Realizan actividades de mercado en una taberna en Londres
Ahora hay bares de juegos de mesa y bares de shuffleboard. Hay bares de dardos y bares de juegos de maquinitas y múltiples cadenas de bares de minigolf
Pantallas en el 411 de Londres actualizan los precios de las bebidas en tiempo real durante “Miércoles de Wall Street”. (Peter Flude para The New York Times)
Por Amelia Nierenberg/The New York Times
LONDRES — “Compra, compra, compra”, gritó un parroquiano poco después de las 18:30 horas un miércoles reciente. Agarró dos vasos de shots, y el vodka le bañó las manos.
El 411, una taberna de Londres, normalmente vende unas 3 mil libras esterlinas (unos 3 mil 800 dólares) en bebidas durante una noche entre semana. Pero otro miércoles reciente sumó 18 mil 300 libras —más de 23 mil dólares— dijo Antonio del Monte, el gerente general.
La multitud había acudido para un “miércoles de Wall Street”, donde los precios de las bebidas fluctúan con la demanda como una bolsa de valores. Los asistentes hacen fila en el bar a la espera de una “caída del mercado”, cuando una sirena atraviesa las conversaciones y los precios se desploman.
“Hay que estar atento a ello”, dijo Emily Bjurqvist, una estudiante de posgrado de 23 años, mientras señalaba con la cabeza las pantallas que mostraban los cambios de precios. “Es más activo que una simple taberna. Y los precios pueden ser mejores que los de una taberna hoy”.
Las noches bursátiles del 411 son parte de una ola de lo que algunos llaman “socialización competitiva”, donde los juegos ocupan un lugar central en todo Londres. Los expertos en hotelería dicen que la industria despegó hace unos cinco años, pero se desaceleró durante los confinamientos por coronavirus. Luego, el sector explotó a medida que éstos se relajaron.
Las actividades se basan en la tradición británica de los juegos de taberna: concursos de pub y, en siglos pasados, competencias antiguas como bolos. Ahora hay bares de juegos de mesa y bares de shuffleboard. Hay bares de dardos y bares de juegos de maquinitas y múltiples cadenas de bares de minigolf. Hay bares de lanzamiento de hachas y bares para disparar virtualmente al tiro al plato.
“Esta es la fórmula”, dijo Oyama Valashiya, un reclutador financiero de 29 años y parroquiano del 411. “Mezcla actividad con alcohol y la gente vendrá”.
Londres se ha convertido en una plataforma de lanzamiento para nuevos bares de actividades, dicen los expertos. Empresas de juegos sociales que comenzaron en Gran Bretaña se han expandido a Estados Unidos y otros lugares.
La mayoría de los bares de actividades son caros: Sixes, un bar de críquet de realidad aumentada, cobra alrededor de 80 dólares para que cuatro personas pasen 45 minutos en una jaula de bateo durante las horas pico. Las bebidas no están incluidas.
“Es divertido hacer algo mientras bebes”, dijo Samuel Gilley, de 32 años, después de un turno en las jaulas de bateo. “De lo contrario tienes que sentarte y platicar”.
Los miércoles de Wall Street tienen una barrera de entrada más baja. La ganga en sí es el deporte: los asistentes compiten por el mejor precio.
Bjurqvist había conseguido una bebida llamada Mula de Moscú por 8.20 libras, o poco más de 10 dólares. Pero eso no fue lo menos: cayó a 7 libras durante un colapso. Bjurqvist finalmente vio al precio subir a 11 libras (14 dólares).
“A la gente le gusta pensar que ahorrarán más dinero del que realmente ahorran”, dijo. “Debido al último precio que viste, podría parecer más barato”.
El concepto de bolsa de valores ha aparecido en lugares en todo Gran Bretaña y el mundo, incluyendo Amsterdam, Barcelona, Ciudad del Cabo y Beirut. El 411 tiene contrato con Drink Exchange, propietario del software proyectado en las televisiones de los bares.
Chris Dunkley, fundador de Drink Exchange, dijo que es un buen negocio para los bares: aunque las bebidas son más baratas, la gente tiende a comprar más bebidas —y quedarse más tiempo.
“A la gente hoy le agradan los ganchos”, dijo Harry Clark, un director de proyectos de 27 años que había acudido con Valashiya.
Sonó la bocina y una multitud inundó el bar. Valashiya escudriñó a la multitud. “Es barato, pero no luce venido a menos”, reflexionó.
“Pero no es tan barato”, protestó Clark.
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