¿Qué sucede cuando NASA el monitoreo en la Tierra?
Los científicos sólo pueden estar confiados sobre qué sucede al monitorear algo continuamente durante un periodo prolongado de tiempo
Preparando Aqua para su lanzamiento en la Base de la Fuerza Aérea Vandenberg.
Por Raymond Zhong/ The New York Times
En algún momento en los próximos años, tres satélites de la NASA, cada uno tan pesado como un elefante, se apagarán.
Ya están a la deriva. Han estado observando el planeta durante más de 20 años, mucho más de lo que nadie anticipaba, ayudándonos a pronosticar el clima, manejar incendios forestales, monitorear derrames petroleros y más. Pero la edad los está alcanzando y pronto enviarán sus últimas transmisiones y comenzarán su lenta caída final a la Tierra.
Es un momento no bienvenido por los científicos.
Cuando los tres orbitadores —Terra, Aqua y Aura— se apaguen, gran parte de los datos que han estado recopilando también llegarán a su fin, y los satélites más nuevos no tomarán el relevo. Los científicos tendrán que depender de fuentes alternativas que podrían no satisfacer sus necesidades precisas o buscar soluciones alternativas para permitir que continúen sus registros.
La situación es aún peor con algunos de los datos que recopilan estos satélites: ningún otro instrumento seguirá recogiéndolos.
“Perder estos datos irreemplazables simplemente es trágico”, afirmó Susan Solomon, química atmosférica en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). “Justo cuando el planeta más necesita que nos concentremos en comprender cómo nos afecta y cómo lo estamos afectando, parece que estamos desastrosamente dormidos al volante”.
El área principal que estamos perdiendo de vista es la estratósfera, la importantísima capa de ozono. Las moléculas de ozono se forman y destruyen, sacuden y revuelven constantemente al interactuar con otros gases. Algunos tienen orígenes naturales; otros están ahí gracias a nosotros.
Un instrumento en Aura, la sonda de microondas, nos brinda nuestra mejor línea de visión de este drama químico, dijo Ross J. Salawitch, científico atmosférico en la Universidad de Maryland. Una vez que Aura desaparezca, nuestra visión se reducirá considerablemente, dijo.
Los datos de la sonda han demostrado su valor de maneras inesperadas recientemente, afirmó Salawitch. Mostró, por ejemplo, el daño causado al ozono por los devastadores incendios forestales en Australia a finales del 2019 y principios del 2020.
Jack Kaye, director de la División de Ciencias de la Tierra de la NASA, reconoció su preocupación por el fin de la sonda. Pero dijo que otras fuentes, incluyendo instrumentos en satélites más nuevos, en la Estación Espacial Internacional y aquí en la Tierra, aún brindarían “una ventana bastante buena a lo que está haciendo la atmósfera”.
Las realidades financieras obligan a la NASA a tomar “decisiones difíciles”, dijo Kaye. “¿Sería fabuloso que todo durara para siempre? Sí”, dijo. Pero parte de la misión de la NASA también es ofrecer a los científicos nuevas herramientas que les ayuden a mirar nuestro mundo de nuevas maneras.
Los científicos sólo pueden estar confiados sobre qué sucede al monitorear algo continuamente durante un periodo prolongado de tiempo. Incluso un breve receso en los récords puede crear problemas. Digamos que una plataforma de hielo se derrumba en Groenlandia. A menos que se estuviera midiendo el aumento del nivel del mar antes, durante y después, nunca estarías seguro de que el colapso provocó un cambio repentino, dijo William B. Gail, ex presidente de la Sociedad Meteorológica Estadounidense. “Podrías suponerlo, pero no tienes un registro cuantitativo”, dijo.
El fin de Terra y Aqua afectará cómo monitoreamos otro factor importante de nuestro clima: cuánta radiación solar recibe, absorbe y rebota el planeta al espacio. El equilibrio entre estas cantidades —o, en realidad, el desequilibrio— determina cuánto se calienta o se enfría la Tierra. Y para entenderlo, los científicos se apoyan en los instrumentos del Sistema de Nubes y Energía Radiante de la Tierra, o CERES, de la NASA.
Hoy, cuatro satélites vuelan con instrumentos CERES: Terra, Aqua y dos más nuevos que también están llegando a su fin. Sin embargo, sólo se está trabajando en un reemplazo. ¿Su esperanza de vida? Cinco años.
“En los próximos 10 años, pasaremos de cuatro misiones a una, y la que queda habrá pasado su mejor momento”, dijo Norman G. Loeb, científico de la NASA. “Para mí, eso es realmente sombrío”.
Con el auge de la industria espacial privada y la proliferación de satélites alrededor de la Tierra, la NASA y otras agencias están explorando un enfoque diferente para monitorear nuestro planeta. El futuro puede residir en instrumentos que puedan ponerse en órbita de forma más económica y ágil que lo que fueron Terra, Aqua y Aura en su época.
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