Sigue imperando mutilación de genitales a mujeres y niñas
Esta práctica también sigue siendo muy extendida en partes de Medio Oriente y Asia y una práctica clandestina en algunas comunidades de inmigrantes en América del Norte y Europa
Kadiatu Bangora solía practicar ablación en Sierra Leona, pero la abandonó y la rechazó para sus hijas.
Por Stephanie Nolen / The New York Times
Más de 230 millones de mujeres y niñas en el mundo han sido sometidas a mutilación genital, de acuerdo con un nuevo análisis de UNICEF, un aumento de 30 millones desde la última estimación de la organización en el 2016.
Si bien los datos muestran que en algunos países una nueva generación de padres ha optado por renunciar a esta práctica, en otros países las leyes y campañas contra ella no han tenido ningún impacto.
En Burkina Faso, la proporción de niñas de 15 a 19 años que han sido sometidas a la ablación ha caído del 82 por ciento al 39 por ciento en los últimas 30 años. Pero en Somalia, donde se estima que al 99 por ciento de las mujeres les han extirpado el clítoris, el nivel no ha cambiado.
Debido a que los países donde esta práctica es más frecuente son también aquellos con las tasas más altas de crecimiento demográfico, el número total de niñas que son objeto de mutilación está aumentando.
“El número total de mujeres y niñas es 15 por ciento mayor que el último cálculo”, dijo Claudia Cappa, experta de UNICEF en mutilación genital femenina. La ONU se ha fijado el objetivo de eliminar la mutilación femenina para el 2030, pero el cambio tendría que ocurrir 27 veces más rápido que el ritmo actual para alcanzar ese objetivo, dijo.
Si bien la ablación es más común en el África subsahariana, la práctica también sigue siendo muy extendida en partes de Medio Oriente y Asia y una práctica clandestina en algunas comunidades de inmigrantes en América del Norte y Europa.
Se estima que 144 millones de mujeres y niñas en África han sido mutiladas (principalmente en Egipto, Etiopía y Sudán), 80 millones en Asia y 6 millones en Medio Oriente (más de la mitad en Yemen), revela el nuevo reporte. En Asia, la mayor proporción de casos se produce en Indonesia, donde el 55 por ciento de las niñas son sometidas a un procedimiento de mutilación genital, arrojan cifras del Gobierno.
UNICEF hizo sus cálculos utilizando las respuestas de encuestas nacionales rutinarias de hogares en los 31 países donde la práctica es más común. Esas encuestas preguntan a las mujeres si ellas y sus hijas han sido mutiladas, y preguntan tanto a las mujeres como a los hombres en los hogares si creen que la práctica debe continuar.
En Burkina Faso, que ha experimentado la disminución más pronunciada, la criminalización del procedimiento y el fuerte apoyo de importantes figuras políticas han ayudado, dijo Mariam Lamizana, presidenta de una organización contra la ablación llamada Voix de Femmes, en Uagadugú, la capital.
“Dijimos: ‘Lo que están haciendo en nombre de la cultura, estas son las consecuencias para las mujeres, las consecuencias para las niñas’”, dijo. “Descubrimos que era bueno involucrar a los líderes religiosos jóvenes porque tenían más educación y eran más abiertos”.
Cappa dijo que cambiar las normas es más fácil en países como Kenia, donde la práctica no es universal sino más bien una tradición de algunos grupos. “El progreso puede ser más veloz porque las comunidades que lo practican son confrontadas por las que no lo hacen, y pueden ver que las alternativas a sus creencias y valores son posibles y pueden ser culturalmente aceptables”, dijo.
Sadia Hussein canalizó su experiencia como sobreviviente de ablación en una organización contra la práctica, la Brighter Society Initiative. Trabajando en su región natal en el noroeste de Kenia, dijo que lograr que la gente hable públicamente sobre la práctica ha sido clave para reducir su prevalencia al 9 por ciento de las niñas de 15 a 19 años, contra el 23 por ciento hace 30 años.
“Los hombres dicen: ‘Las mujeres nunca nos dijeron que esto es malo, ni siquiera nuestras esposas’”, dijo. “Así que tengo que generar confianza en las sobrevivientes para que compartan su propio dolor porque nuestra sociedad realmente ha condicionado a las mujeres de tal manera que soportan el dolor en silencio. Les digo que cualquier cosa por la que pasamos no debería pasarles a nuestras hijas”.
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