La Biblia nos narra que el amor es sufrido, es benigno, todo espera, todo lo soporta; el amor no se envanece, no se irrita, no busca lo suyo, pero sobre todo dice que el amor nunca deja de ser. Si toda la sociedad entendiera este concepto de “que el amor nunca deja de ser”, tendríamos resultados efectivos donde la dama se respetaría más y el caballero honraría más a la mujer.
Como escritor que soy me gustaría que los de mi generación sean románticos y detallistas con las otras generaciones siguientes y que se pueda romper todo yugo desigual, pero sobre todo que los miles de jóvenes puedan entender que tienen que amarse, y quererse tal cual como son o como Dios los creó, deseo que esta juventud lea y razone en que la soledad es mala, que todos necesitamos un abrazo, una palma de aliento, que lo que dijo Marisela en 1993 en su melodía “sola con mi soledad” sólo era una expresión de pasión, entrega, melancolía y destrucción y este último término es lo que no quiero que pase en mi juventud que sigue atrás mía, esto o que un día determinado lo hará por ende para dar respuesta a mi pregunta de cuándo debemos amar sería, claramente, yo voy a aprender a amar cuando me ame a mí mismo.
Hoy en el Día de la Mujer quiero decir que la mujer es como un dulce por el sabor que expresa cuando es romántica y detallista, es una leona porque defiende a capa y espada lo que es de ella y así mismo un diamante porque es la joya más hermosa que Dios creó, y un veneno porque cuando dice que odia es porque odia, gracias mujer por ser tan mágica cuando duermes y por ser un brillo de luz cuando te despiertas al mover tu cabello, de un lado a otro se siente esa seguridad de amor, belleza, atracción y seguridad. Gracias por ser diferente y gracias por crear amor de la nada. Y recuerda mujer que primero debes de amarte a ti misma.