Opinión

A mecate corto

El gobierno de la República todavía desconoce qué sucederá después de marzo cuando concluya el acuerdo por 18 meses que tiene con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

La incertidumbre es porque la última misión que finalizó su período de revisión el pasado 9 de febrero, constató el incumplimiento de las metas macroeconómicas a las que se había comprometido la administración de Porfirio lobo Sosa al concluir el último trimestre del año 2011.

Para diciembre anterior las autoridades económicas no pudieron alcanzar un control del gasto público. El gobierno central continúa disparándose, no hay ningún esfuerzo por frenar la burocracia gubernamental, los compromisos políticos y familiares están primero que el orden en las finanzas.

El problema puede ser más crítico si se toma en cuenta que el presente año se practicarán elecciones internas y no es tanto el gasto que éstas significan sino el costo de los arreglos y componendas políticas que los presidentes acostumbran para favorecer al candidato de sus preferencias.

No solo el déficit del gobierno central debe preocupar a los hondureños sino también los dos mil 800 millones de dólares que encontró el FMI en las reservas internacionales, menos que las proyectadas por el gabinete económico al concluir el año anterior.

Honduras registró durante el 2010, según las autoridades del Banco Central, un sobrecumplimiento de metas en más de 500 millones de dólares en las reservas internacionales y que los señores del Fondo quisieron ajustar la meta para el año pasado y que fue difícil cumplirla.

No obstante que se ha registrado una desaceleración en la economía mundial, que la demanda de nuestros productos de exportación ha disminuido, que los precios del petróleo en el mercado internacional han cambiado hacia el alza, el gobierno poco o nada hace para evitar que el impacto negativo sea más digerible para la población hondureña.

El entorno internacional más la reducción de divisas y la devaluación paulatina a la que se ha sometido el lempira, debe llamar la atención a los miembros del gabinete económico, los debe obligar a ser más austeros, a socarse la faja y predicar con el ejemplo para avanzar hacia una economía más sana. No basta con decir que Honduras proyecta tener un déficit fiscal consolidado de un 2.8%, un crecimiento económico con relación al PIB de 3.5%, más de diez mil millones de lempiras, en construcciones de viviendas, proyectos sociales del gobierno central y la construcción de represas.

El Banco Central debe holgadamente tener reservas internacionales para importar materias primas por más de tres meses, manejar una política monetaria seria, responsable y controlar los niveles de inflación así como proteger la posición externa de nuestro país. En la medida que se alcancen esos objetivos Honduras podrá negociar acuerdos con el FMI, que vayan más allá de tres semestres y evitará que los organismos internacionales tengan al gobierno a mecate corto, revisando constantemente el cumplimiento de metas macroeconómicas.

Por ahora solo le queda a la administración Lobo Sosa concluir su período constitucional logrando, después de marzo del presente año, un nuevo acuerdo económico y financiero de 18 meses con el Fondo Monetario Internacional, organismo que se convierte para países pobres, como el nuestro, en una llave maestra que abre puertas en otras instituciones de crédito externo.

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