Rusia rapta niños ucranianos desde que estalló la guerra en 2022

Desde la invasión del ejército ruso a Ucrania en febrero de 2022, las tropas no solo se han apoderado de territorios, sino también de niños ucranianos

El Presidente Vladimir V. Putin, con Maria Lvova-Belova, comisionada para los Derechos Infantiles, en el 2022. (El Kremlin)

dom 30 de junio de 2024 a las 18:35

Por Yousur Al-Hlou y Masha Froliak/The New York Times

CIUDAD DE JERSÓN, Ucrania — Cuando la noticia de la invasión rusa se extendió por Ucrania el 24 de febrero del 2022, Natalia Lukina estaba esperando un taxi. Eran las 6:00 horas y estaba ansiosa por llegar a trabajar en el Hogar Infantil Jersón, un hogar de acogida estatal para niños con necesidades especiales, donde trabajaba como médico.

Cuando llegó, el estruendo de la artillería disparada por las tropas rusas que avanzaban hacia la ciudad de Jersón, la capital de la región, resonaba en los pasillos. El médico y otros cuidadores enfrentaron un problema: cómo proteger a docenas de niños vulnerables.

Todos eran bebés y niños pequeños, y algunos tenían discapacidades graves, como parálisis cerebral. Algunos tenían padres que conservaban la custodia limitada, mientras que otros habían sido sacados de hogares en problemas o abandonados.

“¿Quién más se habría quedado para cuidarlos?”, dijo Lukina sobre su decisión de quedarse con los pequeños.

Olena Korniyenko, directora del hogar y tutora legal de los niños, había preparado bolsas de emergencia para los niños y abastecido el hogar con comida, agua y pañales.

Pero el edificio no estaba equipado para resistir disparos o bombardeos, y la policía ya había huido de la Ciudad.

Korniyenko buscó en línea un mapa de refugios antiaéreos cercanos y encontró uno a poca distancia.

Entre intercambios de disparos, el personal llevó a los niños y sus colchones a un sótano, llevando consigo medicamentos, bombas eléctricas y sondas de alimentación.

$!Natalia Lukina era médico en el Hogar Infantil de Jersón antes de la invasión. (Emile Ducke para The New York Times)

Un pastor local se enteró de su situación ese día e instó al personal del hogar de acogida a llevar a los niños a su iglesia. Así que el personal reubicó a los pequeños al sótano de la iglesia de Holhofa.

Una enfermera, Kateryna Sirodchuk, dijo que temían que las fuerzas rusas se llevaran a los niños.

Y sus temores pronto se hicieron realidad: el 25 de abril del 2022, oficiales rusos encontraron a los niños y los tomaron bajo su autoridad, trasladándolos a 290 kilómetros de casa.

La evidencia muestra que la transferencia era parte de una campaña más amplia y sistemática del Presidente Vladimir V. Putin y sus aliados políticos por despojar a las víctimas más vulnerables de la guerra de su identidad ucraniana. The New York Times revisó publicaciones rusas en las redes sociales; obtuvo fotografías, videos, mensajes de texto y documentos; y entrevistó a más de 110 cuidadores, expertos legales y funcionarios rusos y ucranianos para rastrear el movimiento de los niños cuando quedaron bajo custodia rusa.

Lo que les sucedió, dicen los expertos legales, puede constituir un crimen de guerra.

Dos semanas después de la invasión, la comisionada rusa para los derechos infantiles, María Lvova-Belova, se sentó frente a Putin en una reunión televisada para pedirle ayuda. Quería reubicar a los niños ucranianos de las guarderías atrapados en el fuego cruzado de la guerra. Él prometió eliminar cualquier “burocracia” legal para que pudieran ser colocados con familias rusas.

En pronunciamientos antes de la invasión, Putin había dejado claro que buscaba la asimilación cultural de los pueblos y ciudades ucranianos que creía eran históricamente rusos. Y ahora, mientras los funcionarios se estrechaban la mano, se puso en marcha un plan para el traslado permanente y la deportación de sus residentes más jóvenes.

“En el fondo creen que los niños son rusos”, dijo Serhii Plokhy, historiador de Ucrania en la Universidad de Harvard, en Massachusetts.

Durante semanas, los funcionarios y policías ucranianos habían batallado para encontrar una manera de evacuar a los niños de la iglesia Holhofa, que para entonces se encontraba en territorio ocupado.

En abril, un comisionado ucraniano pidió vía Telegram ayuda para rescatarlos.

