¿Valores tradicionales de Francia son amenazados por los inmigrantes?
Partidarios de la extrema derecha, políticos y medios de comunicación de derecha aseguran que los valores tradicionales de Francia estaban amenazados por los inmigrantes
Pancartas en un barrio de inmigrantes en Romans-sur-Isère denuncian el racismo tras apuñalamientos en un baile.
Por Catherine Porter | The New York Times
ROMANS-SUR-ISÈRE, Francia — El tradicional baile de pueblo celebrado a 18 minutos de la ciudad terminó de la manera tradicional: jóvenes peleando.
Lo que lo hizo diferente fueron los cuchillos.
Tres jóvenes fueron trasladados de urgencia al hospital el 19 de noviembre. Uno, el capitán de un equipo de rugby local, de 16 años, murió en camino de una puñalada en el corazón.
Lo que podría haber sido considerado una tragedia local para los residentes de Romans-sur-Isère, una ciudad de clase trabajadora 100 kilómetros al sur de Lyon, rápidamente se convirtió en una nota nacional por una razón: la raza. La víctima era un adolescente blanco del campo, mientras que muchos de los sospechosos eran de ascendencia norafricana y de La Monnaie, un barrio urbano famoso por el tráfico de drogas.
Partidarios de la extrema derecha, políticos y medios de comunicación de derecha se abalanzaron sobre el caso como prueba de que los valores tradicionales de Francia estaban amenazados por los inmigrantes y sus descendientes, quienes, afirman, se han negado a asimilarse.
Alimentados por esta interpretación, entre 50 y 100 nacionalistas de ultraderecha descendieron más tarde en la Ciudad para vengar lo que caracterizaron como un asesinato anti blancos. Armados con barras de hierro y bates de beisbol, coreaban: “Que salga el islam de Europa”.
Para otros, fue la creciente audacia de la extrema derecha lo que planteaba la mayor amenaza para el País y su propia seguridad. Muchos residentes de La Monnaie dijeron que ahora permanecían en casa por temor a ser blanco por sus raíces norafricanas.
“Hoy la extrema derecha quiere empujarnos a una guerra civil”, declaró Gérald Darmanin, el Ministro del Interior, en la radio nacional.
Los sucesos han dejado a muchos residentes de Romans-sur-Isère, una ciudad que se aferra a su antigua gloria como capital de la fabricación de calzado de lujo de Francia, en un estado de aturdido desconcierto.
“Lo horroroso es que envías a tu hijo a una fiesta y regresa muerto o asesino”, dijo Thomas Huriez, concejal de la Ciudad. “Todos estamos inquietos. Todos estamos un poco perdidos en esto, pero la mayoría queremos que las cosas se calmen y se sepa la verdad”.
La verdad tendrá que esperar hasta que finalice la vasta investigación criminal. Más de 100 policías trabajan en el caso. Dos días después de la sangrienta escena, irrumpieron y arrestaron a nueve jóvenes y adolescentes, siete de los cuales habían huido 480 kilómetros al oeste, a Toulouse. Enfrentan a cargos de asesinato e intento de asesinato en una banda organizada.
El baile se celebró en el pueblo de Crépol, de 530 habitantes. Los bailes de fin de semana son una tradición en los pueblos de toda Francia, y unas 400 personas se agolparon en un centro comunitario.
Un insulto menor sobre un peinado desencadenó una pelea que se llevó afuera. Las peleas al final de los bailes del pueblo son tan comunes que la gente las cuenta casi con nostalgia —pero esta rápidamente llevó la violencia a un nivel impactante.
Una herida de cuchillo mató a Thomas Perotto, el hijo menor del dueño de un restaurante. Los detalles y motivos siguen siendo confusos. Los primeros 100 testigos entrevistados dijeron a los investigadores que miembros del pequeño grupo de La Monnaie arrojaron piedras y vallas metálicas y sacaron cuchillos.
Nueve de las veintenas de testigos dijeron haber escuchado comentarios hostiles hacia los “blancos” durante la pelea. “Sólo tenemos una versión de la historia”, afirmó Thierry Devimeux, el prefecto local. “No estoy seguro de que no hubiera palabras igualmente feas en la otra dirección”.
Una semana después del baile, Marie-Hélène Thoraval, Alcaldesa derechista de Romans-sur-Isère, declaró que en La Monnaie había unos 50 “salvajes” irredimibles que, alimentados por las drogas y la radicalización, representaban una tendencia preocupante en todo el País.
Muchos residentes de La Monnaie dijeron que se sentían estigmatizados por los comentarios de la Alcaldesa.
“Estos chicos tenían cinco o diez años cuando se eligió a la alcaldesa”, dijo Salim Dlih, de 42 años, que creció en La Monnaie. “Si ella hubiera mantenido los mismos programas que yo tenía cuando era joven, si hubieran tenido la misma oportunidad que yo, quizás estarían trabajando como ingenieros en empresas como yo”.
Joseph Guinard, concejal de la Ciudad, dijo que la pobreza no explicaba llevar un cuchillo a un baile y apuñalar a alguien.
“Antes pensaba que todos eran buenos”, dijo. “Encontré excusas fácilmente. Es más difícil ahora. No es una cuestión de inversiones ni de dinero. Es una cuestión de humanidad”.
Aurelien Breeden y Juliette Guéron-Gabrielle contribuyeron con reportes.
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