Existen entre los al menos diez millones de habitantes de nuestro país gran cantidad de personas que no tuvieron oportunidad de ir a la escuela y de acceder a la educación superior por varias circunstancias: la pobreza, la falta de apoyo por parte de los gobiernos, la larga distancia en donde están ubicados los centros de estudios, la indiferencia de muchos padres de familia en enviar a sus hijos a las escuelas, con lo cual se les suprime el gran deseo de su preparación académica.
Conocemos muy bien el ambiente rural en que crecen y viven la mayoría de las y los jóvenes y nos hemos dado cuenta de que en ese universo juvenil existen muchos que son inteligentes, algunos diestros con el pincel para el arte de la pintura, otros que habiendo aprovechado sus años escolares se convirtieron en terreno fértil para aprender conocimientos para la vida.
A nuestros lectores queremos expresarles que hay un camino que puede ser muy transitable para quienes apenas adquirieron conocimientos de la educación prebásica y que obteniendo la gran virtud de leer perfectamente pueden tomar el camino de prepararse académicamente, adquirir sabiduría que les permita sapiencia y tener una capacidad intelectual para engrosar las filas de la intelectualidad hondureña.
Ese camino en el cual se necesita fuerza de voluntad, aprender bien a leer y profunda esperanza para el futuro, tiene un nombre: autodidacta; es decir crearse el arte de leer para aprender, aprovechando los libros.
Hemos conocido jóvenes campesinos que tienen facilidad de expresión, son líderes comunales, quienes pueden mejorar su vida con apoyo gubernamental para iniciar el estudio de una profesión; el amor y práctica de la lectura es un buen principio para adentrarse a cualquiera de las 72 ciencias más conocidas; practicando todo lo anterior cualquier individuo, joven o adulto, hombre o mujer, puede prepararse académicamente y forjarse su propio destino.