Horas más tarde, hombres armados liderados por un funcionario ruso que se hacía llamar Navigator se presentaron en la iglesia y exigieron que los niños fueran devueltos al Hogar Infantil de Jersón. Las cámaras de un medio de propaganda con sede en Crimea filmaron su llegada y la nota resultante acusó a las autoridades ucranianas de raptar a los niños.

Los cuidadores no tuvieron más remedio que llevar a los niños de regreso al hogar de acogida en Jersón, donde las fuerzas de ocupación tenían un control más estricto.

Para la primavera del 2022, la ocupación de Jersón se había convertido en un modelo para la asimilación forzada de una ciudad ucraniana y sus residentes: se nombró un nuevo Gobierno de ocupación en Jersón y se izó una bandera rusa frente al hogar de acogida.

Durante los siguientes meses, los funcionarios rusos documentaron en Telegram sus esfuerzos por ayudar a los niños. Navigator visitó el hogar de acogida en repetidas ocasiones. Más tarde sería identificado como Igor Kastyukevich, un miembro del Parlamento ruso del partido político de Putin, Rusia Unida.

En mayo, Putin emitió un decreto que flexibilizó los requisitos de ciudadanía: en Jersón y otras regiones ocupadas, los cuidadores ucranianos podían solicitar la ciudadanía rusa en nombre de los niños huérfanos y de crianza ucranianos. El decreto también aceleró el proceso para que los niños pudieran convertirse en ciudadanos rusos en 90 días o menos.

Al mes siguiente, Korniyenko, directora del hogar de acogida, fue llamada al Ministerio de Salud de Jersón. Un funcionario respaldado por Rusia le pidió que siguiera siendo directora, pero bajo su supervisión. Korniyenko se negó.

Lukina también renunció. Ella no quería tener ningún papel en lo que los funcionarios respaldados por Rusia pudieran hacer a los niños.

En busca de un nuevo director, las autoridades de ocupación recurrieron a Tetiana Zavalska, pediatra del hogar de acogida. Simpatizaba con la nueva Administración de ocupación y exhortó a las autoridades a registrar formalmente el hogar de acogida. Fue registrado ese mismo mes.

En agosto, la cadena de televisión estatal rusa RT publicó un segmento que celebraba la ocupación de Jersón y presentaba el hogar de acogida, ahora visto como una entidad legal.

Transmisiones como ésta, que destacaban los esfuerzos de Rusia para absorber a los niños ucranianos de los territorios ocupados, se volvieron habituales en Rusia. Lvova-Belova fue filmada entregando niños que habían sido sacados de instalaciones en la región de Donbas, en el este de Ucrania, a nuevos cuidadores. Anunció que se habían convertido en ciudadanos rusos.

Algunos expertos en la región ven estas acciones como una campaña del Kremlin para justificar la invasión y presentar a Putin como un salvador. “Ésta es la versión de Putin de hacer la obra de Dios”, dijo Andrew S. Weiss, del Carnegie Endowment for International Peace. “Es un teatro absoluto mezclado con esta visión pseudohistórica de que Ucrania no existe”.

Mientras Putin anexaba ilegalmente Jersón y otras tres regiones, las fuerzas ucranianas comenzaron una campaña militar para retomar la ciudad de Jersón.

Los funcionarios rusos idearon un plan para los niños en el hogar de acogida. En un chat privado en línea para estudiantes de Medicina, los funcionarios de salud de la Crimea ocupada reclutaron voluntarios para ayudar a trasladarlos.

Natalia Kibkalo, enfermera del centro, acababa de acostar a casi una docena de niños, todos enfermos de Covid, cuando escuchó la noticia: los niños serían retirados por la mañana.

A la mañana siguiente, el 21 de octubre, cambió pañales y alimentó a los niños. Pero no pudo soportar la idea de ayudar a sacarlos y se fue a casa. “Entendimos que no podíamos hacer nada, que no podíamos evitar que esto sucediera”, dijo Kibkalo.

Alrededor de las 8:00 horas llegaron ambulancias y autobuses a la casa. El grupo incluía a Navigator, así como al entonces Ministro de Salud de Crimea —también miembro del partido de Putin— su segundo, los estudiantes voluntarios y administradores de otro hogar de acogida que se convertirían en los nuevos cuidadores de los niños.

Zavalska reunió los documentos legales y los registros médicos de los niños y preparó los expedientes de cada uno.

