Los simios reconocen rostros de las personas a pesar del paso de los años
En un nuevo estudio ha demostrado que los chimpancés y los bonobos pueden recordar las caras de otros simios que no han visto en años
Científicos dicen que simios se beneficiarían de recuerdos perdurables, al quizás aliarse con viejos conocidos.
Por Carl Zimmer / The New York Times
En el 2015, siendo una investigadora universitaria en el zoológico de Carolina del Norte, Laura Lewis se hizo amiga de un chimpancé macho, Kendall. Cada que ella visitaba a los chimpancés, Kendall le tomaba suavemente las manos y le inspeccionaba las uñas.
Luego, Lewis se fue todo el verano para estudiar a los babuinos en África. Cuando volvió, se preguntaba si Kendall recordaría su rostro. Tan pronto como entró en su recinto, Kendall corrió hacia ella e hizo un gesto pidiendo mirar sus manos.
“La sensación que tuve fue que él me recordaba claramente después de cuatro meses de ausencia”, dijo Lewis, ahora una psicóloga comparativa en la Universidad de California, en Berkeley. “Pero no tenía los datos para probarlo”.
Ahora cree tenerlos. En un nuevo estudio, Lewis y sus colegas han demostrado que los chimpancés y los bonobos pueden recordar las caras de otros simios que no han visto en años. Un bonobo reconoció un rostro después de 26 años —un récord de memoria facial más allá de nuestra especie.
Junto con su asesor, Chris Krupenye, ahora en la Universidad Johns Hopkins, en Maryland, Lewis estudió 26 simios en el Zoológico de Edimburgo en Escocia, el Santuario Kumamoto en Japón y el Zoológico Planckendael en Bélgica.
En cada instalación, los investigadores acercaron una computadora a la cerca del recinto de los simios para mostrarles imágenes de animales. Un popote sujeto a la reja permitía a los simios beber jugo mientras veían detenidamente las imágenes.
Después de darles a los simios unos meses para acostumbrarse al arreglo, Lewis y sus colegas iniciaron su experimento. Mientras los animales bebían jugo, la computadora mostraba pares de caras de simios durante tres segundos a la vez. En cada par, un rostro era un extraño y el otro un viejo compañero que el simio no había visto en años.
Los científicos usaron una cámara infrarroja para grabar los movimientos oculares de los animales. Si los simios no recordaban a sus viejos compañeros, los científicos anticipaban que le dedicaran el mismo tiempo a cada imagen.
No obstante, los simios constantemente pasaban más tiempo mirando a sus ex compañeros.
Louise, una bonobo de 46 años del Santuario de Kumamoto, demostró los recuerdos más antiguos. Hasta 1992, había vivido en el Zoológico de San Diego con su hermana y su sobrino. Luego fue trasladada al Zoológico de Cincinnati en Ohio antes de llegar al Santuario de Kumamoto en el 2014.
En el 2019, los investigadores hallaron que Louise miraba más tiempo los rostros de sus parientes perdidos hace mucho tiempo que los de simios que no conocía, incluso después de haber sido separados hace más de 26 años.
Lewis notó que el seguimiento de los movimientos oculares sólo ofrece un vistazo limitado al interior de la mente de los simios: “No podemos caracterizar por completo cómo son sus recuerdos”.
Sin embargo, los investigadores de hecho hallaron una pista que sugiere que los buenos recuerdos se podrían mantener fuertes a lo largo de los años. Los simios pasaron un poco más de tiempo mirando los rostros de animales con los que alguna vez tuvieron experiencias positivas.
Lewis especula que los simios se podrían beneficiar de estos recuerdos. Por ejemplo, una bonobo hembra comúnmente deja el grupo de su madre para unirse a otro grupo por el resto de su vida. Si los dos grupos se topan años después, ella podría formar una alianza con viejos conocidos.
El experimento no limita la duración de los recuerdos de los animales. Es posible que recuerden caras tanto tiempo como nosotros. En un estudio, algunas personas que miraban fotografías de sus anuarios de preparatoria podían nombrar correctamente a sus compañeros de clase 48 años después de graduarse.
Lewis observó que los chimpancés, los bonobos y los humanos tienen un ancestro en común que vivió hace unos 7 millones de años. Los primeros humanos podrían haber desarrollado sus recuerdos a largo plazo a medida que sus sociedades se volvían más complejas.
“En nuestra evolución humana, nos hemos enfrentado a entornos en los que vivimos socialmente, pero no cerca unos de otros todo el tiempo, y las poblaciones están cada vez más separadas”, apuntó.
Clive Gamble, un arqueólogo en la Universidad de Southampton, en Inglaterra, quien no participó en el estudio, dijo que la evolución del lenguaje podría haber fortalecido recuerdos sociales perdurables, ya que las personas contaban historias sobre conocidos que no habían visto en años.
“Simplemente, echamos mano de nuestra ascendencia común y luego subimos el volumen”, explicó.
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