Opinión

A los 100 años de la muerte de Manuel Bonilla

Al acercarse la fecha de la primera centuria del deceso del mandatario, general y político Manuel Bonilla, nuestros historiadores deben emprender una objetiva evaluación de este controvertido personaje histórico, atacado por unos y exaltado por otros.

El estudio de su vida debe aclarar las razones para su ruptura con su jefe Policarpo Bonilla. Recuérdese que ambos tuvieron destacada actuación en la llamada Revolución Liberal de 1894 que, con la considerable ayuda del gobernante nicaragüense José Santos Zelaya, hizo posible el derrocamiento del gobierno del general Domingo Vásquez.

¿Por qué motivos rompieron lanzas los dos Bonillas? Esa amistad, trocada en enemistad, culminó en 1904, cuanto don Manuel ordenó el arresto de varios diputados opositores, entre ellos Marcos Carías Andino y don Policarpo, y su encarcelamiento. Esta arbitraria acción significó el primer golpe de Estado del siglo XX, analizado en detalle por el intelectual Víctor Cáceres Lara.

Del lado positivo, debe resaltarse la labor codificadora de don Manuel, al convocar a los más sobresalientes juristas de su época para la redacción de códigos que entraron en vigencia en 1906 y que estuvieron vigentes durante casi un siglo.

Igualmente, el impulso a la educación publica -dentro de la óptica Positivista- inaugurada en la administración Soto (1876-1883) tanto en la capital como en los departamentos.

La controversia limítrofe con Nicaragua se condujo de manera hábil, culminando con el Laudo emitido por el árbitro escogido por las partes, el rey español Alfonso XIII.

Don Manuel es considerado uno de los fundadores del Partido Nacional, al separarse un grupo de compatriotas del Partido Liberal, para ofrecer una alternativa a los electores. Empero, aún hace falta mucha más investigación documental para esclarecer lagunas existentes al respecto.

Siendo de extracción social y económica modesta, el olanchano Bonilla, a pesar de sus limitantes en cuanto a formación académica formal, tuvo el mérito de rodearse de hombres de letras para que colaboraran en sus gestiones ejecutivas. Fue así que integró a su cuerpo de colaboradores cercanos, entre otros, a Juan Ramón Molina y Froylán Turcios.

Del lado negativo, deben reprochársele las negociaciones realizadas con el empresario frutero Samuel Zemurray para recuperar el poder, y las concesiones de tierras y aguas otorgadas en la costa norte a cambio del apoyo en armas, hombres y dinero otorgados por el hombre de negocios estadounidense fundador de la Cuyamel Fruit Co.

La política concesionaria hondureña no se originó con don Manuel. Fue implementada por Soto y fue continuada por los gobernantes que le sucedieron. Luis Bográn fue el primer gobernante en otorgar concesiones tanto a nacionales como a extranjeros en la región septentrional del país, para fines agrícolas, de canalización de ríos y para construcción de muelles.

En nuestro Archivo Nacional existe abundante correspondencia escrita por don Manuel y sobre todo dirigida a él. Allí el investigador encontrará la materia prima para poder conocer más a fondo al hombre, su entorno y sus circunstancias.

Es de esperar que la actual administración encabezada por el presidente Lobo publique esas cartas y otra documentación atinente, a efecto de conmemorar la memoria y trayectoria de este importante compatriota, que jugó papel decisivo en varios capítulos de la historia patria.

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