El hondureño nacido en Japón, y cuya infancia, adolescencia y parte de su vida la vivió en Estados Unidos, Shin Fujiyama, acaba de terminar su reto de 3,000 km, corridos desde la frontera de México en Reynosa, pasando por Guatemala y El Salvador, hasta Honduras, con el gran y noble objetivo de recaudar fondos para construir escuelas en nuestro país.
Llegó hace veinte años a tierras catrachas por las causalidades de la vida, pues su destino no era este, pero cómo le agradecemos al Creador porque haya permitido que este fuera su destino.
Conocido hasta hace un par de años en nuestro país, Shin tiene la meta de construir mil escuelas en nuestro territorio, creó una Fundación para ayudar a familias muy necesitadas en la ciudad de El Progreso, llamada Villa Soleada, y desde ese entonces y por todo lo que ha hecho por la niñez de mi país, cuando me preguntan ¿qué es el altruismo?, mi respuesta es Shin Fujiyama.
Él es el mejor ejemplo de lo que es ser altruista, adoptó niños en su Fundación, emplea a muchos jóvenes, los cuales forman parte de su equipo de trabajo, y como bien se lo dijo Bukele, es un hombre que con la fuerza de su convicción ha logrado lo que se propone, y lo que es casi imposible de lograr para la mayoría de los seres humanos; además de ser un verdadero influencer, ha hecho desbordar las emociones de quienes miran sus videos en su canal de YouTube, el cual lleva su mismo nombre, pues quién puede resistirse a no reírse por la jovialidad de Shin, llorar al ver la situación que están pasando muchos niños o preocuparse las veces que su salud ha estado en riesgo por poner su cuerpo en situaciones extremas.
Y como los grandes cambios llevan tiempo y no se hacen solos, también los hondureños estamos profundamente agradecidos, con todo su equipo de trabajo, y con personas que hicieron especial este reto: Lupita, Franklin, don Roberto, Hortensia, Michell y Santiago, Valdemar y Claudio, Mateo, y la lista puede extenderse más. Son pocas estas letras para expresar la grandeza de un ser con mucha nobleza.