Amo a Honduras con amor sincero, como debe amarla el buen hondureño, y desde mis primeros días en esta tierra pródiga hice la promesa de luchar sin descanso para engrandecerla. Hasta hoy he cumplido mi promesa poniendo la cirugía plástica al servicio de los más desposeídos, cambiando muchas vidas en los quirófanos con la ayuda de Dios. Hoy, veo en mi Honduras cómo se multiplica la pobreza, cómo los pobres nacen, crecen se multiplican y mueren pobres, mientras los políticos nacen, crecen se multiplican y se enriquecen a costa de la miseria de aquellos a los que juraron servir.
Por desgracia, la inmensa mayoría de mis compatriotas siguen yendo a las urnas a votar por los mismos, a pesar de que los mismos les dan los mismos resultados, un círculo vicioso que debemos romper con patriotismo, levantando la frente con dignidad y escogiendo a los mejores hombres y mujeres para que lleven a Honduras por el camino de la verdadera prosperidad.
Bien se ha dicho que no se puede hacer permanentemente por un hombre lo que ese hombre puede y debe hacer por sí mismo, y los hondureños debemos darnos gobiernos honestos, que administren nuestros recursos con honradez, invirtiéndolos con manos limpias en el desarrollo de las mayorías. Yo sé que esto se puede lograr si todos y todas elegimos con sabiduría, simplemente porque cuando los justos gobiernan los pueblos prosperan. Me gusta la política porque es el arte de hacer lo bueno en beneficio de las mayorías. No me gusta la política maquiavélica que se ha implementado en Honduras desde hace décadas. Es hora de que le demos una oportunidad a Honduras; es hora de que le demos una oportunidad a la verdadera vida mejor que se merecen los hondureños. Hagámoslo por nosotros, por nuestros hijos y por nuestra patria, con la ayuda de Dios.
Por desgracia, la inmensa mayoría de mis compatriotas siguen yendo a las urnas a votar por los mismos, a pesar de que los mismos les dan los mismos resultados, un círculo vicioso que debemos romper con patriotismo, levantando la frente con dignidad y escogiendo a los mejores hombres y mujeres para que lleven a Honduras por el camino de la verdadera prosperidad.
Bien se ha dicho que no se puede hacer permanentemente por un hombre lo que ese hombre puede y debe hacer por sí mismo, y los hondureños debemos darnos gobiernos honestos, que administren nuestros recursos con honradez, invirtiéndolos con manos limpias en el desarrollo de las mayorías. Yo sé que esto se puede lograr si todos y todas elegimos con sabiduría, simplemente porque cuando los justos gobiernan los pueblos prosperan. Me gusta la política porque es el arte de hacer lo bueno en beneficio de las mayorías. No me gusta la política maquiavélica que se ha implementado en Honduras desde hace décadas. Es hora de que le demos una oportunidad a Honduras; es hora de que le demos una oportunidad a la verdadera vida mejor que se merecen los hondureños. Hagámoslo por nosotros, por nuestros hijos y por nuestra patria, con la ayuda de Dios.