Yulia Navalnaya se pone a la altura del momento en Rusia
Navalnaya, tiene posibilidades de triunfar gracias a lo que llaman su combinación de inteligencia, aplomo, férrea determinación y resiliencia
Yulia Navalnaya se reunió con líderes europeos en Bruselas el 19 de febrero, días después de que su marido murió en prisión. (Alessandro Di Meo/EPA, vÍa Shutterstock)
Por Neil MacFarquhar/ The New York Times
Era agosto del 2020, y Yulia Navalnaya, esposa del líder de la Oposición más famoso de Rusia, caminaba a zancadas por los maltratados y lúgubres pasillos de un hospital provincial ruso, buscando la habitación donde yacía su marido en coma.
Aleksei A. Navalny se había desfallecido después de que le administraron lo que los investigadores médicos alemanes declararían más tarde como una dosis casi mortal del agente neurotóxico Novichok, y su esposa, a quien unos policías amenazadores impedían moverse por el hospital, se volvió hacia la cámara de un teléfono móvil que sostenía uno de sus ayudantes.
“Exigimos la liberación inmediata de Aleksei, porque ahora mismo en este hospital hay más policías y agentes gubernamentales que médicos”, dijo con calma en un momento incluido en “Navalny”, un documental ganador del Oscar.
Hubo otro momento similar el 19 de febrero, cuando en circunstancias aún más trágicas, Navalnaya miró a una cámara tres días después de que el Gobierno ruso anunció que su marido había muerto en una brutal colonia penal en el Ártico. Culpó al Presidente Vladimir V. Putin por la muerte y anunció que asumiría la causa de su marido, haciendo un llamado a los rusos para que se unieran a ella.
“Al matar a Aleksei, Putin mató la mitad de mí, la mitad de mi corazón y la mitad de mi alma”, dijo Navalnaya en un discurso publicado en línea. “Pero me queda otra mitad —y me dice que no tengo derecho a rendirme”.
También se reunió con líderes europeos en Bruselas el 19 de febrero. Navalnaya ha evitado cualquier papel político para ella misma, diciendo que su propósito era apoyar a su marido y proteger a sus dos hijos.
Navalnaya enfrenta un claro desafío al tratar de movilizar a un desanimado movimiento de Oposición desde el extranjero, con cientos de miles de sus seguidores empujados al exilio por un Kremlin cada vez más represivo que ha respondido a cualquier crítica a su invasión de Ucrania hace dos años con duras sentencias de cárcel. El movimiento político de su marido y su fundación, que expuso la corrupción en las altas esferas, fueron declarados organizaciones extremistas en el 2021 y se les prohibió operar en Rusia.
Aunque no descartan las dificultades, amigos y asociados creen que Navalnaya, de 47 años, tiene posibilidades de triunfar gracias a lo que llaman su combinación de inteligencia, aplomo, férrea determinación, resiliencia y poder de estrella.
También es —inusualmente— una prominente figura femenina en un País donde las mujeres reconocidas en la política son una rareza, pese a sus muchos logros en otros campos. Los analistas dijeron que podría beneficiarse de una brecha generacional en Rusia, donde los rusos más jóvenes, postsoviéticos, aceptan más la igualdad de género.
Tan pronto como Navalnaya hizo su declaración el 19 de febrero, la maquinaria de propaganda estatal rusa entró en acción, tratando de retratarla como una herramienta de la inteligencia occidental y alguien que frecuentaba centros turísticos y fiestas de celebridades.
Navalnaya nació en Moscú en una familia de clase media: su madre trabajaba para un ministerio gubernamental mientras su padre trabajaba en un instituto de investigación. Sus padres se divorciaron temprano y su padre murió cuando ella tenía 18 años. Obtuvo una Licenciatura en Relaciones Internacionales y luego trabajó brevemente en un banco antes de conocer a Aleksei en 1998 y casarse con él en el 2000. Ambos eran cristianos ortodoxos rusos.
Una hija, Daria, ahora estudiante en California, nació en el 2001 y un hijo, Zakhar, en el 2008. Asiste a la escuela en Alemania, donde vive Navalnaya. (No puede regresar a Rusia sin la amenaza de ser arrestada).
Incluso si no es abiertamente política, Navalnaya siempre apareció al lado de su marido. Estuvo con él en manifestaciones y durante sus numerosos procesos judiciales y sentencias de cárcel. Estuvo con él nuevamente durante su campaña para Alcalde de Moscú en el 2013, y en el 2017, cuando un ataque con un tinte químico casi lo deja ciego de un ojo.
Cuando Navalny fue envenenado en el 2020, ella exigió públicamente a Putin que su esposo fuera evacuado en ambulancia aérea a Alemania, y durante sus 18 días en coma, ella permaneció a su lado, hablándole y tocando sus canciones favoritas como “Perfect Day” de Duran Duran. “Yulia, me salvaste”, escribió él en las redes sociales tras recuperar el conocimiento.
La propia Navalnaya sufrió un intento de envenenamiento unos meses antes que seguramente estaba destinado para él, dijeron sus amigos, pero ella no se afligió por ello.
“Quiere cumplir la tarea que Alexei trágicamente dejó inconclusa: hacer de Rusia un País libre, democrático, pacífico y próspero”, dijo Sergei Guriev, amigo de la familia y destacado economista ruso. “También va a demostrarle a Putin que eliminar a Aleksei no destruirá su causa”.
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