amenaza de una guerra nuclear para disuadir a las naciones occidentales de apoyar a Ucrania. Inicialmente, la amenaza funcionó. La Administración del Presidente Joseph R. Biden Jr. hizo de evitar una guerra nuclear una clave de su política en Ucrania. Occidente retuvo un conjunto completo de armas sofisticadas de Kiev por temor a que Putin tomara represalias contra un Estado miembro de la OTAN.
Pero los aliados de Ucrania aumentaron gradualmente la sofisticación y el alcance de sus entregas de armas, con lanzadores de misiles HIMARS, tanques y aviones de combate F-16. El cambio más reciente —permiso para que Ucrania lleve a cabo ataques limitados contra Rusia para defenderse contra ataques transfronterizos— parece tener a Putin sintiendo la presión.
La disposición de Putin a blandir la posibilidad de armar a Pyongyang muestra hasta qué punto la guerra en Ucrania se ha convertido en un principio definitorio de su política exterior.
“La política exterior rusa ahora está estructurada en torno a la guerra”, dijo Gabuev. “En toda relación hay tres objetivos: primero, apoyar la maquinaria militar rusa; segundo, apoyar a la economía rusa bajo sanciones; y tres, ¿cómo puedo instrumentalizar esta relación para infligir dolor a Estados Unidos y sus aliados por su apoyo a Ucrania?”.
Un comentario que hizo Putin llevó a algunos analistas a sugerir que estaba considerando entregar armas a los hutíes, los militantes chiítas respaldados por Irán en Yemen, que han estado atacando buques estadounidenses en el Mar Rojo y sus alrededores.
Quienes dudan de la retórica de Putin argumentan que Rusia lleva la ventaja en Ucrania, lo que hace poco probable que haga algo que pueda movilizar aún más a los partidarios de Kiev o poner en peligro su trayectoria en el campo de batalla. El ex Presidente Donald J. Trump, que ha dejado claro su disgusto por el gasto estadounidense en Ucrania, también podría regresar a la Casa Blanca.
“Si Rusia confía fundamentalmente en que el futuro es mejor que el pasado, entonces el uso de armas nucleares es muy improbable”, dijo Nigel Gould-Davies, ex Embajador del Reino Unido en Bielorrusia.
Aún así, a algunos analistas les preocupa que la desensibilización occidental a las advertencias de Putin ha creado una situación precaria.
En Moscú, un experto en política exterior que ha asesorado al Kremlin reconoció que Rusia en ocasiones ha gritado lobo, “pero el lobo nunca apareció”.
Hay una creciente sensación en Moscú, dijo la persona, de que las amenazas de Rusia no habían sido lo suficientemente convincentes y que era necesario elevar la temperatura.
Más allá de armar a los adversarios de EU, incluyendo a Corea del Norte e Irán, los expertos en Moscú estaban explorando la posibilidad de ataques cibernéticos o espaciales, dijo la persona. Habló bajo condición de anonimato porque temía represalias.
“La gente critica a Rusia y dice que es una potencia en decadencia”, dijo Bobo Lo, miembro no residente del Instituto Lowy, en Sydney, Australia, y ex diplomático australiano en Moscú. “Pero sigue siendo un poder disruptivo formidable. Ésa es su ventaja comparativa. No sólo tiene la capacidad, sino que también tiene la voluntad”.
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