Cartas al editor

El asesinato el miércoles pasado del candidato presidencial ecuatoriano Fernando Villavicencio fue el último caso de violencia contra altos líderes políticos en una larga lista que registra América Latina en las décadas recientes. Villavicencio, periodista de 59 años y segundo en intención de voto de cara a las elecciones anticipadas del próximo 20 de agosto en Ecuador por la alianza entre el grupo político Gente Buena y el movimiento Construye, fue asesinado a tiros al concluir un mitin electoral en el norte de Quito. Pero esta situación que atenta directamente en contra de la democracia ha sido reiterativa en el continente. Este triste episodio nos trae a la memoria las muertes de, en 1948, Jorge Eliécer Gaitán en Colombia: 1989, Luis Carlos Galán en Colombia; 1990, Bernardo Jaramillo Ossa en Colombia; 1994, Donaldo Colosio en México. La intolerancia, ambición desmedida, la envidia y la codicia son la causa de la muerte de ciudadanos que buscan cambiar el rumbo de sus países. Sin embargo, hay un dato curioso y es que la historia nos dice que al contrario de lo que acontece en AL, en EUA han muerto más presidentes en ejercicio que candidatos. Pero también hubo candidatos, como George Wallace, gobernador del estado de Alabama, quien el 16 de mayo de 1972 sufrió un tiroteo en un acto de campaña en el Laurel Shopping Center, a 22 km al noreste de Washington, o del mismo Robert Francis Kennedy, hermano de John Fitzgerald Kennedy (asesinado en 1963), quien aspiraba para suceder a su copartidario Lyndon Johnson en 1968, elección a la que también concurría a la postre vencedor Nixon. Pero el 6 de junio de 1968 el palestino-jordano Sirham Sirham le disparó durante un acto en el Hotel Ambassador de Los Ángeles. El que fuera procurador durante la presidencia de su hermano murió en el PIH Health Good Samaritan Hospital de la ciudad californiana. La democracia siempre será víctima de los canallas que no entienden que la democracia es la esperanza de los pueblos.