Entonces los llevaron a los autobuses y ambulancias que aguardaban.

El convoy abandonó el hogar de acogida esa misma mañana. Al anochecer llegaron a su destino final.

Los niños fueron llevados a Simferopol, la capital de Crimea, y divididos en dos centros infantiles.

Los funcionarios rusos han argumentado que fue un acto de intervención humanitaria y legal bajo su Constitución porque anexaron Jersón. “No importa quiénes son y quiénes eran”, dijo Svetlana Scherbakova, directora de servicios infantiles en Crimea. “Los niños ahora tienen un cielo en paz sobre sus cabezas”.

Pero los expertos en derechos humanos dicen que las leyes rusas no anulan las obligaciones internacionales.

Si bien la evacuación temporal de niños por su seguridad está permitida durante un conflicto, se deben seguir protocolos estrictos.

“Lo que Rusia considera una misión humanitaria es un flagrante crimen de guerra”, afirmó Stephen J. Rapp, ex Embajador especial de Estados Unidos para la justicia penal global.

Una pareja dijo haberse enterado de que sus hijos estaban en Crimea sólo cuando los periodistas de The Times los visitaron en Jersón seis meses después —a pesar de que los documentos mostraban que los funcionarios rusos tenían sus nombres y direcciones.

Sus hijos, Mykola, que tenía autismo, y Anastasiya Volodin, que tenía parálisis cerebral, fueron puestos bajo custodia estatal hace años después de dictaminarse que la pareja no podía cuidar de ellos. Los tribunales ucranianos aún tenían que decidir sobre sus derechos paternos. “No permitiré que nadie los adopte”, dijo Roman Volodin su padre.

$!Roman y Viktoriya Volodin, padres biológicos de Anastasiya y Mykola Volodin. (Emile Ducke para The New York Times)

En el invierno del 2022, los nuevos cuidadores, junto con Zavalska, la tutora legal designada, tomaron medidas para integrar formalmente a los niños en la sociedad rusa.

Primero, los cuidadores solicitaron certificados de nacimiento rusos para los niños y tradujeron sus nombres al ruso.

Los cuidadores también hicieron arreglos para que los niños obtuvieran números de seguro social rusos, diciendo que era un requisito para que los niños recibieran atención médica.

Finalmente los niños recibieron la ciudadanía rusa, el último paso necesario para que pudieran ser adoptados y colocados permanentemente en familias rusas.

Los expertos jurídicos dijeron que los nuevos documentos revelaban la intención de las autoridades rusas de despojar a los niños de su identidad ucraniana, en violación a la Convención sobre los Derechos del Niño. También puede constituir un crimen de guerra.

Justo después del aniversario de la guerra, el fiscal titular de la Corte Penal Internacional emitió órdenes de arresto contra Putin y su comisionada de Derechos Infantiles, acusándolos de sacar “ilegalmente” a “al menos cientos de niños” de hogares infantiles en Ucrania.

En una conferencia de prensa el año pasado, la oficina de Putin desestimó las órdenes de arresto como “mezquinas”. Meses después, Putin dijo que no habría “obstáculos” para devolver a los niños —siempre y cuando sus padres viajaran para reclamarlos.

No hay consenso sobre cuántos niños fueron trasladados o deportados por la fuerza a Rusia. Ucrania afirma que el total es de unos 19 mil 500 niños, pero los funcionarios en Kiev batallaban para verificar el dato.

Investigadores ucranianos están tratando de rastrear y devolver a los niños y han abierto procesos penales contra Navigator y Zavalska, la directora.

A finales del año pasado, comenzaron a aparecer fotografías de los niños en un sitio de adopción federal ruso. Sus perfiles, 22 en total, los listaba como de Crimea. Al menos dos han sido colocados con familias rusas, reporta servicios infantiles de Crimea.

Siete de los niños del Hogar Infantil de Jersón han regresado a Ucrania con la ayuda de las autoridades ucranianas y mediadores qataríes. Entre ellos estaban Anastasiya y Mykola Volodin, cuya madre viajó en febrero a Moscú para reclamarlos.

Anastasiya, de 6 años, murió más tarde en un hospital ucraniano. Un médico atribuyó su muerte a un ataque epiléptico. Las autoridades ucranianas han reanudado el cuidado de Mykola mientras un tribunal determina si sus padres pueden ser sus tutores legales.

Por ahora, el resto de los niños de Jersón permanecen bajo custodia rusa.

© 2024 The New York Times Company

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