Tras inundaciones desplazan a sus mascotas en Brasil
Las inundaciones sumergieron pueblos enteros, cerraron un aeropuerto internacional y desplazaron a casi 600 mil personas en todo el Estado de Rio Grande do Sul
Un perro rescatado de una zona inundada en Canoas, Brasil. Encontrar a los dueños de los animales suele ser un reto después de desastres.
Por Ana Ionova y Jorge C. Carrasco/ The New York Times
RÍO DE JANEIRO — Cuando los dos cachorros llegaron a un refugio improvisado en la ciudad de Porto Alegre, en el sur de Brasil, sus delgadas patas se doblaban por el cansancio. Habían estado manteniéndose a flote durante horas cuando las inundaciones convirtieron las calles en ríos.
“En momentos así se te encoge el corazón”, dijo Daniel Guimarães Gerardi, veterinario voluntario en el refugio. Dos días después de ser rescatados, los perros callejeros de seis meses principalmente dormitaban, agotados aún por su suplicio.
Más de un mes después de que inundaciones catastróficas comenzaran a azotar el sur de Brasil, la región aún se resiente. Las inundaciones sumergieron pueblos enteros, cerraron un aeropuerto internacional y desplazaron a casi 600 mil personas en todo el Estado de Rio Grande do Sul. Al menos 169 personas murieron y 56 están desaparecidas. Miles de animales fueron separados de sus dueños.
Escenas dramáticas de perros trepando a los tejados de casas inundadas y bomberos rescatando animales varados, incluyendo a un caballo llamado Caramelo, acapararon titulares en todo el mundo. (Caramelo finalmente fue reunido con su dueño).
Decenas de miles de personas permanecen en refugios, sin poder regresar a sus hogares. De acuerdo con las autoridades estatales, se han rescatado más de 12 mil 500 animales domésticos. Muchos no tienen dueño, dijo Fabiana de Araújo Ribeiro, directora de la oficina de bienestar animal de Porto Alegre. Incluso cuando sí, “no tienen a dónde ir” porque sus casas han quedado arruinadas, dijo.
Y como los niveles de agua cubren los nombres de las calles y los números de las casas, los equipos de rescate han tenido dificultades para registrar con precisión dónde se rescataron las mascotas. Es más común en Estados Unidos que en muchas partes de Latinoamérica que los dueños implanten chips de rastreo en sus mascotas, facilitando su reencuentro, dijeron defensores del bienestar animal.
Y los animales callejeros son más frecuentes en Latinoamérica, donde suelen ser cuidados por una cuadra entera, dijo Joaquín de la Torre Ponce, director en Latinoamérica del Fondo Internacional para el Bienestar Animal, una organización sin fines de lucro. “Estos perros y gatos comunitarios no tienen un dueño específico”, dijo. “Así que nadie vendrá a buscarlos”.
En una bodega abandonada en Canoas, una ciudad próxima a Porto Alegre, unos 800 perros rescatados aguardaban en casetas improvisadas. Muchos habían sido salvados después de días o semanas de estar varados en tejados, árboles y casas inundadas. Algunos se encontraban heridos o enfermos y la mayoría estaba desnutrido. Algunos, como Gigante, un viejo labrador, habían sido dejados allí por dueños que no podían llevarlos a los refugios que ahora hacían las veces de su hogar.
Sérgio Hoff estaba recorriendo la bodega en busca de sus mascotas desaparecidas. Cuando fue evacuado de su casa en Canoas con su esposa y su hija de 9 años a principios de mayo, la familia tuvo que dejar a sus cinco perros y tres gatos. “Simplemente no podíamos llevarlos con nosotros”, dijo Hoff, un banquero de 39 años. “Era un caos”.
La familia soltó a los animales, con la esperanza de que treparan a un terreno más alto si el agua subía. Hoff finalmente encontró a dos de sus perros en otro refugio, lo que le dio la esperanza de que los demás también hubieran sobrevivido. Pero después de semanas de búsqueda, todavía no había encontrado a los demás.
“No vamos a darnos por vencidos”, dijo Hoff.
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