Ayuda a escribir sermones que no provoquen sueño
Rabinos por todo Estados Unidos recurren a una fuente inusitada de respaldo: una ex ejecutiva publicitaria de Nueva York
Michele Lowe dijo que una clave para escribir sermones cautivadores es añadir un toque personal.
Por Sarah Maslin Nir / The New York Times
Los jugadores de futbol americano tienen el Súper Tazón. Los actores tienen el Óscar. Y los rabinos tienen Rosh Hashaná, el Año Nuevo judío.
Es un momento de mucha presión para el clero, que predica ante bancas repletas de fieles que sólo acuden una vez al año. Todas las miradas se posan en los rabinos, esperando un sermón perfecto que mantenga a la congregación inspirada, interesada —y despierta.
Es por eso que se ha sabido que rabinos por todo EU recurren a una fuente inusitada de respaldo: una ex ejecutiva publicitaria de Nueva York.
Durante los últimos ocho años, Michele Lowe ha surgido, para su sorpresa, como un recurso para docenas de rabinos. A través de recomendaciones de boca en boca, su información de contacto ha sido transmitida de una sinagoga a otra por clérigos que batallan con sus sermones.
"Me llamo a mí misma la 'judía en la banca'", dijo Lowe. "Llego y digo, 'aquí estoy, ¿y en qué quieren que me ponga a pensar en los próximos 12 meses?'".
Este año, editó 33 sermones para Rosh Hashaná y Yom Kippur.
Cuando Lowe recibió una llamada de la rabina Mara Nathan en el Templo Beth-El, en San Antonio, Texas, platicaron de cómo añadir una chispa contemporánea a los sermones. ¿La respuesta que se les ocurrió?
Barbie. Nathan planeaba combinar lecciones de la película "Barbie" con las del rabino Hillel, el teólogo babilonio nacido en el año 110 a.C., en un sermón acerca de aceptar la imperfección.
Lowe, de 65 años, adquirió prominencia en los 80 por producir comerciales famosos para cosas como condimentos y arena para gatos. Dejó la publicidad para convertirse en dramaturga, cobrando un inusitado impulso inicial cuando su primera obra, "The Smell of the Kill", fue producida en Broadway en el 2002.
Centró su mirada crítica en los sermones desde temprana edad, cuando toleraba discursos soporíferos en la sinagoga de su familia. Pero fue hasta el 2015, cuando vio a una joven rabina batallar durante un servicio, al jugar nerviosamente con su cabello suelto en un templo en Scarsdale, Nueva York, que decidió hacer algo al respecto.
Lowe le ofreció a la mujer consejos que aprendió escribiendo textos publicitarios ("tiene que tener algo de drama"), así como de técnica teatral ("mantén contacto visual"). Y recogerse el cabello en una cola de caballo.
El año siguiente, tuvo otros tres clientes rabinos. Este año, malabareó 16. "Es muy significativo para mí hacer este trabajo", apuntó Lowe, cuyos clientes encabezan casi todos congregaciones reformistas. "Los rabinos se esfuerzan tanto y tienen mucho en juego".
Lowe instruye a sus clientes, en su mayoría mujeres, a que escriban tres introducciones diferentes para sus sermones, en tonos distintos, de entre los cuales seleccionan al ganador. Pasa los meses previos a las festividades en sesiones de Zoom y en documentos compartidos en Google, y cobra 400 dólares por una hora de asesoría.
Una clave para un sermón cautivador es hacerlo personal, aseguró. Les dice a los rabinos, "Tienen la Torá, tienen un llamado a la acción, suena excelente. Pero falta algo —ustedes no están aquí", dijo ella.
Dara Frimmer, una rabina en el Templo Isaiah, en Los Ángeles, al principio era renuente a compartir que había buscado ayuda para un sermón. Pero llegó a darse cuenta de que recurrir a la comunidad en un momento de necesidad era un ideal profundamente judío.
"Con gran orgullo, escribí en la parte de abajo: 'Gracias a Michele Lowe'", señaló Frimmer.
"Los rabinos tienen mucho en juego".
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