Si Nicolás Maduro pierde las elección presidenciales,
¿aceptaría la derrota?
Su Gobierno se ha visto asfixiado por las sanciones estadounidenses a la vital industria petrolera del País, y algunos analistas dicen que permitió que González se postulara para ayudar a influir en Washington para que aliviara las sanciones
El Presidente Nicolás Maduro de Venezuela busca la reelección entre crisis económica y democrática. Un mitin.
Por Julie Turkewitz/ The New York Times
BOGOTÁ, Colombia — No podría haber más en juego.
Este julio, por primera vez en más de una década, los venezolanos votarán en una elección presidencial con un candidato de la Oposición que tiene una posibilidad real, aunque escasa, de ganar.
En medio de una crisis económica y democrática que ha llevado a más de 7 millones de venezolanos a abandonar el País, Nicolás Maduro, el Presidente autoritario, ha hecho algo que pocos pensaron que haría: permitir que un candidato de la Oposición con amplio apoyo apareciera en las boletas.
Aunque es en gran parte desconocido, el retador lidera varias encuestas. Aún así, pocos se hacen ilusiones de que la votación será democrática o justa. E incluso si una mayoría de los electores vota contra Maduro, existen dudas generalizadas de que éste aceptaría los resultados.
Venezuela se está preparando para votar mientras enfrenta problemas que resonarán mucho más allá de sus fronteras. Incluyen supervisar el destino de las vastas reservas de petróleo del País; restablecer —o no— las maltrechas relaciones con Estados Unidos; decidir si Irán, China y Rusia pueden seguir dependiendo de Venezuela como aliado clave; y enfrentar una crisis interna que ha llevado a una nación que alguna vez fue próspera a un inmenso sufrimiento.
El oponente de Maduro es Edmundo González, un ex diplomático que se convirtió en el candidato sorpresa de consenso de la Oposición después de que el Gobierno de Maduro prohibiera postularse a su líder popular, María Corina Machado.
Previo a la votación del 28 de julio, Maduro, de 61 años, tiene bajo control a la legislatura, el Ejército, la policía, el sistema de justicia, el consejo electoral nacional, el presupuesto del País y gran parte de los medios de comunicación, sin mencionar a las violentas bandas paramilitares llamadas colectivos.
González, de 74 años, y Machado, de 56, han dejado en claro que son un paquete. Machado ha estado reuniendo a electores en eventos en todo el País, donde es recibida como una estrella de rock. González se ha mantenido más cerca de Caracas, la capital, celebrando juntas y dando entrevistas. (Ambos se negaron a decir qué papel podría asumir Machado en un Gobierno de González).
La última elección presidencial competitiva se celebró en el 2013, cuando Maduro venció por pequeño margen a Henrique Capriles. En la siguiente elección, en el 2018, el Gobierno prohibió postularse a las figuras más populares de la Oposición.
Maduro aún conserva apoyo dentro de Venezuela y puede motivar a la gente a ir a las urnas con la promesa de alimentos y otros incentivos. Su Gobierno se ha visto asfixiado por las sanciones estadounidenses a la vital industria petrolera del País, y algunos analistas dicen que permitió que González se postulara para ayudar a influir en Washington para que aliviara las sanciones.
“Creo que la negociación con Estados Unidos es lo que está haciendo posible un proceso electoral”, dijo Luz Mely Reyes, una periodista.
Maduro prometió a sus seguidores en febrero que ganaría las elecciones “por las buenas o por las malas”.
Una propuesta en la legislatura, llamada Ley Contra el Fascismo, podría permitir al Gobierno suspender la campaña de González en cualquier momento, dijo Laura Dib, experta en Venezuela de la Oficina de Washington para América Latina.
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