Honduras, su población con tradiciones arraigadas a las festividades de Navidad y año nuevo. Es interesante ver la emoción de los más pequeños hasta los más grandes para que lleguen estos días, no hay celebración más esperada para compartir.
Para muchos son fechas un tanto nostálgicas debido a que años anteriores han tenido una pérdida irreparable de un ser querido, para otros la distancia los hace sentirse fuera del nido de amor que los acobijó por muchos años.
Sin embargo algunos que tienen la posibilidad de compartir con sus seres más cercanos en estas fechas tan memorables, no logran comprender la importancia de disfrutar de la convivencia familiar mientras se puede.
Esto me hace recordar en mis tiempos de niñez cuando junto a mi madre y hermanos salíamos a buscar los estrenos, las hojas para los tamales y sobre todo los más esperados cuetes, aunque con tal edad solo tenía permiso para encender luces de bengala, volcanes y chispitas. Para mí salir al mercado, compartir de ese momento de compras, esperar el permiso para bañarse y cambiarse con la ropa nueva, la alegría de quitarle la etiqueta, salir a la calle, encontrarme con mis amigos y empezar hablar de lo bien que la íbamos a pasar.
Son días no para dormir sino comer, bailar y disfrutar. De reconciliar todo tipo de diferencias, porque es tiempo de ser feliz, pero con el paso de los años sentimos como que ya no es lo mismo en estas fechas, las obligaciones como adulto nos quitan el sueño y obviamos las cosas verdaderamente importantes.
Volvamos a ser aquellos niños que no les importaba nada más que disfrutar de estos días, no nos neguemos el derecho de ser felices y recuperar estas festividades que son las memorias que quedan grabadas para toda la vida.
Hagamos que estas fechas sean inolvidables, de reencuentro en todos los sentidos. Mi mayor deseo es que podamos pasar alegres y contentos con la esperanza de que el año venidero será de mayores logros. ¡Feliz 2020!